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Recordaron los 35 años de la intervención militar en la Vigil

Se realizó un mural. Además, los ex directivos, con Augusto Duri a la cabeza, reclamaron que se les restituya la personería jurídica y los bienes saqueados por la dictadura.

Augusto Duri, el último presidente de la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil de Rosario, dijo hoy, al cumplirse 35 años de la intervención de ese proyecto educativo, cultural y académico del barrio de Tablada, que el saqueo y liquidación de la institución rosarina demuestra que el del 24 de marzo de 1976 “no fue un golpe militar solamente, porque hubo civiles que participaron de ese gobierno genocida”.

Duri comparó el caso de la Biblioteca Popular, o “la Vigil”, como se la conoció siempre en Rosario, con el de Papel Prensa.  “Tenemos toda la razón de pensar que estamos frente a algo dedicado a destruir una entidad que ideológicamente no coincidía con la dictadura”, sostuvo el ex directivo de la entidad ubicada en zona sur, que en la década del 60 llegó a contar con biblioteca, guardería, escuela primera y secundaria, universidad popular, una mutual y emprendimientos productivos propios.

El último titular de la comisión directiva de la Biblioteca Vigil participó este mediodía de la realización de un mural para recordar los 35 años de la intervención de la institución, el 25 de febrero de 1977, organizado también por la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y el Colectivo de ex Presos Políticos de Rosario.

Durante la actividad, denominada “Mate, Memoria y Mural”, jóvenes militantes pintaron un mural que recuerda a los 26 socios y ex empleados de la Biblioteca Vigil que fueron desaparecidos por el terrorismo de Estado.

También se destacó la activa participación de civiles vinculados a la Iglesia y a los estamentos educativos de la provincia, así la enajenación de un patrimonio millonario que aún Santa Fe no devolvió a sus socios.

“Nosotros buscamos visibilizar a los compañeros, pero lo hacemos con sus militancias, porque en el mural al lado del nombre se pone la agrupación a la que pertenecía”, dijo Mónica Garbuglia, del Colectivo de ex Presos Políticos.

“Ésta era una gestión hecha desde el barrio, la gente que lleva a adelante el proyecto y la que crece es gente del barrio, es una construcción desde abajo y esa es la importancia que tiene y por eso se destruyó”, agregó.

Mientras los jóvenes daban las primeras pinceladas a un paredón sobre calle Alem y pasaje Perkins, en el barrio Tablada de la zona sur de Rosario, Garbuglia explicó que “todos los murales del Colectivo dicen ‘Murieron para que la patria viva’. Ése es el sentido que se le da a la muerte de nuestros compañeros”.

En esta esquina también se produjo apenas iniciada la intervención una quema de libros considerados subversivos por al dictadura, muchos de ellos producidos por la propia Editorial Vigil, la primera que publicó un libro de Juan José Saer o las obras completas del poeta Juan L. Ortiz.

La Biblioteca Vigil de Rosario nació como un desprendimiento de la Sociedad Vecinal del Barrio General San Martín y Villa Manuelita, y en 1959 lanzó su primera rifa –que luego serían muy famosas en esta ciudad y en gran parte del país– cuya recaudación se destinaría a adquirir material bibliográfico que engrosara los anaqueles del proyecto.

“Empezamos con un capital de 200 pesos y 200 socios, realizamos una rifa que empezó a ser el sustento económico de la biblioteca”, recordó hoy Duri, en diálogo con esta agencia.

“Ése fue el sustento a tal punto que con el tiempo emitiríamos tres series de 40 mil números y se venderían 100 mil números en Rosario, Santa Fe y en otras provincias”, rememoró el ex directivo.

Estimó que “en valores de ahora significaban como 10 millones de pesos mensuales”.

Esos ingresos permitieron a la Biblioteca Popular Vigil iniciar en 1963 un jardín de infantes y el edificio de la entidad, y fundar un año más tarde la Universidad Popular que contaba con cursos de música, astronomía, dibujo, ajedrez, ciencias sociales y teatro.

En 1965 se creó la editorial de la biblioteca, que llegó a publicar unos 100 títulos con “tiradas millonarias”, recuerdan los ex socios de la institución, que también contó con una caja de ayuda mutual, realizó una barrio de 400 viviendas para sus afiliados y levantó un edificio de 10 piso en el centro de la ciudad destinado a premios de las rifas.

Aquel apogeo del proyecto cultural la zona sur se interrumpió el 25 de febrero de 1977, cuando la dictadura decidió intervenir la Biblioteca Popular Constancio Vigil.

Consultado por los motivos de la decisión, Duri contó que “el teniente coronel Sócrates Alvarado dijo, y está en los diarios, que en la esquina de Gaboto y Alem había flameado el trapo rojo y eran de ideologías extrañas al ser nacional”.

El militar dijo aquel día: “Bien sabe la opinión pública que la inspiración incuestionable de los distintos canales de acción de esta entidad, ha venido siendo desde hace años apátrida y marxista”. “El mismo día nos detienen a ocho integrantes de la comisión directiva”, recordó hoy Duri.

“Estuvimos casi dos meses desaparecidos y hubo serios inconvenientes, quedaron cesantes todos los empleados, les pagaron el 20 por ciento de lo que les correspondía por indemnización”, agregó.

Luego, los ocho directivos fueron puestos a disposición del Poder Ejecutivo y más tarde, aún durante la dictadura, fueron liberados.

Duri recuerda una anécdota que, según su visión, ilustra el carácter civil que también tuvo el golpe de Estado de 1976.

“En la Universidad Popular había unos mil alumnos y allí se daba música, desde instrumentos de viento a piano. Había cinco pianos cuando llegó la intervención”, dijo.

Y agregó: “Un personaje civil de Rosario, el contador (Emilio) Cancellieri, que asesoraba a la intervención, decía en ese momento que el negrito que quiere estudiar piano se tiene que comprar un piano”.

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