Otra tragedia ferroviaria volvió a enlutar a la Argentina. A las 8.28 de ayer, un tren fuera de control de la exlínea Sarmiento no detuvo su marcha al llegar al andén y chocó contra la estación Once, donde termina el recorrido. Por el impacto, 50 personas perdieron la vida, entre ellas un chico de siete años, y 676 resultaron heridas. Unos 50 pasajeros siguen internados en hospitales porteños en gravísimo estado. El maquinista fue rescatado entre los hierros retorcidos con vida.
La formación de ocho vagones partió de la localidad de Moreno con destino final Once. Según contaron cuatro pasajeros que resultaron ilesos a ámbito.com, en Morón frenó y por altoparlante se anunció que el servicio era directo. «Cuando dijeron eso se bajó un montón de gente, pero después cambiaron y volvieron a decir que era ‘local’, y se volvieron a subir todos», dijo Fernando, de 28 años, que viajaba en cuarto vagón. Los testigos aseguran que antes de llegar a Haedo el motorman habría accionado los frenos bruscamente en dos oportunidades. Lo mismo ocurrió en la estación Ramos Mejía. «El tren se pasó un vagón entero, no pudo frenar y quedó el primer vagón salido, adelante del andén», relató una pasajera que solo sufrió pequeños cortes en las manos. «Me salvé porque venía en el quinto vagón», agregó.
El convoy fuera de control ingresó por el andén 2 de la estación Once. La velocidad máxima de arribo es de 5 km/h, pero según dijeron los talleristas ferroviarios iba a 25 km/h.
A pocos metros, detrás de la línea de molinetes plateados por donde pasan miles de personas diario, un empleado de un kiosko vio todo. «Escuchamos una explosión tremenda y todo fue un caos. Corrían por todos lados. Los que estaban esperando para subirse vieron que no paraba y salieron corriendo, se empujaron, saltaron los molinetes como pudieron. Algunos intentaron ayudar, pero era un caos. Encima la puerta de emergencia de rejas estaba cerrada. Los que peor la pasaron fueron los del primero y segundo vagón».
• Rojo, amarillo o verde
Los primeros rescatistas en actuar fueron los mismos pasajeros. Minutos después, llegó una veintena de ambulancias del SAME, decenas de policías, personal de Bomberos y de Defensa Civil. Durante casi cuatro horas más de 200 personas se abocaron a las tareas de salvamiento. Con vallas se montó un corredor para que pasen las camillas desde el tren directo a las ambulancias que esperaban sobre la calle Bartolomé Mitre.
Los bomberos cortaron los fierros con moladoras y pinzas, los policías sonaban sus silbatos para abrir paso y los médicos corrían de un lado a otro para salvar a los pasajeros. Dos helicópteros al servicio del SAME aterrizaron frente a la Plaza Miserere para trasladar a los más comprometidos. Para definir a qué hospital derivar a cada paciente se calificó a las víctimas con colores: rojo, muy grave; amarillo, con politraumatismos o fracturas expuestas, y verde para los más leves. «La prioridad era sacar a los rojos», sostuvo Emilio Calabuig, médico pediatra del Hospital de Ezeiza, que también fue movilizado para asistir a los heridos.
Los días laborables, en hora pico, los pasajeros que llegan a bordo del tren a Once acostrumban cruzar de vagón en vagón para estar más cerca del primero, que desemboca en la salida. «Se amontonan todos para bajar, se desesperan», afirmó el kioskero. La mayor cantidad de víctimas faltales fueron sacadas del primero y el segundo. «Cuando abrieron el fuelle cayeron cinco cuerpos. Esa imagen no me la voy a olvidar. Estamos entrenados para salvar vidas no para perderlas», describió Calabuig.
El director del SAME, Alberto Crescenti, dirigió el rescate. Ayudaron médicos bonaerenses, de la Nación, equipos del Ejército de Salvación y hasta voluntarios de Florencia Varela y un grupo de boy scout. Crescenti confirmó ante los medios que en la formación había víctimas fatales, pero evitó dar precisiones. Las camillas salían cargadas y pronto regresaban. La foto más cruda de la tragedia mostró a un grupo de seis médicos intentando reanimar a un chico de siete años acostado sobre una camilla en el medio del hall. A la vista de todos, le presionaron varias veces el pecho con las manos y le dieron respiración boca a boca, pero finalmente murió.
Dos horas más tarde, con los heridos atendidos en los hospitales de la Ciudad, Fernando Sostre, vocero de la Policía Federal, confirmó que había 49 muertos y dio detalles del trabajo de remoción de hierros. «Fue un trabajo paciente, firme, la gran mayoría fueron rescatados con vida. Era muy difícil liberar a los atrapados. Se montó una roldana en el techo del primer vagón, que bajaba una cuerda y con un cinturón se fueron sacando», explicó Sostre. «El rebote del impacto, la inercia, dio contra el segundo vagón que se metió siete metros dentro del primero», completó. Lo mismo dijo el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, que estuvo en el lugar poco después del choque. «Hubo un desperfecto en los frenos e impactó a 20 km/h», expresó el funcionario nacional.
Sin embargo, cerca de la medianoche Claudio Avruj, Subsecretario de Derechos Humanos del Gobierno Porteño, brindó una conferencia de prensa donde informó que el número de cuerpos en las morgues de Capital ascendían a 50. Familiares peregrinaban por hospitales y por ese lugar buscando datos los desparecidos.
• Las causas
Los motivos del choque no fueron esclarecidos y a lo largo de la mañana surgieron varias explicaciones, pero ninguna fue confirmada oficialmente. La primera indicaba que el tren se topó con un montículo de tierra sobre las vías, perdió el control y descarriló. Otra apunta al error humano del maquinista, que sin medir consecuencias no accionó los tres frenos de emergencia al aproximarse al andén.
Un grupo de gremialistas ferroviarios ligados al dirigente Rubén «Pollo» Sobrero denunciaron que los coches no están en condiciones de circular por falta de mantenimiento e inversión. La última hipótesis sostiene que los dos brazos hidráulicos ubicados al final del riel, en la estación, estaban contraídos y no lograron amortiguar el impacto.
La investigación quedó a cargo del juzgado federal N° 3 de Claudio Bonadío, que de inmediato ordenó secuestrar las conversaciones grabadas entre el conductor y la base de control y los videos que registran la cámara delantera del tren, las de seguridad de la terminal y la que enfoca en todo el trayecto al maquinista y revela todos sus movimientos.