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Educación inclusiva para asegurar salida laboral

El desafío es contribuir a la formación de chicos con necesidades especiales para asegurar su futuro.

La educación inclusiva “debe ser una opción” para los chicos con necesidades especiales, ya que contribuye a que “tengan una buena formación y una mejor salida laboral”, sostuvo el presidente de la Asociación Síndrome de Down de la República Argentina (Asdra), Raúl Queirehlac, en ocasión del Día Mundial que se conmemoró ayer.

“Lo ideal es la educación inclusiva tanto para las personas con necesidades de educación especial como para el resto del ámbito educativo, que aprende de alguna manera a convivir con alguien diferente y tiene noción de qué es la diversidad”, explicó Queirehlac en diálogo con la agencia Télam.

Sostuvo Queirehlac: “Lo mejor que podemos proponer como padres es la inclusión e igual respeto a los que no quieren llevarlo a una escuela común porque creen que fuerzan una situación y prefieren llevarlo a una escuela especial, pero la opción debe estar”.

En este sentido, Queirehlac reconoció que “hay más facilidad en la escuela privada, porque tenés la opción de llevar a tu maestra de apoyo, a tu costo o a través de la obra social, mientras que en la escuela pública eso no prospera porque el docente de apoyo no está incluido en la plantilla”.

“Lo que nos pasa en la ciudad de Buenos Aires es que nos dicen cuáles son las escuelas que hacen inclusión, pero después la maestra de apoyo tiene asignado un distrito enorme, y en realidad va una vez por semana, unos diez minutos. Que te asignen un recurso así es lo mismo que nada”, explicó. Y agregó: “Entonces el chico no fracasa porque está en un colegio común, sino porque no tuvo el apoyo adecuado”.

Queirehlac destacó el caso de Laprida, en la provincia de Buenos Aires, donde la educación especial está integrada con la escuela común. “Los profesionales van con la frecuencia necesaria o que les interesa a los padres, pero Laprida es una isla”, reconoció.

En esta línea, Asdra está trabajando el próximo seminario, donde escucharán el caso de Italia, donde hace 40 años funciona la educación inclusiva. “Ellos lo llamaron la «inclusión salvaje», porque de un día para el otro cerraron las escuelas especiales y toda la estructura se ensambló. No debe haber sido fácil, pero todos los que necesitan educación especial están incluidos en el colegio”, contó.

El presidente de Asdra contó su experiencia personal: “Más allá de la estimulación temprana que le dimos a nuestra hija, Melina, cuando tocó el tema escolar lo primero que hicimos fue intentar una escuela parroquial del barrio”.

“Yo les dije que no pretendía que mi hija supiera raíz cuadrada, pero sí que tenga un grupo de pertenencia, con una currícula adaptada”, señaló.

Si bien hubo una resistencia inicial, Melina cursó los siete años en el colegio, incluida en todos los ámbitos. “Todavía recuerdo la fiesta y el viaje de fin de curso, la despedida que les hicieron a los chicos… Ellos deben tener hoy una mirada muy distinta de la que tenía yo en su momento, que no fui formado para pensar cómo era estar con alguien diferente. Fue una experiencia muy positiva”, afirmó.

También en la secundaria Melina fue a la escuela con sus hermanos mayores. “Al principio fuimos ninguneados, pero se dio la posibilidad de abrir este camino”, contó su papá.

En la misma línea, Asdra pelea por una salida laboral inclusiva. Describió Querehlac: “Si yo estoy persiguiendo como proyecto que mi hijo se forme y evolucione a la par de un grupo de pertenencia, no me parece lógico que después tenga que trabajar en un ámbito laboral que no sea común”.

El dirigente cuenta el caso de un supermercadista que hizo la prueba empleando a repositores de góndolas. “Quedó sorprendido: los chicos con Down son muy meticulosos, y llegó un momento en que entendió que era importante para él y para los chicos”, afirmó. Y continuó: “El empleador no tiene por qué saber cómo manejar a una persona que nunca tuvo en su plantilla, pero hay profesionales que los preparan porque son especialistas en capacitación laboral”.

Su hija no sólo terminó la escuela secundaria sino que fue la primera promoción de diez jóvenes que se fueron insertando laboralmente, con un curso de formación de la UCA.

Melina participará de un proyecto laboral y de integración junto a chicos de Venezuela, Italia y España. “Me dijo que estaba feliz. Para mí eso es como tocar el cielo con las manos”, concluyó.

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