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Pedaleando tras un sueño

Por Diego Montilla.- Un ciclista trasplantado, que tiene previsto unir Tucumán con Capital Federal, está en Rosario como parte de su larga travesía. Con su esfuerzo busca concientizar a la gente sobre la donación de órganos.

Hace ya trece días que Héctor Manca, en confianza Etín, se largó de lleno a una travesía monumental, un desafío personal pero con espíritu colectivo de más de 1.200 kilómetros. El hombre, de 48 años, salió en bicicleta desde la histórica Casa de Tucumán y planea llegar pedaleando al Cabildo de Buenos Aires con el objetivo de concientizar a la gente sobre la necesidad de la donación de órganos. Etín sabe de qué se trata esto porque él mismo salvó su vida gracias a un trasplante de hígado que le realizaron en 2003 cuando tenía 40 años y una de las razones de su arriesgado viaje es también el de rendir un homenaje a alguien que no conoce pero le permitió seguir con vida: su donante. Con un promedio de 90 kilómetros por día recorridos, soportando climas cambiantes, pesados vientos en contra y los peligros de estar tantas horas expuesto en la ruta, Héctor se encuentra desde ayer en Rosario donde descansará unos días para luego volver a partir en dos ruedas rumbo a lo que será el último tramo hacia el final de su recorrido.

En diálogo con El Ciudadano, Etín cuenta que salió desde su provincia natal el 12 de marzo a bordo de una bicicleta a la que, sin sorna, llamó La Trasplantada. “Tras la operación de trasplante que me salvó la vida comencé a practicar ciclismo. Una de las grandes bendiciones que tiene un trasplante es que uno se replantea muchas cosas y empieza a mejorar su calidad de vida. A partir de ahí comencé a entrenar en la montaña y con el tiempo surgió este desafío cuya finalidad es que todos sepan sobre la importancia de la donación de órganos, porque donar órganos salva vidas; puede parecer una frase trillada pero es así de simple”, relata.

Antes del trasplante, Etín no practicaba con regularidad deporte alguno. Jugar al fútbol “de vez en cuando” era su actividad física más exigente. Después, eso cambió. Tras el trasplante los médicos sugirieron que debía hacer algún deporte con frecuencia. Y Etín hizo su elección: la bicicleta. Pero se lo tomó muy a pecho: hoy puede pedalear 100 kilómetros diarios. Compite en las carreras del cross rural tucumano siendo el único trasplantado en competir, según se relata en su blog a modo de biografía.

La idea de Etín –quien viaja acompañado de Franco La Pena, un periodista tucumano que se encarga de actualizar su blog a modo de bitácora, una camioneta, una casa rodante y custodia policial– es unir la histórica Casa de Tucumán con el Cabildo de Buenos Aires, por lo que son ambos edificios para la historia del país. “Son dos edificios emblemáticos, es por eso que son los dos lugares elegidos tanto de salida como de llegada, por su significado y por lo que representan. Hacemos esto porque actualmente hay 7 mil argentinos que están esperando órganos para poder seguir viviendo y también por los 18 mil trasplantados, quienes hemos tenido una segunda oportunidad y queremos que todos puedan tenerla, porque gracias a la medicina somos personas normales más allá de los controles médicos a los que tenemos que someternos periódicamente”, añade.

Tal como ocurre con todos los que pasan por momentos decisivos en su vida, cuando Héctor se enteró que necesitaba un trasplante de hígado para seguir viviendo sintió que se le venía la noche, así, de un momento al otro, sin avisar, brutalmente. “Fue un momento durísimo, de auténtico shock. En esos momentos a uno lo salva la contención familiar y de los amigos. Sin ellos no hubiera sido posible seguir adelante”, explica.

En los casi mil kilómetros que ya llevan recorridos, los ciclistas tuvieron que afrontar distintas situaciones y desafíos que complicaron las cosas. “Hemos sufrido de todo en estos días: viento de frente, lluvia, cambios de temperatura con frío a la mañana y calor durante el resto de la jornada, caminos de tierra y muchas cosas más. Yo hago un promedio, con buenas condiciones, de 22 kilómetros por hora pero cuando las cosas se pusieron más difíciles esa distancia bajó a 14 o 15 kilómetros”, destaca.

Por su parte y a su lado, La Pena comenta que antes de llegar a Rosario, hicieron noche en Totoras y desde allí cumplieron el tramo hasta la costa del Paraná en Rosario. “En esta parte Héctor se sentía realmente bien, almorzamos en San Genaro y seguimos hasta Totoras donde nos quedamos ayer (anteayer) y desde ahí nos vinimos hasta Rosario”, comenta.

Según está previsto, mañana Etín será el encargado de izar la Bandera del mástil mayor del Monumento, en un acto en el que estará acompañado por concejales y funcionarios municipales. Además, dará charlas en algunos colegios locales. “Ahora nos vamos a juntar a comer un asado con otros trasplantados de Rosario, que son auténticos amigos”, contaba ayer sus planes para la noche. “Nos vamos a quedar unos días y después vamos a retomar el camino rumbo a Buenos Aires”, concluyó Etín de paso por la ciudad, mientras disfruta de la compañía de otros que vivieron experiencias similares a la suya y con la mente puesta en cumplir con su misión, lo que no es poco.

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