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Piden perpetua por crimen

Coincidieron fiscalía y querella durante sus alegatos en el monto de la condena para un subcomisario que confesó haber asesinado a su pareja; la defensa en cambio solicitó pena mínima, por emoción violenta.

La fiscalía y la querella pidieron ayer prisión perpetua para Alejandro Scalcione, el policía que confesó haber matado a su pareja, Nelson Rosso, hace dos años en la localidad de Oliveros, en el marco de la cuarta jornada del juicio oral y público que se sustancia en los Tribunales locales. En su alegato, la defensa planteó que el acusado sea condenado a la mínima pena, habida cuenta de que –según su planteo– actuó bajo emoción violenta. En este punto, las partes acusadoras coincidieron en que los datos otorgados por los peritos fueron tajantes: el imputado actuó en pleno uso de sus facultades psíquicas, sugiriendo que se aplique el máximo previsto en el Código Penal al juez Ismael Manfrín, quien el lunes a las 12 dará a conocer la sentencia.

En la última jornada del juicio abrió la ronda de alegatos el fiscal a cargo de la causa, quien fue determinante desde el primer párrafo que leyó a los presentes: “Scalcione mató a un desprotegido en pleno uso de sus facultades, actuó sin riesgo personal; Rosso estaba acostado y dado lo chica que era la pieza el muerto no podía escapar. No existe ninguna justificación: eligió las circunstancias, actuó a traición”, afirmó Aníbal Vescovo, quien resaltó que dado el cargo como oficial superior de la Policía que ostentaba el acusado se le debe exigir incluso una mayor responsabilidad. Pidió que se lo condene a prisión perpetua por homicidio calificado por alevosía agravado por el uso de arma de fuego.

A continuación, fue el turno de la querella, que incluso fue más determinante que el Ministerio Público. Raúl Superti (quien representa a la familia de la víctima junto con Ricardo Giusepponi), señaló que Rosso “no fue asesinado, fue ejecutado”, amparándose en el hecho de que el muerto tenía una herida de bala en el cráneo, que esta fue realizada antes del disparo que le dio muerte, ya que “cuando disparó al tórax el difunto estaba inconciente y por consiguiente indefenso”, describió el abogado. En este sentido, un día antes el forense que realizó la autopsia describió que el cuerpo de la víctima “tenía dos impactos de bala: uno le causó la muerte casi en el instante, del otro podría haber sobrevivido, aunque con secuelas ya que en este caso el proyectil se rompió al chocar con el cráneo y sólo ingresó al cerebro una pequeña esquirla”.

En relación con la postura de la defensa que aducía que el imputado no estaba en sus cabales a la hora de realizar el asesinato, el abogado querellante dijo durante su alegato que los peritos habían sido claros: “Scalcione no está arrepentido: sigue culpando al muerto por su accionar”. Para cerrar, solicitaron al juez reclusión perpetua y la inhabilitación por 10 años para ejercer cualquier cargo público, al igual que para portar armas.

La defensa, a cargo de Luis Tomasevich, hizo hincapié en “la falta de seriedad” de los pesquisas en la escena del crimen, intentando mostrar que las pruebas brindadas por los peritajes no eran fidedignas. “No planteamos la inimputabilidad de nuestro defendido, sino que actuó bajo emoción violenta y creemos que otorgarle reclusión perpetua sería un gran error”, cerrando con un pedido de pena mínima para el acusado.

Para cerrar tuvo la palabra el imputado, Alejando Scalcione: pidió perdón por lo que hizo, aunque señaló que la responsabilidad era de él y de la víctima, por el tipo de relación que compartían. Luego se dirigió a los hijos de Rosso, quienes estaban presentes en la sala: “Les pido perdón de corazón, no gasten un centímetro en odiarme, yo me odio”. Y cerró con un comentario a modo de conclusión: “Acá hay dos muertos; uno en el cementerio, otro en la cárcel”.

Un día antes había declarado una perito psiquiátrica, quien dejó una afirmación tajante tras haberse entrevistado con el acusado. “Alejandro nunca se mostró culposo; es más, implícitamente dijo que lamentaba haberlo conocido, no  haberlo matado”, señaló la psicóloga forense.

El homicidio de Nelson Rosso se produjo en la madrugada del 18 de abril de 2009, cuando recibió dos impactos de bala calibre 9 milímetros en su casa de la localidad de Oliveros mientras se encontraba recostado en su cama. El acusado afirmó haber mantenido una relación sentimental con la victima y adujo haber disparado luego de encontrar a su pareja con otro hombre.

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