Lo que en un principio parecía un proyecto a largo plazo, con promoción y consolidación de juveniles de las divisiones inferiores en el plantel profesional, ahora se convirtió en una bomba de tiempo, a punto de explotar. ¿Peligra el ciclo conducido por David Charles Pérez en Tiro Federal? ¿Podrá mantenerse el DT en su cargo hasta agosto, cuando comience la nueva temporada del Torneo Argentino A? A partir de los malos resultados del equipo de la Primera Local, la continuidad de Charles quedó extremadamente condicionada. Y todo dependerá de que la formación tirolense pueda revertir la tendencia adversa desde el próximo compromiso en su participación en el certamen Gobernador Molinas que organiza la Asociación Rosarina, del domingo venidero frente a Unión de Álvarez.
Charles Pérez quedó en una situación límite luego de la derrota por 2-1 del fin de semana pasado contra Oriental en el Fortín de Ludueña. Siete días antes, la Primera Local de Tiro Federal también había perdido frente a Banco Nación. Dos tropiezos que pusieron contra las cuerdas al DT, que quince días atrás había aceptado la propuesta de dirigir a los juveniles tirolenses en el campeonato de la Rosarina, con el objetivo de promover a varios de ellos para que formen parte el próximo plantel superior. O sea, conformar una base de jugadores surgidos de las inferiores del club para acompañar a los futbolistas que lleguen en carácter de refuerzos con vistas a la edición 2012/13 del Argentino A.
Pero los resultados no acompañaron a Tiro Federal en los dos partidos que le tocó dirigir a Charles Pérez en la Rosarina. Y eso que con el correr de los días fueron sumándose nuevos colaboradores al cuerpo técnico. Desde que el primer equipo participaba en la Reválida del Argentino A, ya estaban el ayudante de campo Jorge López y el profesor Nicolás Waron. Y luego se incorporaron Pedro Aguirrez, amigo personal y quien fuera compañero de Charles en Argentinos Juniors, para trabajar con los defensores; y Rodolfo “Tapita” García, otro que supo compartir canchas con el DT en sus inicios en Central, para entrenar con volantes y delanteros.
Está claro que el fútbol actual, por más que se trate de profesional o amateur, se rige por los resultados. Y que los ciclos de los entrenadores están supeditados a las producciones numéricas que consigan en sus respectivos equipos. En el caso de Charles, los números le otorgan, por lo pronto, saldo deficitario: en Rosarina perdió los dos partidos que dirigió. Y en el Argentino A, cuando le tocó reemplazar a Marcelo Vaquero tras la caída 0-2 ante Libertad en Sunchales por la 1° fecha de la Reválida, ganó apenas uno (4-0 a Central Norte en el debut), empató otro (1-1 frente a Juventud Antoniana en Salta) y cayó en los tres restantes (1-2 ante Gimnasia y Tiro en Salta; 0-1 contra Unión de Sunchales en Ludueña; y también 0-1 frente a Alumni de Villa María en el Fortín).
Es cierto que a Charles le tocó bailar con la más fea. Rearmar un equipo con mayoría de juveniles para afrontar las últimas cinco fechas de la Reválida, mientras la mayoría del plantel iniciaba el proceso de desvinculación. La inexperiencia y la falta de oficio influyeron en aquellos últimos partidos, contra rivales que peleaban por la permanencia, para concluir con una frustrante y temprana eliminación del Argentino A. En medio de ese contexto de transición, el presidente Carlos Dávola inducía a “apoyar el proyecto a largo plazo y darle tiempo a un técnico del club como Charles que empezó a hacer sus primeras armas”, luego de que se frustraran las negociaciones por la vuelta de Andrés Rebottaro a la dirección técnica. Dos meses después, a las palabras pareció habérselas llevado el viento con el arrasador paso de los malos resultados.
¿Podrá Charles sostenerse en el cargo con una victoria sobre Unión de Álvarez? ¿O el proyecto de inclusión de juveniles se diluirá como tantos otros en los últimos tiempos de Tiro Federal? La única certeza, inequívoca, es que sin buenos resultados no hay proyectos viables que puedan resistirse.