El secretario de Defensa estadounidense, Leon Panetta, recordó la operación que acabó con la muerte de Osama Bin Laden en Pakistán el 2 de mayo de 2011 como una larga sucesión de momentos de tensión en los que sólo cabía “morderse las uñas”, y esperar los resultados a miles de kilómetros de distancia. “Está claro que no hay ninguna clase de fórmula mágica para destruir de golpe a Al Qaeda”, declaró a bordo del avión militar que lo llevaba de regreso a Washington, tras su primera gira por América Latina. Y lanzó: “No creo que quede ninguna duda de que Estados Unidos es un país más seguro gracias a la operación Bin Laden”.
El relato a los periodistas por parte de Panetta –quien era entonces director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)–, recreó una épica similar a la de tantos films estadounidenses de Hollywood. Al mando del operativo en la sede de la agencia, contó que estaba en contacto permanente y simultáneo con el almirante William H. McRaven, jefe del cuerpo de Fuerzas Especiales en Jalalabad (Pakistán) y con la Casa Blanca, donde el presidente Barack Hussein Obama estaba rodeado de sus principales consejeros de seguridad. Fue una larga noche con “momentos para morderse las uñas”, recordó, según la agencia AFP.
Tras meses de recoger información, de espiar incesantemente la casa en Abbottabad y de estudiar las diferentes opciones, el presidente había dado la orden final 48 horas antes, aun sin tener la certeza absoluta de que Bin Laden estuviera ahí. El primer momento de preocupación “fue cuando los helicópteros entraron en Pakistán”, evocó Panetta.
Era una hora y media de trayecto, en plena noche y volando bajo, para evitar los radares paquistaníes. “Hubo momentos tensos en los que nos preguntábamos si iban a ser detectados”, explicó.
El segundo gran capítulo “obviamente fue cuando llegaron” a la casa donde se escondía “Gerónimo”, el nombre clave de Bin Laden, continuó el ex jefe de la CIA. Uno de los helicópteros que llevaba a los comandos Seal, las fuerzas especiales de élite de la marina, se derrumbó. “El clima era mucho más caliente de lo que pensábamos, lo que combinado con los altos muros de la finca” acabó desembocando en ese serio revés, indicó.
Una famosa foto dio la vuelta al mundo, y en ella se ve al presidente Obama y a sus principales ministros y consejeros de seguridad nacional escrutando con preocupación lo que parece ser una pantalla, en los sótanos de la Casa Blanca. La secretaria de Estado Hillary Clinton se tapa la boca con una mano, la tensión se puede palpar en el ambiente. Panetta creyó recordar que esa foto fue tomada en ese momento en el que uno de los dos helicópteros se vino abajo. “Le pregunté al almirante McRaven ¿y ahora qué? y él me contestó «no se preocupe, estamos listos para esto»“.
Un año después, uno de los grandes misterios de la operación Tridente de Neptuno es saber si hubo imágenes en vivo de la operación. Los protagonistas de la historia no han respondido claramente a esa pregunta, pero Panetta dejó entrever que la operación era monitoreada, pero no seguida en directo.
“Hubo un largo momento de silencio cuando entraron (en la casa)”, contó. Hubo disparos, pero “después simplemente no sabíamos” qué estaba pasando, dijo Panetta.
El momento se alargó durante una veintena de minutos, recuerdan otras fuentes oficiales presentes ese día en la sede de la CIA, lo que parece indicar que no había imágenes. “Fue en ese momento que McRaven informó que él creía que habían localizado a Gerónimo”, detalló Panetta.
“Seguimos esperando, y pocos minutos después (McRaven) nos dijo: Gerónimo KIA (acrónimo en inglés por muerto en combate). “Y eso fue todo”, resumió.
Pero aún faltaba el regreso de los helicópteros con todo el equipo de los Seal y el cuerpo de Bin Laden. “Sabíamos que en el momento en que (los Seal) hicieron estallar el helicóptero (accidentado) todo Pakistán ya estaba despierto”, completó con una sonrisa. El equipo cruzó finalmente la frontera entre Pakistán y Afganistán sin percances.
Panetta aseguró que no hubo gritos de alegría en la sede de la CIA, donde estaba rodeado de otros miembros de las Fuerzas Especiales. “Nos miramos unos a otros. Y de hecho tengo una foto en mi oficina de todos nosotros, abrazados. Habíamos acabado el trabajo”, concluyó.