Desde lo numérico todos los triunfos suman tres puntos, irrefutable. Desde el juego, hay muchos que entregan un bonus anímico. Ayer Newell’s ganó un partido muy duro, y lo hizo con convicción. Ahí está el premio. Pero más aún sobresale la jerarquía de Gerardo Martino.
El planteo de Banfield, con su mala campaña a cuesta, fue bueno. Cinco defensores sacando sin pudor, Acevedo y Brum tapando a Bernardi y Pérez. Con eso solo le complicó la tarde a Newell’s.
Pero, el equipo de Martino no claudicó en lo que pretende su técnico. Jamás cayó en la tentación del pelotazo. Esperó su momento, se hizo fuerte en el control del balón, aunque se jugase donde quería Banfield. Y tuvo paciencia.
Pasó el primer tiempo, tenso y luchado, pero parejo. Newell’s no cambió, siguió buscando desde el juego. Marcados los estrategas, era partido para Torres. Pero falló. Igual, no llegó a inquietarse porque Vergini definió como nueve ante un centro de Sperduti para romper el cerrojo defensivo de Banfield.
Antes, Acevedo (técnico de la visita) metió a Ferreyra por Acevedo (jugador), quiso salir un poco. Y Newell’s lo castigó. Para aumentar el ego del Tata, y el orgullo de su gente, los cambios funcionaron a la perfección. Gran jugada de Tonso y gol de Muñoz, en el segundo. Centro de Pérez para que Aquino salga, por un rato, de perdedor, para el tercero.
Van tres victorias consecutivas en Rosario, sin recibir goles. Rafaela, Racing y Banfield, las que dibujan una contundencia que invita a suponer que el presente de Newell’s va más allá del encantamiento de los futbolistas con Martino. Refleja directo un trabajo sólido, bien explicado por quien lo dirige, y practicado por los protagonistas de turno. No hay secretos, ni pases mágicos. Hay fe en el trabajo.