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El corazón de un joven late en el cuerpo de Miguel Ángel

Por Santiago Baraldi.- En un operativo preciso, trasplantaron al rosarino que desde hacía dos meses estaba en lista de espera.

Un chico de 16 años tiene un accidente con su moto en Río Cuarto, Córdoba, y se le diagnostica muerte cerebral. Es irreversible. Su familia, en medio del dolor, resuelve donar los órganos. A 400 kilómetros, en Rosario, Miguel Ángel Rojas espera un corazón para seguir viviendo. Desde hace dos semanas está primero en la lista de emergencia nacional del Incucai. Los destinos se cruzan: luego de un operativo preciso y veloz, el corazón del adolescente cordobés late en el cuerpo de Miguel Ángel.

Como en una película, todo ocurrió en apenas unas horas, el último martes por la tarde. Ayer bien temprano, en la sala de terapia intensiva del Sanatorio Parque, Miguel Ángel, de 56 años, estaba sentado en la cama, charlando con su familia. Así lo encontró el cirujano Ricardo Pereyra, quien tuvo a su cargo el trasplante, cuando fue a visitarlo.

“Fuimos a buscar el corazón a Córdoba el martes; a las 12.15 hicimos la ablación y a las 13.30 lo estábamos colocando; el corazón arrancó de manera excelente, la operación que duró unas seis horas fue un éxito. Esta mañana (por ayer) visité al paciente y estaba con una sonrisa de oreja a oreja”, describió Pereyra.

Para Miguel Ángel son fundamentales las primeras 72 horas y por ello está en terapia intensiva, en aislamiento absoluto. “Como la parábola del vaso medio lleno o medio vacío: uno puede ver un paciente muerto o uno puede ver un paciente que va a vivir gracias a esos órganos. Nosotros tratamos de no ver un paciente muerto, que generalmente es una persona muy joven, que murió en un accidente, sino que vemos a enfermos que van a seguir viviendo gracias a esos órganos que fueron donados”, asegura el cirujano cardiovascular Pereyra, quien desde 1987 integra el equipo que lidera José Luis Sgrosso en el Sanatorio Parque.

En diálogo con El Ciudadano, Pereyra contó cómo es la trama de un operativo sanitario para la procuración de órganos.

—¿Por qué es tan complejo un trasplante de corazón a diferencia del de riñón o hígado, por ejemplo?

—El corazón es muy complejo porque el cuadro del paciente se puede complicar a último momento y hace que no sea viable el trasplante; no pasa lo mismo con hígado y riñones. Nos ha pasado que hemos llegado con el órgano y el paciente estaba desestabilizado, entonces se le aplican drogas que son nocivas para el órgano, entonces no podemos hacer el trasplante. Eso se puede dar.

—¿Cómo y en qué condiciones tiene que estar el donante?

—Ese paciente está con muerte cerebral, pero con el corazón latiendo, algo difícil de aceptar por la familia. Por eso es que hay pocas donaciones. Es difícil aceptar que una persona esté muerta si le late el corazón. Cuando se hace el diagnóstico de muerte cerebral, se avisa al Incucai e interviene sobre la familia y le solicita la autorización para la ablación. Si la familia está de acuerdo, recién ahí se dispara el operativo de ablación. El Incucai consulta su base de datos e identifica los centros que tienen enfermos en condiciones de recibir esos órganos. Se establece la lista de prioridades, ya sea de emergencia nacional o la lista local o regional. Se comunica a los centros, éstos lo aceptan, se hacen los estudios de histocompatibilidad y recién ahí se acepta el órgano. Cuando el Incucai tiene identificados los centros que van a ablacionar, coordina el traslado. Puede darse que haya una ablación multiorgánica, puede darse el caso que los órganos vayan a diferentes centros. Hay veces que coinciden y se da el caso de que grandes instituciones, como la Fundación Favaloro, se llevan, por ejemplo, corazón e hígado. Puede darse el caso de que los órganos vayan a distintos centros, es decir que tiene que coincidir todos a un determinado horario; cuando la ablación es en una ciudad alejada y hay que ir en avión, es complejo coordinar. Cuando las ablaciones se hacen en un lugar tienen prioridad los enfermos inscriptos en esa ciudad y esa región y recién después se pasa la lista nacional.

—¿Qué estudios se realizan al corazón dador?

—Se hacen estudios sanguíneos y se analiza toda una serie de parámetros del sistema inmunológico, hay distintas familias de anticuerpos que hacen a la respuesta inmunológica del enfermo que se estudian.

—¿Cuál es la sobrevida en un trasplantado cardíaco?

—El trasplante cardíaco, al año, tiene una sobrevida del 85 por ciento, a los cinco años vive el 72 al 74 por ciento y a los diez años vive el 52 por ciento. Estas son cifras que se siguen a través del registro nacional. Los fallecimientos en el caso de trasplantes cardíacos, se dan no sólo por fallas del injerto sino también por  otras causas.

—¿Cómo es el posoperatorio, muy traumático?

—El camino posterior al trasplante es realmente complejo. El paciente trasplantado tiene que recibir medicación para deprimir la inmunidad, para evitar el rechazo que siempre es la complicación más temida y es una medicación que tomará de por vida. El rechazo puede ser crónico, agudo o híper agudo y para cada caso hay una medicación.

—¿Cuáles son los pasos que se dan en un trasplante?

—El tiempo de sobrevida del corazón fuera del cuerpo –se llama tiempo de isquemia. En el tiempo que los órganos están privados de circulación de la sangre, hasta que se implantan, el más sensible es el corazón. Programamos el traslado del órgano que tiene que estar dentro de las seis horas, cuando hay que ir a un lugar lejos vamos en avión (un Lear Jet), si es cerca vamos en una ambulancia. Primero se sacan el corazón y los pulmones, que es un órgano muy sensible y tiene una sobreviva corto de isquemia, como el corazón y es difícil de cuidarlo con posterioridad al trasplante, por eso se transplanta muy poco el pulmón. El hígado tiene como mínimo 12 horas, el riñón tiene hasta 36 horas de isquemia y las córneas van a un banco donde se guardan congeladas. El paciente con muerte cerebral tiene que estar estable desde el punto de vista de la hemodinámica, es decir, el sistema cardiovascular tiene que funcionar correctamente. El individuo a ablacionar tiene que mantener la presión arterial en los valores normales y esa presión tiene que estar mantenida espontáneamente o con un nivel de drogas para mantener la presión que no puede exceder un determinado nivel. Las condiciones para poder ablacionar un corazón son estrictas y hay que cumplirlas. Una vez que se saca el corazón se lo perfunde, es decir, se le hace circular una solución especial que contiene potasio y aminoácidos y lava el órgano de la sangre que tiene para que no haya trombosis adentro y que facilita la conservación en las horas de isquemia hasta que se implante. El corazón va en una heladera especial, con cinco bolsas de hielo concéntricas, para mantenerlo frío porque así se disminuye el consumo de oxígeno de las células. Luego cuando se llega a destino, se lo saca de la heladera, se lo vuelve a perfundir con esa solución fisiológica…

—Debe ser emocionante observar cómo el corazón que hace unas horas era de un paciente muerto, ahora late nuevamente en otra persona…

—Nunca deja de ser emocionante soltar el clam del paciente injertado y ver cómo el corazón comienza a latir y arranca…

—¿Les ha ocurrido que los llamaran y cuando llegan al lugar la persona falleció?

—Muy pocas, pero ocurre, está dentro de las posibilidades. Si el paciente muere, los órganos no nos sirven. De un corazón cadavérico pueden sacarse las válvulas y la parte de la aorta ascendente que continúa a la válvula. Se fabrican prótesis biológicas que después se implantan en pacientes que lo requieren. Esas son ablaciones parciales, que sirven para hacer reemplazos valvulares.

—¿La edad del donante influye?, ¿hay un corazón mejor que otro? 

—Hay corazones mejores y corazones peores; hay límites de edad. En realidad se requiere de dadores jóvenes. Tiene que haber una relación entre el peso del dador y el peso del receptor. Por ejemplo, no se puede poner un corazón pequeño en un cuerpo voluminoso. Los órganos extraídos en adolescentes o niños se destinan a receptores pediátricos también. Los receptores son de todas las edades, no hay edad para enfermarse, hay niños que también necesitan de trasplantes.

—¿Cree que las campañas a favor de la donación de órganos es suficiente?

—La procuración de órganos está relacionada a las campañas de difusión pública. En épocas de mayor campaña, más procuración de órganos, siempre fue así. Estamos intermitentemente preparados. La publicidad de las ablaciones debería ser una política de Estado permanente.

—¿Y respecto de otros países cómo estamos?

—En las técnicas estamos mejor que algunos países y peor que en otros. Los métodos son idénticos. En España son los que más ablaciones tienen, existe una meseta en las estadísticas internacionales.

—¿Cuál es la principal causa de donación de órganos?

—La principal son los accidentes de tránsito; después siguen patologías neurológicas como los aneurismas y los suicidios, pero los accidentes son la principal fuente de provisión de órganos para ablacionar. Los españoles, después de varios años de campañas viales de concientización, disminuyeron los trasplantes cardíacos porque mejoraron mucho las condiciones viales, hay menos accidentes de tránsito.

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