Al fin, y luego de una semana bastante movida, Simón Cazal y Sergio López dieron el sí y la ley argentina –a través de la autoridad competente– los unió en legítimo matrimonio. La pareja de paraguayos se convirtió así en el primer matrimonio igualitario entre parejas extranjeras que se realiza en América latina y, por ende, en Rosario. La unión fue posible por la existencia de una resolución de la provincia que tomó como válido el domicilio declarado por los turistas al ingresar al país. La unión formal ocurrió pasadas las 11 de ayer en la oficina del Registro Civil del Distrito Centro y contó con la presencia de la intendenta Mónica Fein, quien junto con la diputada nacional mandato cumplido Silvia Augsburger ofició de testigo del casamiento.
La ceremonia de casamiento fue sencilla, salvo por el tumulto. Lejos de ser como la mayoría de los matrimonios que se celebran día a día en la ciudad, ayer había pocos allegados a los novios. Sin embargo, los aplausos fueron de grandes autoridades de la ciudad y la provincia: ministros, concejales, funcionarios, referentes de organizaciones sociales LGBT; además de los medios de comunicación argentinos y paraguayos allí presentes. Como en todos los casamientos, a algunos familiares se les hizo tarde, los sobrinos más chicos irrumpieron en llanto, hubo intercambio de alianzas, besos, el grito de “¡vivan los novios!”, arroz a la salida, muchas lágrimas y regalos. Pero ayer, cuando la jueza dijo “los declaro unidos en legítimo matrimonio, que sean felices en este camino que hoy comienzan a transitar”, en Paraguay y en Rosario se hizo historia. La de Simón y Sergio fue la primera pareja gay y extranjera en casarse en toda América latina, y los dos se llevan ahora la responsabilidad de hacer que en su país reconozcan sus derechos matrimoniales y que el resto de las parejas puedan contraer matrimonio en su propia patria.
Moda guaraní
Simón y Sergio se casaron vistiendo los dos un traje típico del Paraguay: una camisa llamada “Aho Poi” (“tejido fino”, en guaraní), un pantalón negro y una faja tejida. La de Simón llevaba los colores de la bandera paraguaya, la de Sergio, era “más colorinche, de onda”. “Aho Poi” es un traje clásico del campo, y por lo general se usa descalzo y con sombrero de paja. En Argentina bien se los podría imaginar como unos “gauchos”. “Nos vestimos para mostrar cómo revindicamos culturalmente que somos tradicionales. También para ir contra ese prejuicio que dice que los gays no somos de ningún lado. Pareciera que somos como alienígenas”, explicó Simón. Para ellos, vestirse así es una forma de reclamar el reconocimiento legal, jurídico, civil y cultural de sus derechos humanos de contraer matrimonio; “es traer un pedazo de país con nosotros”; “es mostrar que somos dos paraguayos que tenemos que venir a casarnos porque en nuestro país no podemos hacerlo”.
“Nuestro casamiento va a plantar un hito importante a nivel legal porque vamos a poner a prueba a la legislación paraguaya en torno al Mercosur, ya que existe un tratado de libre circulación de ciudadanía. Nuestro matrimonio va a reconocerse en Uruguay y Brasil, y habrá que ver en Paraguay. Más allá de ser una decisión personal, es un importante cambio”, dijeron minutos antes de entrar al Registro Civil. Y agregaron: “Nos gustaría pedirle a las autoridades de nuestro país que avancen y dejen los prejuicios atrás. Nosotros ciudadanos y ellos también, y negarnos derechos no es digno de nadie y mucho menos de una autoridad. No es nada de otro mundo lo que pedimos, sino que reconozcan nuestra unión formalmente y los derechos que nos corresponden”.
Por su parte, la intendenta Mónica Fein señaló que, más allá “de la alegría que conlleva ser testigo de un acto de amor”, éste es un verdadero compromiso político. “Muchas veces las personas han sido y siguen siendo discriminadas por su identidad sexual y por su identidad de género. Esta discriminación se basa en muchos aspectos. Certificar este amor a partir de un contrato con el Estado demuestra que hemos derribado una de las barreras que discriminan. Estamos aquí porque creemos que la sociedad debe eliminar las vallas de discriminación a las personas”.
En Paraguay, muy lejos
En Paraguay, gays y lesbianas aún no tienen el apoyo legal para casarse. Es un debate que recién ahora comienza a instalarse en la sociedad, y tal como sucedió en Argentina, tiene que madurar para convertirse en ley. “Creemos que el matrimonio es una realidad, es algo verídico, y lo demás no importa. El Estado tiene que reconocerlo. El presidente (Fernando) Lugo nos apoya, pero no así el Congreso, entonces la coyuntura política no se da. Además allá pesa muy fuerte la Iglesia católica”, contó Eduardo Figueredo, activista paraguayo de la organización Somos Gay, la misma de la que forman parte Simón y Sergio. “Queremos agradecer este hermoso momento a los hermanos argentinos. Estamos súper felices y contentos”, agregó Eduardo, quien no dudó en decir que también quiere casarse.
El casamiento fue posible gracias a que el gobierno provincial interpretó jurídicamente los requisitos de habilitación del matrimonio de manera tal que se pueda hacer con el domicilio que se encuentre en el pasaporte o la tarjeta de migraciones. “A los efectos del ejercicio del derecho a contraer matrimonio por parte de parejas de extranjeros no residentes, se admitirá como prueba de residencia temporaria la fotocopia del pasaporte con el sellado de ingreso al país o el duplicado de la tarjeta de migraciones donde conste fecha de ingreso al país, domicilio en el cual permanecerá al menos uno de los contrayentes y plazo de estadía en nuestro país”, reza la circular número 5 del Registro Civil de la provincia sobre casamiento de residentes transitorios.