El problema de este megaemprendimiento (el de Agua Rica, en Catamarca), tres veces mayor que el de Bajo La Alumbrera, es su cercanía con la ciudad, de apenas 17 kilómetros y a 3.200 metros de altura, es decir sobre las cabezas de los andalgalenses y en las nacientes del río Andalgalá.
La evaluación que hizo la Universidad Nacional del Tucumán, que es pro minera, aún así cuestiona muchos aspectos de este emprendimiento y alerta sobre riesgos de contaminación del aire, las aguas superficiales y subterráneas y la generación de avalanchas y otros eventos catastróficos dada la ubicación de la mina en terreno muy escarpado y de inestabilidad geológica.
La gente de Andalgalá, una ciudad de veinte mil habitantes, ve este emprendimiento como una peligrosa amenaza y de hecho lo es. No se opone a la minería, sino a este tipo de megaemprendimientos de minería a cielo abierto que generan fuerte impacto en cercanía de las ciudades o de las fuentes de agua en territorios desiertos.
No se trata de una postura ideológica de ambientalistas locos, como la quieren presentar, ni de un ataque político a un gobierno determinado. Se trata de un reclamo concreto y por motivos legítimos y serios. Quieren ser escuchados y que se respete su opinión, ya que ellos son los directamente afectados por el emprendimiento. Esto no se puede decidir en Buenos Aires.
En cuanto a Famatina, a simple vista hoy ciertas semejanzas por la proximidad de la megamina a una población. Bajo La Alumbrera no se encuentra tan cerca de una población grande, pero su influencia ha afectado de hecho a algunas poblaciones a raíz de filtraciones que se produjeron en el dique de colada y varios episodios de derrames de líquido contaminante por roturas en los mineraloductos.
De cualquier manera, La Alumbrera tiene escasa vida útil. Esto es lo que hace temer a los andalgalenses que motive la reactivación del emprendimiento de Agua Rica, que estaba suspendido.
En cuanto a la contaminación éste es otro de los falsos debates ya que la presencia o no de cianuro no es central en el cuestionamiento a este tipo de megaminería. Los episodios de contaminación que se denunciaron en La Alumbrera tienen que ver con filtraciones de material que es de por sí contaminante, con independencia del uso o no de cianuro.
En Agua Rica, aun cuando se asegurara que no utilizará cianuro, ello no impide que exista contaminación de otra índole ya que utilizarán toneladas diarias de explosivos demoliendo cerros enteros, lo cual inevitablemente produce contaminación del aire con partículas que ocasionan enfermedades respiratorias.
El material triturado produce también riesgo de contaminación con metales pesados y en contacto con el agua eleva la acidez hasta tornarla no utilizable.
Yo no me opongo por principio a la megaminería. Lo que sostengo es que en cercanías de las ciudades o de sus fuentes de agua no es aceptable.
Si quieren instalar una megamina a cielo abierto en un paraje desierto y se aseguran los procedimientos técnicos para no contaminar las aguas, no soy tan ciego como para oponerme.
Sobre la generación de puestos de trabajo, en La Alumbrera se trajo el personal de afuera y fue escasa la toma de mano de obra local. La verdadera incidencia fue en los ingresos fiscales, pero son irrisorios respecto de las utilidades de esta multinacional.
Yo no vivo en Catamarca sino en Buenos Aires. Fui a Andalgalá y me matriculé allá porque era tanta la presión de la multinacional y de las autoridades provinciales que dirigía Eduardo Brizuela del Moral que ni siquiera podían conseguir un abogado local para firmarles el amparo. Tuve que hacerlo yo.
El 15 de febrero se cumplieron dos años de la feroz represión que dispuso el gobernador radical contra los andalgalenses. Muchos creían que al cambiar el gobierno eso no iba a volver a pasar, pero no fue así.