Victoria Rodríguez es psicóloga y licenciada en Bellas Artes. Los problemas humanos y la parte social fueron su directriz de formación familiar. Trabajó durante más de 30 años como docente en escuelas medias, a nivel pedagógico, con adolescentes y dando cátedra en universidades. Su meta era hacer algo relacionado con el arte pero en función de la salud: una articulación de ambas. Y no era la única que se proponía desarrollar ese camino: en Buenos Aires funcionala Asociación Argentinade Arteterapia, que está a punto de cumplir seis años de existencia. Allí se capacitó Victoria Rodríguez, que formó y hoy dicta su propio taller en Rosario.
—¿Qué es Arteterapia?
—En el taller trabajamos con distintas técnicas de pintura, como el rodillo, con tintas, manchas, líneas, distintas superficies y soportes, con collage, con diferentes texturas, témperas, acrílicos. Es una modalidad terapéutica que se puede aplicar con todas las personas, y en todas las edades. Y en distintas circunstancias: tanto en situaciones traumáticas o emergentes. A mí me interesa aplicarlo desde la prevención de la salud, cuando todavía la persona dice: “Yo quiero, yo necesito expresarme desde el arte”. El taller dura casi tres horas, una vez por semana. Hago una entrevista previa con la persona que quiere iniciarse y le pregunto por qué quiere empezar, qué experiencia tiene, qué recorrido histórico tiene y la gente se va con un marco de lo que se trata.
—¿Cómo se trabaja en el taller?
—Apunto al proceso del hacer, la persona después construye una lectura de lo que logró en su producción, que generalmente es grupal. Los grupos son de hasta siete personas, hay que respetar el espacio y el ritmo de cada uno, se apunta a este pliego del arte, que tiene muchas funciones catárticas. También a revalorizar lo simbólico, a explorar. Hay que trabajar con la libertad y la creatividad, y lo podemos hacer todos, no sólo es patrimonio de artistas. Estamos buscando un espacio físico para que se pueda hacer en Rosario. La gente que quiera estudiar, es con una carrera de grado, duraría tres años y el nivel de la gente que se inscribe son psicólogos, psicopedagogos, fonoaudiólogos, terapistas ocupacionales y médicos.
—¿Se psicoanaliza a través del arte?
—El arte le da cauce al síntoma instalado o que se está instalando, esa angustia que está sofocando a la persona, se puede transformar en algo creativo, placentero y dar lugar a otras salidas más sanas y constructivas de la vida de las personas. En la primera etapa del taller se le da una consigna y se van familiarizando a través de distintos materiales. No me centro en las técnicas de arte, es un proceso más espontáneo.
—¿Se deja de lado la “palabra”?
—La palabra está sometida a la censura, en cambio cuando uno dibuja o tira pintura sobre un lienzo, no se puede medir hasta dónde uno se muestra y hasta dónde no, los elementos del inconsciente van apareciendo permanentemente, algunos se asombran de sus propias producciones y eso, hablando, nunca hubiera salido.
—¿Cuál es el enfoque del Arteterapia?
—Que la persona sea sujeto autor y actor de sus propias construcciones, la idea es no hacer interpretaciones, lo que sí se puede hacer son algunas intervenciones, buscar asociaciones en relación a la elaboración que hizo y a la consigna que se le dio. Se puede hipotetizar, no hay que patologizar el arte. Lo simbólico es inherente a todo ser humano: es difícil atravesar la vida, que nos presenta tantas dificultades, que es tan compleja, Entonces, tener una herramienta como el arte, y una estrategia de trabajo, me parece fundamental. Es una experiencia intra e intersubjetiva porque es un permanente ida y vuelta.
—¿Cómo empezó?
—Vengo de dos vertientes que casi no se tocaban: empecé estudiando Bellas Artes y me di cuenta que necesitaba más letra. Mi trayectoria universitaria fue el arte por un lado, y la formación docente y en Psicología por el otro. Aunque parecían estar separadas, se juntaron. La gente venía a preguntar desde el arte, desde el lugar de la demanda. Querían saber si podían perfeccionarse en lo que ya conocían.
