Ya en marzo de 1811 se había intentado levantar una batería para frenar el avance realista y posicionarla como baluarte contra los insurgentes de la Banda Oriental. En el primer combate naval de las fuerzas argentinas, frente a San Nicolás, el 2 de ese mes y año, la escuadrilla patriótica al mando del teniente coronel Juan Bautista Azopardo había perdido ¡41 de sus 50 hombres! Francisco de Tarragona, alcalde del Cabildo de Santa Fe, y Artigas, vieron parte de esa flota española en su paso por la Capilla del Rosario. El primero mandó pedir una fortificación en la zona y el gobierno central envió a Hipólito Vieytes, vocal de la Junta que en un viaje de reconocimiento había recomendado muy especialmente esta ubicación, con una gran provisión de clavos (no existían en esta zona).
Por estos pagos no se llegaba a contar mil habitantes. Aún así todos colaboraron con algo y hubo 90 que pusieron manos a la obra. ¿El resultado? Un galpón de 25 por 6 y varios ranchos, con techos de paja, maderamen o cuero; puentes, tablas para asentar las cureñas… ¡Sabrá Dios por qué decidieron suspender desde el gobierno central la medida! y cuando no habían pasado 15 días, se abandonó la obra.
Se decidió la venta de lo construido con las donaciones de los vecinos pero al no haber compradores, se suspendió hasta nuevo aviso. Vino bien, porque sirvió de base para la segunda batería que el 27 de febrero de 1812 “dio a luz” nuestra gloriosa Bandera.
Ni la tregua con los paraguayos en octubre de 1811 ni la firma del armisticio con Montevideo para levantar el bloqueo fluvial de Buenos Aires, duró mucho. Por eso el Triunvirato ordenó construir una batería de grueso calibre en esta zona para interceptar el paso de las naves enemigas. ¿Y a quién enviaron? Al coronel Manuel Belgrano con “el 1º de Infantería” y el Batallón de Castas.
Con un calor intenso, sofocante, con un río en permanente crecida (imaginemos por un momento: ni basura, ni líquidos contaminantes, ni bolsitas de plástico, ni latas de cerveza, ni el detrito de millones de personas…) bordearon la costa del Paraná que fue mudo testigo de la lenta caravana… Luego llegarían para ayudar un Escuadrón de Dragones de la Patria y los Granaderos de Fernando VII.
Pero dejemos que sea el propio Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano (gracias a los buenos oficios de la gente de la Biblioteca Argentina un trabajo sobre el diario de marcha del coronel al Rosario) quien nos cuente que pasó ese 7 de febrero de 1812: “A la una y media de la mañana se tocó generala y marchamos por caminos y campos muy llanos, sin dificultad alguna, y con poco trabajo que se hizo en la barranca de salida de una cañada que han formado las aguas de lluvia, y llaman Saladillo, pasaron muy bien las Carretas, y hallándonos a distancia del Rosario de cerca de una legua, se formó la tropa, sacaron las banderas, y con todo orden seguimos hasta este pueblo, cuyo comandante, capitán Moreno (1) y el alcalde con otros vecinos salieron á recibirnos y ofrecérsenos.
“Llegados a la Plaza Mayor (2) se formó en batalla, y habiéndose depositado las banderas en la Casa que me estaba preparada (3), marchó la tropa al campamento que ya estaba señalado por el Capitán Álvarez en una buena situación cerca del Río, y bajo unos árboles que favorecen mucho por la estación en que nos hallamos”.
“El Pueblo no tiene Casas ni galpones para colocar la gente; se ha encontrado una á propósito para parque de las municiones que trahemos, y almacén de los vestuarios, y demás útiles del Regimiento.
“El Coronel y Oficiales de Caballería de la Patria, y el Capitán de Artillería Herrera, como igualmente el Capitán Rueda, encargado de la construcción de la batería (4), se me han presentado; he tenido mis conferencias con los dos últimos para la pronta conclusión de la obra en que me dicen se trabaja con bastante anhelo, sin embargo de la falta de gente, y lo que es peor, del dinero: pienso esta tarde ir a verlo todo por mí mismo, á fin de tomar los conocimientos prácticos que se requieren”.
(1) El capitán de Milicias de la Zona del Rosario, don Pedro Moreno, fue reemplazado por el capitán Emeterio Celedonio Escalada que quedó el 15 de febrero de 1812 a cargo de la comandancia de la guarnición, formada por los efectivos del Regimiento Nº 5 que acaba de llegar, y elementos del Regimiento de Caballería de la Patria.
(2) La Plaza 25 de Mayo ubicada frente al Palacio Municipal, delimitada por las calles Buenos Aires, Santa Fe, Laprida y Córdoba.
(3) La casa de Vicente Anastasio Echeverría, amigo dilecto y consejero de Belgrano, hermano mayor de María Catalalina Echeverría de Vidal, la dama a quien le cupo la gloria de confeccionar la primer Bandera argentina.
(4) Mitre adjudicó el trazado y la ejecución de los trabajos al coronel de Ingenieros, Ángel Monasterio; Raúl Labougle sacó a luz una nota presentada ante el Cabildo por el rico comerciante José de María, quien para pedir su ciudadanía invocó “la confección de un plano donde figuran diseñadas dos baterías en esa altura del río”; Belgrano, lo señala a Rueda, y todo esto sin contar la historia que las baterías se habían empezado a levantar un año atrás. Aún así, de algo podemos estar seguros, fue Belgrano quien la hizo enarbolar por primera vez en Rosario a la celeste y blanca.