“Tebas, la de las siete puertas, ¿quién la construyó?; en los libros figuran los nombres de los reyes; ¿arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?; y Babilonia, destruida tantas veces, ¿quién la volvió a construir otras tantas?, ¿en qué casas de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?”.
De esta manera –y tantas veces citado– el genial Bertolt Brecht imaginaba que debía interrogar un obrero, un desposeído, a la historia, al discurso que le habían contado y con el que lo habían convencido de ser quien era. En su libro Historia de las clases populares en la Argentina. Desde 1516 hasta 1880, el historiador Gabriel Di Meglio afirma que no es que este grupo, también llamado “el bajo pueblo”, haya sido totalmente olvidado en los relatos históricos, porque en cierto sentido varios historiadores se preocuparon por la vida de las clases bajas de las sociedades pasadas –desde historiadores revisionistas hasta incluso los grandes textos de la literatura argentina, pasando por el mismísimo Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López–, sino que casi ningún texto hasta ahora intentó buscar las razones por las cuales la plebe de nuestras sociedades pasadas apoyaron o no ciertos proyectos políticos, resistieron o no conquistas, o lograron sobrevivir en situaciones adversas.
Investigador adjunto del Conicet, docente de la cátedra Historia Argentina I (1776-1862), y reconocido rostro de programas del canal Encuentro con contenidos que refieren a la Historia, Di Meglio realiza un extenso recorrido por las características de las personas que ocuparon los puestos bajos de la sociedad a partir de los trabajos de muchos historiadores, la gran mayoría de ellos surgidos en las universidades argentinas que desde hace más de 30 años vienen reconstruyendo el entramado social de nuestro pasado en una serie de partes y problemas.
Los interrogantes apuntan a cómo vivió un indígena después de la conquista europea y también luego de la independencia de España. ¿Qué relación tuvo con un esclavo, o con un español pobre?, ¿Qué tareas realizaban los gauchos o los pobres urbanos durante ese tiempo? ¿Cómo vivía la negra vendedora de mazamorra, el vendedor de velas o el aguatero que recreamos en los actos escolares? Di Meglio conecta distintas vivencias de nuestro pasado y busca las características que dieron cuerpo a la sociedad argentina. A continuación, el historiador refiere algunos de los tópicos en los que se apoyó a la hora de trazar un relevamiento de vida y trabajo de estos sectores.
—¿Por qué elegiste el tema de las clases populares?
—Uno puede abordar la historia desde muchos lugares pero en general en la Argentina tenemos una necesidad de estudiar las clases populares, no sólo por una cuestión de Historia general o para darle el lugar que le corresponde, sino porque además, no se entiende qué es la Argentina sin conocer el pasado de las clases populares. No se trata de hacer algo políticamente correcto, sino de estudiar las clases populares para entender a nuestro país.
—¿Por qué no se entendería la Argentina?
—Porque el peso de las clases populares con sus características, sus entrecruzamientos, sus aportes laborales, políticos, sociales, económicos y culturales, definieron el devenir de este país. Esto para mucha gente está claro pero en los relatos históricos siguen sin demostrarlo y se elige contar la historia de los grandes hombres. Eso gira en torno a la importancia de Rosas o Rivadavia, San Martín o Belgrano, hombres que son fundamentales en nuestro pasado, pero que sus acciones no alcanzan a explicar la totalidad de las características de la Argentina.
—¿Por qué recién ahora se habla de clases populares, mientras que en otros países ya vienen siendo estudiadas desde hace mucho?
—Hay trabajos ya hechos pero lo que yo intento hacer es un relato que recopile distintos enfoques. Lo que pasa es que la historia de las clases populares en la Argentina se estudió de manera fragmentada. Hay estudios sobre los indígenas, sobre los esclavos, sobre los españoles, sobre los gauchos, sobre los productores rurales, en fin, sobre distintos aspectos de estas clases populares. El problema de esos estudios, y desde ya que algunos me parecen excelentes, es que atomizan lo popular. Lo que intento hacer en este libro es volver a integrarlos en un solo campo para poner en un mismo punto a gente que vivía una al lado de la otra en la misma época. Es cierto que en otros países hay muchas más investigaciones. Acá hubo una incipiente línea de búsqueda pero en general no se conformó un campo de historia de las clases populares, con esto me refiero a muchos historiadores que analicen y debatan este tema.
—La historia social ya se viene trabajando pero desde la historia “mitrista” (de Bartolomé Mitre) o el revisionismo, ¿hay nuevos enfoques, alguna especie de renovación en el campo de la historia?
—Fijate que en el Mitre original, en los libros de historia escritos por Bartolomé Mitre o por Vicente Fidel López, que son los primeros historiadores argentinos, sí había un lugar para las clases populares. Porque como ellos vivían en el siglo XIX, tenía mucho peso la cuestión de “lo popular”. Si leés La historia de Belgrano de Mitre te vas a dar cuenta que las clases populares aparecen, pero esa perspectiva después se abandonó en el siglo XX. Recién en la década de 1980 se retomó el estudio a partir de muchos trabajos en las universidades.
—En tu libro aparecen sociedades diferentes como la de la época colonial, la del proceso de independencia y la que vino posteriormente, ¿cuál te pareció la de mayor importancia?
—Es difícil contestar esa pregunta; por ejemplo la época colonial es importante porque marcó de distintas maneras a nuestra sociedad. Las relaciones sociales entre los distintos grupos generaron muchas injusticias que terminaron estallando en el proceso de la Revolución de Mayo. Ese desarrollo social, el descalabro de la antigua sociedad colonial y el intento por configurar una nueva, fue lo que terminó siendo la Argentina.
—¿Se puede comparar a las antiguas clases populares con el movimiento obrero?
—Yo termino el libro en 1880 cuando la Argentina se transforma socialmente, principalmente con la llegada de los inmigrantes, y cuando el país se inserta en un nuevo modelo económico. Desde esa época empiezan los clásicos trabajos de historia que analizan la movilización social obrera, como la de los gráficos y los carreros. La principal diferencia es que desde 1880 los reclamos apuntan más a lo social, mientras que antes las movilizaciones de los sectores bajos apuntaban a cuestiones políticas. Si bien muchas veces se apoyaba a determinado personaje, pienso que su participación en la vida política de la sociedad fue importante.
—¿Hubo alguna época en la que los sectores populares fueron felices?
—Los sectores populares nunca son felices porque siempre están en una situación de desventaja. En términos relativos te puedo decir que entre la Revolución de Mayo y la aparición del modelo agroexportador, tuvieron una época de dicha porque pudieron negociar mejor sus condiciones de vida.