Para entender lo que pasó con Central en Córdoba es apropiado presentarlo como una obra terrorífica compuesta por cuatro actos, en donde sucedieron otros tantos hechos bochornosos.
Primer acto: Por la mañana amanece con fiebre Gonzalo Castillejos, el nueve y goleador de Central. Lo que es un problema de difícil solución para el técnico, Juan Pizzi. El DT tenía al alcance de su mano a Javier Toledo, de profesión centrodelantero como Castillejos. Lo que se hubiera interpretado como una variante hombre por hombre. Está claro que hasta acá Toledo no mostró nada interesante, pero es nueve de área y está en el plantel. Sin embargo Pizzi la jugó de estratega y cambió posicionalmente medio equipo para incluir a Vismara, alguien que hace más de una temporada que no jugaba por padecer una grave lesión. Vale la pregunta entonces: ¿Para qué trabajó sobre la semana con una idea de juego, si en el desayuno del domingo cambió todo?. Conclusión: un horror. Vismara jugó mal, Méndez se dedicó a pelearse con todos, y Biglieri de punta fue penoso. Pésima puesta en escena de Pizzi, quien arrancó perdiendo el partido desde el café con leche.
Segundo acto: un gol a los 15 segundos. Insólito, por donde se lo mire. Mientras la mitad, al menos, de los doce mil hinchas canallas se estaban persignando. Valentini y Broun se prendieron a los homenajes para con Chespirito, el arquero salió sin sentido, y Valentini, después de que Lequi contenga con una cortina al delantero cordobés, de zurda pretendió jugar con Delgado (se supone) y habilitó a Encina, que por arriba de todos puso el 1 a 0. Si alguien pensó que la cosa había terminado en el penal contra Gimnasia, en La Plata, se equivocó. El dúo mostró que está para más, principalmente Valentini.
Tercer acto: Con un estado de locura instalado el chaqueño Medina, acaso el hombre más importante de Central, fue mal contra Barsottini, aunque no llegó a impactar con su codo, y lo que debió ser una tarjeta amarilla con advertencia de parte de Maglio, fue roja directa. Barsottini hizo teatro, como todos en el cada vez más ventajero fútbol argentino, y Maglio liquidó a Central. A su foja personal el árbitro agregó un penal no cobrado a Biglieri, y también debió expulsar al boxeador Méndez, quien jugó mal pero se sacó los nervios a pura patada.
Cuarto acto: Central futbolísticamente no dio la talla. Y cuando Lequi se enojó con los periodistas, al ser consultado sobre el bajo volúmen de juego que viene desarrollando Central, simplemente evitó el tema porque no tenía respuestas razonables y dijo «por qué no la terminan con eso». Central juega mal y no supera la primera adversidad, pasó en Córdoba, porque los problemas nacen en su defensa, pasan por el medio y continúan en el ataque y terminan en Pizzi. A equipos débiles como Desamparados, Defensa y Justicia o Atlanta, les gana por peso específico. Con Instituto quedó chiquito, casi insignificante. Vale recordar que la Gloria hizo el primer gol once contra once, y el segundo y tercero cuando estaban diez contra diez. Igual nada se definió contra Instituto, falta mucho y derrotar a los débiles puede ser el camino a seguir.