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La puja entre empresarios y trabajadores

Las negociaciones paritarias son vitales para la supervivencia del sistema.

La disputa por el ingreso entre empresarios y trabajadores es permanente y hace a la naturaleza del sistema capitalista. Pretender eliminar esta tensión dentro del mismo sistema es imposible.

Los empresarios pujarán todo el tiempo por obtener el máximo de ganancias en el menor tiempo posible y los trabajadores harán a la inversa, buscarán mejorar sus salarios y sus condiciones de trabajo y de vida. Esto es así, en todo tiempo y lugar desde el nacimiento de las formas de vida capitalistas.

Carlos Marx, algunos años atrás, sugierió: “…Indudablemente, la voluntad del capitalista consiste en embolsarse lo más que pueda. Y lo que hay que hacer no es discurrir acerca de lo que quiere, sino investigar lo que puede, los límites de este poder y el carácter de estos límites”.

En este sentido, la decisión del gobierno nacional de crear una comisión que investigue el nivel de competitividad de cada sector de la economía es bienvenida, no sólo porque el gobierno es un actor fundamental en la recuperación de la relación entre el capital productivo y el trabajo asalariado, desestructurada en las décadas del 80 y 90 a favor de la renta financiera sino porque, además, aporta una parte del capital a través de subsidios o créditos.

Iniciado un nuevo año, vuelven a replantearse los acuerdos salariales y las condiciones laborales vía convenciones colectivas de trabajo, en las que empresarios, trabajadores organizados sindicalmente y el gobierno se verán nuevamente cara a cara. Esta dinámica es vital para la supervivencia del mismo sistema en la medida en que no se pierda el objetivo estratégico nacional del desarrollo con justicia social. Requiere, eso sí, de la neutralización de la opinión publicada por los medios de comunicación opositores, cuya misión es desarticular la alianza básica entre gobierno y trabajadores social y sindicalmente organizados.

Otro pensador y hombre de estado continuador del autor de la cita anterior nos alerta acerca del peligro de lo que denomina «culto a la espontaneidad o espontaneismo cultural». En este tipo de comportamiento confluyen dos vertientes. Al vincularse orgánicamente estas dos vertientes se corre el riesgo de no ver el todo, la totalidad de los desafíos que nuestro país enfrenta y se termina así practicando un exceso de voluntarismo, cuyo resultado es contrario a la finalidad de los fundamentos esgrimidos.

Los límites de la lucha gremial

Nos referimos por un lado a la vertiente del economismo, que se manifiesta en la reducción de la lucha del movimiento obrero a las cuestiones gremiales o económicas. Esta lógica del comportamiento del movimiento obrero que hace a su propia esencia, se vincula muchas veces con un comportamiento apasionado de grupos de intelectuales que estimulan salidas obreristas al extremo, lo que en el fondo habla de una falta de convicción de la necesidad y de las posibilidades de articular el trabajo intelectual al desarrollo del movimiento obrero.

En resumen, lo común entre ambos comportamientos es la espontaneidad, la ausencia de ver el todo, con sus diferentes momentos y etapas en la construcción de un proyecto de sociedad para el conjunto y no para un solo sector.

La alianza virtuosa entre el capital productivo de carácter nacional y el trabajo asalariado es el eje de la recuperación del proyecto de país que estamos construyendo desde los albores del siglo XXI. Sería una torpeza tirarlo por la borda.

Sintonía gruesa

La situación actual es aprovechada por los que no comulgan con el gobierno para agitar las aguas de la vida nacional, equiparando los planteos del movimiento obrero con las quejas de las empresas petroleras o de las multinacionales en materia fiscal. Una buena salida es redefinir los principales enemigos de nuestra nación, que a demás de ocupar parte de nuestro territorio insular, ocupan áreas de la estructura económica y de las finanzas por las cuales sostienen indirectamente parte de la llegada de barcos de guerra, las plataformas off shore y las recientes visitas indeseadas a nuestras islas Malvinas.

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