Un joven de 22 años presentó anteayer una denuncia penal contra ocho policías, a quienes acusa de propinarle una feroz golpiza a él y toda su familia cuando allanaron su casa, ubicada en barrio La Cerámica. Los procedimientos, que se hicieron en total en tres viviendas, se realizaron a primera hora del miércoles con orden del Juzgado de Instrucción 6ª y tenían como objetivo encontrar a un hombre apodado Costilla, buscado por varios robos, según se desprende del escrito emitido por la Fiscalía en turno de Tribunales. “Me rompieron dos dientes, le pegaron a mi papá y a mis hermanos”, reclamó el muchacho, quien agregó no tener nada que ver con el pibe buscado.
“Hasta la perra la ligó. Es una labrador que está embarazada. Nunca muerde pero se ve que se descontroló cuando nos pegaban”, fue lo primero que dijo Jonás sobre lo ocurrido anteayer a las 6.30 en el interior de su casa, ubicada en barrio La Cerámica.
“Estaba re dormido cuando escuché un golpe fuerte. No llegué a despejarme, que entraron un montón de policías con pasamontañas en mi casa. Vivo con mis dos hermanos y mi papá. Nos apuntaron, nos hicieron tirar al piso al lado de las camas, nos pegaban puntinazos con los borcegos por todo el cuerpo y nos pisaban las manos. Les dije que prendan la luz para que nos vean la cara y se dieran cuenta que no éramos los que buscaban. Pero siguieron con los golpes. Fue así que una de las patadas me la dieron en la boca y me rompieron dos dientes y me dejaron la nariz sangrando”, contó el muchacho.
“Los seis que entraron primero estaban encapuchados y estaban todos de negro, pero se veían sus uniformes. Después vinieron dos policías a cara descubierta. Eran de la 34ª, un hombre y una mujer. Nos sentaron en la mesa y nos dieron un papel para que firmemos”, relató Jonás.
Su padre no sabe leer, confesó y por ello su hermano Gustavo leyó en voz alta lo que decía la nota que querían hacerles firmar. “Decía que entraron para buscar a un pibe de apodo Costilla. Lo firmamos y se fueron sin pedirnos disculpas. La nuestra no fue la única casa donde se metieron, entraron en dos más y también le pegaron a las familias”, agregó.
“Yo tenía mucha bronca y así como estaba todo ensangrentado me fui hasta la comisaría 34ª para denunciarlos. Las dos policías que estaban en la seccional se mataban de risa y, como para tomarme el pelo, me dijeron que fuera más tarde para que me tomen la denuncia”, prosiguió el joven.
“Mi papá quería que dejemos todo así porque él dice que siempre pasan estas cosas pero no me parece justo porque tengo toda la boca rota. Yo tenía una entrevista de trabajo pero ¿qué voy a decir cuando me pregunten que me pasó? Apenas diga que fue la Policía, no me van a tomar. Aunque se sepa que ellos se equivocaron, van a pensar cualquier cosa”, reflexionó Jonás.
“Vivimos con mi papá que vende flores. Soy el más grande, después sigue Gustavo, de 18, y Emanuel, de 17, siempre estudiamos y trabajamos”, contó en otro momento, buscado de alguna forma intentar entender porqué fue víctima del abuso policial.
“Trabajo en un carrito de comidas y este año empecé los cursillos para estudiar ingeniería en la Universidad Tecnológica. No quiero quedarme callado como dice mi viejo. (La Policía) Se aprovecha porque mucha gente del barrio no está escolarizada o no tienen recursos y se quedan sin hacer nada. Pero es una injusticia”, se quejó el joven y remarcó que ayer a la mañana también se presentó en la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia para dejar asentado su reclamo.
En tanto, en la denuncia penal que realizó el muchacho de 22 años figura que sufrió lesiones en pómulos, nariz, labio superior derecho, incisivo central e incisivo lateral que pudo constatar el miércoles a la mañana el médico forense, detalla el escrito al que tuvo acceso El Ciudadano.