La urbanización acelerada del mundo actual no satisface las necesidades de la infancia y un informe conjunto de la agencia ONU-Hábitat y la Unicef advierte que ello afecta los derechos humanos de los niños.
Naciones Unidas resalta que hacia el año 2020 cerca de 1.400 millones de personas vivirán hacinadas en asentamientos precarios –especialmente en Asia y Africa– donde serán inaplicables las previsiones de la Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño. “El hambre y la desnutrición tienen un rostro cada vez más urbano y el número de personas pobres y desnutridas está aumentando más rápidamente en las zonas urbanas que en las zonas rurales”, alegan los expertos internacionales.
Y señalan que incluso las personas aparentemente bien alimentadas pueden padecer el “hambre oculta” de la carencia de micronutrientes: elementos esenciales como la vitamina A, hierro o zinc que aportan frutas, legumbres, pescado o carne.
Se resalta que sin tales micronutrientes, los niños corren un mayor peligro de muerte, ceguera y retraso del crecimiento, y de tener un menor coeficiente intelectual: una nutrición deficiente contribuye a más de una tercera parte del fallecimiento de los menores de cinco años a escala mundial. Un reciente documento de Unicef cita el artículo 19 de la Convención sobre los Derechos del Niño, que pide medidas para proteger a niños y niñas contra todas las formas de violencia física y mental, lesiones o abuso, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluyendo el abuso sexual. Otros artículos abordan la explotación económica y el trabajo peligroso, la explotación sexual y la trata de personas.
La ONU consigna que en el mundo cerca de 2,5 millones de personas realizan trabajos forzosos como consecuencia de la trata, de los cuales entre el 22 y el 50 por ciento son niños. Inclusive cuando no son víctimas de la trata, muchos se ven obligados a trabajar para sobrevivir: unos 215 millones de niñas y niños entre 5 y 17 años fueron sometidos al trabajo infantil en 2008, y 115 millones en trabajos peligrosos.
Las estimaciones sugieren también que decenas de millones de niñas y niños viven o trabajan en las calles de las ciudades del mundo, número que según la ONU va en aumento debido al crecimiento de la población mundial, la migración y la creciente urbanización. “Vivir en la calle expone a los niños y niñas a la violencia, y sin embargo pocas veces se investigan los delitos que se cometen contra ellos, y pocos están dispuestos a actuar en su defensa”, sostienen los especialistas de Unicef.
Y añaden que “investigadores, organismos nacionales e internacionales de derechos humanos han informado que las fuerzas policiales y de seguridad han abusado de niños y niñas en las calles de las ciudades de todo el mundo”. La ONU enfatiza que “los derechos de la infancia no se pueden cumplir ni proteger a menos que los gobiernos municipales y nacionales, y las organizaciones internacionales vayan más allá de los promedios generales de las estadísticas de desarrollo y combatan la pobreza y desigualdad que caracterizan la vida de tantos niños en las ciudades”.
ONU-Hábitat pone énfasis en cinco principales privaciones: el acceso a un suministro mejorado de agua, al saneamiento mejorado (eliminación de excrementos), seguridad sobre la tenencia de la vivienda, carácter permanente de ésta, y espacio suficiente de vivienda (ninguna habitación compartida por más de tres personas).
Se admite que una tercera parte de la población urbana del mundo vive en tugurios. Las condiciones inadecuadas de vida son una de las violaciones más persistentes de los derechos de la infancia, y al respecto Unicef sostiene que “no es posible disfrutar de la salud en un ambiente contaminado, y no se puede ejercer el derecho a jugar sin un lugar seguro para jugar”.