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Rosario, pionera en reciclaje social de basura informática

Por: Claudio de Moya. Arranca iniciativa de la Municipalidad, el Inti y Trabajo de la Nación, a cargo de cooperativa de jóvenes.

Rosario alojará la primera experiencia social autosustentable de reciclado de residuos electrónicos del país. Dentro de cuatro meses comenzará a funcionar en un predio municipal de zona sur una planta de desarme y re-ensamblado de componentes informáticos. Allí trabajarán 17 jóvenes, integrantes de una cooperativa que transformará en equipos útiles parte de las cerca de 30 toneladas mensuales de computadoras, impresoras, monitores, teclados y sistemas de audio que lleguen a sus manos cuando el emprendimiento esté funcionando a pleno. Las “máquinas” así recuperadas ya tienen comprador y destino: por un convenio con el Ministerio de Educación de la provincia, esa cartera adquirirá las PCs y las instalará en escuelas santafesinas para potenciar los programas de alfabetización e inclusión digital.

Hace ya dos años que se escribieron las primeras líneas de este proyecto, a punto de iniciarse al cabo de una tarea conjunta de la Municipalidad de Rosario, el Inti (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) y el Ministerio de Trabajo de la Nación. La iniciativa es inédita para la Argentina, pero además se convirtió en modelo a imitar fuera de sus fronteras: este jueves, junto a personal del Inti, arribará a la ciudad un grupo de técnicos venezolanos para tomar nota del proceso y replicarlo –adaptado– en la República Bolivariana.

Aunque no hay cifras exactas, fuentes oficiales y privadas coinciden en una estimación: en la Argentina se generan, por año, entre 100 y 120 mil toneladas de “chatarra” eléctrica y electrónica. Ese gran volumen de nueva basura tecnológica se compone de electrodomésticos y equipos informáticos que, sin embargo, no necesariamente son “inservibles”. En gran medida son descartados porque sus propietarios –particulares o corporativos– los consideran “obsoletos” en el marco de la acelerada renovación de tecnologías y un modelo de consumo que incita al recambio permanente. Todo un problema, porque esa “basura” hay que depositarla en algún lugar, y además contiene un significativo porcentaje de materiales tóxicos para el hombre y el medio ambiente. El reciclado, entonces, es una solución para mitigar el impacto de este ciclo de producción y descarte de productos con ciclos de vida útil –real o simbólica– cada vez más cortos.

Paso a paso y múltiples protagonistas

La novedad de lo que se pondrá en marcha en Rosario consiste en el carácter social del proyecto. Ya está conformada la cooperativa de 17 jóvenes que se harán cargo del desarme de los equipos y, en una segunda etapa, del re-ensamblado de nuevas máquinas. Para eso fueron capacitados por integrantes de la asociación civil Nodo Tau. Es otra de las “patas” de una colaboración que incluye al Inti, con su programa de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (Girsu) aportando asesoramiento y diseño de la iniciativa, y a la cartera laboral de la Nación poniendo la inversión inicial a través de su Gerencia de Empleo, para que despegue el proyecto que en el futuro deberá ser autosustentable. La contraparte de la Municipalidad es la coordinación de la capacitación, la formación de la cooperativa y la provisión del lugar donde funcionará el emprendimiento. Esto último es lo único que resta definir, aunque la duda se circunscribe a dos locaciones de zona sur –propiedad del Estado local– que ya cuentan con el visto bueno técnico del Inti.

Con todos los pasos cumplidos, esta semana llegará a la ciudad el primero de los dos aportes económicos que hará el Ministerio de Trabajo nacional, de 180 mil pesos. A partir de allí, las autoridades locales estiman que necesitarán cuatro meses para iniciar las actividades. Empero, la planta no arrancará a pleno. En principio, trabajará un equipo de 10 personas en las tareas de desarme de los equipos informáticos. En una segunda etapa, con otra inyección económica de la Nación de 120 mil pesos, se sumarán los restantes siete integrantes de la cooperativa para iniciar el chequeo del material utilizable y el re-ensamblaje de nuevos equipos. Para ello, el Inti proveerá bancos de prueba de las plaquetas electrónicas, y los profesionales del Nodo Tau acompañarán con el asesoramiento técnico. Lo que no se pueda recuperar será remitido a empresas de la región autorizadas por la Secretaría de Medio Ambiente provincial para la deposición final de residuos especiales, firmas con las que ya se rubricaron los respectivos convenios.

Un largo camino local

“Desde la formación del programa de Reciclado de Residuos de la Secretaría de Promoción Social, hace seis años que venimos trabajando junto con el Inti en desarrollo de cadenas productivas a partir del financiamiento de la Gerencia de Empleo del Ministerio de Trabajo de la Nación”, relata sobre la trayectoria local en el tema el licenciado Claudio Rizzo, coordinador del Programa de Reciclado de Residuos de la Subsecretaría de Economía Solidaria.

“Se toman los residuos de tres ámbitos. El de los particulares, con las computadoras, monitores o impresoras que la gente considera que ya no les sirven; las empresas, que son grandes generadores y por eso van a tener que abonar a las cooperativas un canon por el transporte y la deposición final, y los órganos gubernamentales, sean nacionales, provinciales o municipales, que tienen también grandes volúmenes de residuos informáticos”, explica Rizzo sobre el origen de los “insumos”. En un futuro, la planta de reciclado recibirá además la totalidad de los equipos que los últimos sábados de cada mes vecinos de la ciudad acercan al punto de acopio de Montevideo al 2800, por medio del programa Rosario Más Limpia.

“Todo esto llega a la planta, se desarma, se detectan los componentes que funcionen (placas de video o audio, placas madre o discos rígidos) y se envían al taller. El material que queda se muele y se vuelve a utilizar. Salvo aquellos componentes que tengan sustancias peligrosas –estimados en el cuatro o cinco por ciento del total– que se envían a empresas que los tratan adecuadamente”, sigue Rizzo.

Subsidios no, salario digno

El funcionario municipal insiste en el carácter social de la iniciativa, que la torna pionera en el país, y en su auto sustentabilidad. Por esto último se acotó el número inicial de integrantes de la cooperativa que se hará cargo de las tareas: con la planta en régimen, se calcula que se procesarán de 20 a 30 toneladas de chatarra informática por mes, y con eso cada uno de los 17 jóvenes percibirá un salario mensual de entre 2.800 y 3.000 pesos. Los ingresos del emprendimiento se compondrán del canon que se les cobrará a las empresas por el traslado y procesamiento de los equipos que entreguen, y del convenio firmado con el Ministerio de Educación de la provincia, al que se le proveerán –detalla Rizzo– “máquinas con procesadores Pentium III o superiores para el acompañamiento de la alfabetización informática”.

El “equipo” se formó a partir de un trabajo con la Federación de Cooperativas de Santa Fe. “Nosotros les marcamos algunas particularidades, como que fueran jóvenes, con el ciclo primario completo, y nos sugirieron una serie de personas que son las que después formaron la cooperativa”, recuerda Rizzo. Y se entusiasma con este paso inaugural: “Es la primera experiencia del país de este tipo. Por eso tanto el Inti, como Trabajo de la Nación y la Municipalidad estamos interesados en marcar un camino”. El ejemplo ya trascendió las fronteras. Hace 10 días, se comunicó con Rizzo el ingeniero Guillermo Salvatierra, presidente del Inti, para comunicarle desde Caracas que estaba cerrando un convenio con la República Bolivariana de Venezuela para reproducir allí el mismo esquema que debutará en Rosario. “Estaban muy interesados, porque en el país caribeño no hay esta clase de gestión social vinculada al reciclaje. Estos días vendrán técnicos venezolanos a Rosario a tomar cuenta del proceso”, agregó el referente local del emprendimiento.

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