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Desde Rosario, Los Verdes “mete” ecología en política

Por: Luciana Sosa. Para Villalonga, el país “no aguanta” un modelo sustentado en las regalías mineras y los ingresos de la soja.

Juan Carlos Villalonga tiene en su carta de presentación una historia de renombre en la lucha por el cuidado del medioambiente. Luego de ser parte, durante 26 años, de la militancia verde desde organismos no gubernamentales como el internacional Greenpeace y el rosarino Taller Ecologista, hoy se suma y encabeza el partido político que promete cambiar el concepto de hacer política. El grupo Los Verdes ya tiene militantes en la Argentina y desde mayo de 2011 comenzó el trabajo de hormiga a nivel nacional tan característico de las fuerzas recién nacidas. Con un proyecto en marcha en el Congreso Nacional, Los Verdes no esperan a tener una banca para elevar propuestas: aún con fuertes críticas a la gestión provincial, se unen en trabajo con el socialismo santafesino y critican la administración nacional. “Hoy los peronistas ignoran el discurso del mismo (Juan Domingo) Perón de conciliar el desarrollo económico con la protección ambiental”, reprocha el dirigente.

En diálogo con El Ciudadano, Juan Carlos Villalonga remarcó que si bien sabe que este proceso de ingresar en el conocimiento de la gente como fuerza política y quitar el tilde de “grupo ambientalista o de ONG” va a llevar su tiempo, confió: “Los políticos piensan que los ciudadanos no saben que están perdiendo recursos naturales, que el aire está enviciado, que se piensa arrasar con los bosques por la soja, y sin embargo no es así, la gente lo sabe y lo va a demostrar con su voto”.

—¿Cómo se trabaja para figurar como una fuerza política preocupada por el medio ambiente y no caer en la mirada de una ONG ecologista?

—Hay algo muy fuerte: tenemos que trabajar con urgencia hacia el futuro. No sólo ver el pasado y ver cómo hacemos, sino que ahora tenemos menos tiempo para reparar los daños. En 1992 se firmó la convención del cambio climático en Río de Janeiro, y en 20 años prácticamente se hizo muy poco. No sólo debemos ver cómo hacemos para poner esto en marcha, sino tomar conciencia que el tiempo perdido ha hecho que la situación empeore. Hasta ahora muchos, inclusive periodistas que me contactan para una nota, me presentan “desde la ONG Los Verdes”. Este reconocimiento va a llevar tiempo pero será un logro. De hecho ya lo es al haber iniciado el partido en el país, y trae como lastre años de trabajo productivo desde esas ONG en las que participé.

—¿Se estudia la posibilidad de aliarse a otro partido?

—Un espacio verde es una construcción en la cual, claramente, hay una vocación de generar alianzas y espacios de colaboración. En este momento, toda la vocación está puesta en construir nuestra propia identidad, pero no descartamos un trabajo en equipo con otro partido. Reconozco que tenemos muchas diferencias con el socialismo en Santa Fe. Hoy hay una impronta del viejo desarrollismo y si bien se tiene la cabeza bastante abierta, hay mucha ortodoxia económica y, por lo tanto, no coincidimos. Con el gobierno nacional las diferencias son enormes. En su concepción de desarrollo atrasa unos 50 años y aplica recetas de las cuales el propio Perón se desdijo de algún modo, cuando da su mensaje del año 72. Ya se cumplieron 40 años de la carta que trata sobre la sustentabilidad y el desafío de conciliar el desarrollo económico con la protección ambiental, algo que ha sido olvidado por quienes se dicen peronistas.

Nadie tomó ese mensaje como una bandera y un desafío para desarrollar. El peronismo ha repetido recetas de la década del 40 y del 50 ignorando el debate que se ha dado en el mundo en los últimos 30 años.

—¿Si bien también hay diferencias, son menores con el gobierno de Santa Fe, cómo se trabajará en la provincia?

—Santa Fe es una provincia que nos interesa mucho porque hay mucho movimiento y para un partido chico como nosotros es importante comenzar a crecer en lugares donde la política sea creíble. No olvidemos que en muchas provincias les roban los votos a los demás. Uno debe crecer donde las reglas de juego sean más o menos parejas, donde el gobernador no sea la única voz. Lo interesante es que no nacemos de un repollo. Los Verdes, como fuerza política, tenemos 30 años en el mundo (surgió en 1981 en Alemania), en Brasil tuvo un desempeño fantástico en las elecciones presidenciales hace dos años, con un tercer puesto; lo mismo con el segundo que obtuvieron en las elecciones en Colombia. Hoy Argentina también tiene su partido verde.

—¿Qué proyectos tienen sobre políticas ambientales para la Argentina?

—Empezamos a presentar proyectos legislativos como ciudadanos. En noviembre presentamos uno sobre establecer metas para lograr que el sistema eléctrico vaya a un camino diferente al actual. Por ejemplo, pedimos el cierre de las centrales nucleares en 2020. Lo presentamos como particulares y lo tomó el diputado nacional (de la Coalición Cívica) Carlos Comi. No hay una relación política, sino un vínculo de trabajo de muchos años con él como lo fue en su momento también con (el senador socialista Rubén) Giustiniani.

Ya hay una idea de Los Verdes en el Congreso de la Nación, no podemos esperar a tener una banca para empezar a proponer. Sobre esto sí podemos hablar de “alianza” en la acción y desafiamos a los demás partidos a asumir estos proyectos hasta tener nuestras propias bancas.

—¿Las alianzas en la acción garantizan la respuesta de la gente?

— Como ya dije, la gente va tomando conciencia de las cosas que están y nos hacen mal. El caso de las minerías es muy interesante, nadie puede negar que existe un malestar importante con el tema, que hay una crítica en las provincias mineras y hay un debate que no se resuelve. No son minorías las que critican, es todo un pueblo que se hace escuchar.

Sin embargo, ni en época de elecciones los candidatos se hacen eco de estos reclamos, y ante las propuestas obligan a la gente a votar más de lo mismo. Nosotros no somos un partido oportunista, y nos hemos ganado la credibilidad en cada tema ambiental. Es por eso que esta línea verde en el mapa político va a contar con su adhesión de los que sean concientes del daño que se está produciendo tanto a nivel agricultura como en materia de minerías y contaminación, por sólo nombrar algunas aristas.

—¿Cómo tomaron la iniciativa de crear una Sociedad Anónima para regir los destinos del delta entrerriano?

—No estamos trabajando sobre el conflicto en los humedales, tampoco sobre la situación en Famatina. Sí puedo decir que el gobierno nacional practica un progresismo muy particular, como el activismo de la política agropecuaria, que sin dudas es una actividad fundamental para el país pero no la estrategia no puede girar alrededor de una producción total de soja. Hoy tenemos 100 millones de toneladas de granos de exportación y se plantea llegar en pocos años a 160 millones de toneladas. Hacemos los números con esa cifra y se terminan los bosques de la Argentina, o se van a los humedales como en Entre Ríos. ¿Cómo hacemos? Acá vemos que no se aplicará la ley de Bosques, mientras las condiciones sean dentro del plan estratégico alimentario, porque se van a demoler esos bosques. Por otro lado, tenemos la ley de Glaciares que quedó desactivada en sus puntos más calientes, como los que competen a San Juan y la Rioja.

Con nuestro objetivo de trabajo desde Los Verdes queremos demostrar que se puede seguir con la agricultura como medida económica pilar del país sin demoler los bosques, y con energía eléctrica sin las centrales nucleares. Pero hay que ver escalas, tecnologías, impactos, no podemos ir adelante porque si. Este modelo se legitima con planes sociales. Con dinero y las regalías de la minería, los ingresos por la exportación de la soja. Con un sistema así, no hay país que aguante.

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