La maldad responde a patrones biológicos que exceden los aspectos culturales y psicológicos, sostiene el científico y ensayista Marcelino Cereijido en Hacia una teroría general de los hijos de puta, obra que formula distintas hipótesis en torno a la existencia del mal y sus alcances.
Desde una perspectiva interdisciplinaria que vincula la genética con la historia, la literatura y la filosofía, el prestigioso investigador intenta explicar desde el comportamiento de los soldados de Guantánamo a los distintos tipos de castigos y tormentos infligidos a través de la historia, así como el maltrato cotidiano al que están expuestas las clases humildes.
“Todos tenemos experiencias propias, cotidianas, convincentes y abrumadoras en las que la ‘hijoputez’ existe y sigue ganando a pulso su estatuto de infamia universal; de que la humanidad está llena de hijos de puta y que el sufrimiento infligido a ella por éstos es muchísimo más grave que los desconsuelos ocasionados por el cáncer, la lepra y el Alzheimer juntos”, fija posición en su flamante obra.
Para rastrear el disparador del ensayo es necesario remitirse a la biografía de Cereijido, quien se fue de la Argentina a comienzos de la dictadura militar iniciada en 1976 y comenzó a idear entonces una investigación en la que ha intentado identificar el origen del mal desde una perspectiva científica.
Cereijido nació en 1933 en Buenos Aires. Es doctor en Fisiología y profesor e investigador en la Universidad de Múnich y en el departamento de Biología Celular de la Universidad de Nueva York, además de profesor emérito en el Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, de México, donde reside actualmente.
Hacia una teoría general sobre los hijos de puta, editado por el sello Tusquets, reúne una serie de apuntes en torno al interrogante de por qué existe el mal, a la vez que insta a la comunidad científica a realizar estudios para erradicar la maldad, de la misma manera en que se ha trabajado hasta ahora para luchar contra la sífilis y la tuberculosis.
El especialista en fisiología celular advierte que no busca llegar a una conclusión, dado que científicamente no existen las verdades absolutas, sino más bien “dejar abierto el debate en torno a la crueldad humana”.
La hijoputez humana
“Si alguien abre el diario de cualquier día en cualquier página, se dará cuenta de que la mayor parte de las desgracias en el mundo son causadas por la hijoputez humana”, indicó en una entrevista reciente este doctor en Fisiología Celular y Molecular que ha repartido su trabajo en universidades como Harvard y Múnich, y como asesor de la OEA y la Unesco.
Cereijido se pregunta también en su ensayo si la maldad es un dato innato o adquirido y su respuesta resulta concluyente: “Las circunstancias lo pueden detonar; un soldado asesino de hoy pudo ser un pacífico carpintero ayer”, afirma.
El científico está convencido de que el afán por causar daño al prójimo es mucho más que un comportamiento cultural o psicológico y que responde a patrones que permiten un estudio de la maldad desde el punto de vista biológico, específicamente a través de la perspectiva genética y la fisiología celular y molecular.
Cereijido se pregunta también en qué circunstancias brotan y por qué ocupan un lugar privilegiado en la cultura humana los “malvados” y adopta esta definición: “Hijo de puta es aquel que perjudica en forma grave (sabiéndolo) a un tercero”.
“Cuando noté que a todos los malos de los que he oído les dicen «hijos de puta», hasta en checo, traté de buscar una explicación al respecto. Yo no sé de nadie que haya investigado si la mamá de Hitler era puta. Entonces, ¿qué asociación hay en todos los idiomas entre el mal y la prostitución para que se diga que se es un ‘hijo de puta’?”, expone.
“Si hay tratados históricos y mitológicos, ¿por qué no buscar también, como si se tratara de un ensayo, qué hay en la mente de los perversos?”, interroga.
Cereijido se propone explicar la “hijoputez”, calificada como “infamia universal”, y averiguar si este término es sólo un “coloquialismo procaz” o por el contrario una expresión que corresponde a una entidad real.
A pesar de su empeño, el autor duda de que en este momento la información y el conocimiento sobre este mal estén lo suficientemente maduros para intentar un enfoque científico, aunque está convencido que hay suficiente “saber popular” para estudiarlo: hechos históricos, exploraciones literarias, dramaturgia, mitología, opiniones de pensadores ilustres y avanzadas neurobiológicas.