El gobierno de Honduras reconoció ayer que hubo más de 300 detenidos muertos en el incendio de anteanoche en el penal de Comayagua, número que según varios presos se debió a que los guardias no abrieron las celdas, lo que generó la reacción de familiares que ante la falta de información derribaron portones de acceso y se enfrentaron con los policías, que dispararon sus armas y arrojaron gases.
El ministro de Seguridad de Honduras, Pompeyo Bonilla, dijo ayer que “más de 300 reos habrían muerto” en el incendio de la cárcel de Comayagua, 90 kilómetros al norte de Tegucigalpa, aunque agregó que hasta el momento sólo podría confirmar la existencia de “272 víctimas mortales”.
El comisionado de Derechos Humanos, Ramón Custodio López, dijo que la cantidad de muertos podría ser de 356, mientras el vocero de la Policía Nacional, Héctor Iván Mejía, dijo a las cadenas radiales que en el penal se encontraban detenidos 820 presos, de los cuales algo menos de 500 fueron trasladados a un lugar seguro.
Presos sobrevivientes denunciaron que a pesar de la expansión que experimentaba el fuego, los carceleros se negaron a abrir las celdas. “Nos estábamos quemando, sentíamos pánico y más cuando no nos abrían las celdas”, acusó un detenido que fue trasladado al Hospital-Escuela de Tegucigalpa para recibir atención por las quemaduras sufridas. A pesar de los gritos de auxilio que lanzábamos, “no nos abrían los portones hasta que llegó un enfermero y por fin logramos salir”, explicó el recluso, que se identificó como Tiberio ante las cadenas radiales y televisivas.
Uno de los primeros bomberos en llegar, Germán Ramos, indicó que la mayoría de los fallecidos se encontraban apilados en las celdas, lo que indicaba que las puertas no habían sido abiertas. Decenas de quemados y heridos fueron trasladados a varios hospitales de la ciudad de Comayagua.
Por su parte, el presidente Porfirio Lobo ofreció ayer una conferencia de prensa en la que prometió investigar las causas de la tragedia y que suspenderá a policías y penitenciarios responsables del área se solidarizó con los familiares de los muertos.
El director de Centros Penales, Danilo Orellana, señaló, horas antes del discurso presidencial: “No se trata de un motín”.
Ayer a la mañana policías hondureños dispararon contra cientos de familiares de los presos en la Granja Penal de Comayagua que, desesperados por la falta de información sobre sus parientes, derribaron un portón de acceso e ingresaron al lugar.
Las causa del siniestro habría sido una recarga en el sistema eléctrico.