«Quiero que en la comisión haya un conservador como Pinedo para que me modere a todos estos garantistas», dijo Cristina de Kirchner en el tramo más ocurrente de la reunión de anoche en Casa de Gobierno con la comisión que desde el lunes elaborará un nuevo Código Penal. La noticia más importante del encuentro es que la Presidente pidió que esa reforma no trate las penas por el delito del aborto, que deberá ser, afirmó, tema de una ley especial. La prudencia de ese pedido -aceptado por todos como la manera de facilitar que el trabajo llegue a buen fin- fue de la mano de un aire de antigarantismo en las expresiones de los representantes del Gobierno que llamó la atención de los opositores.
La cita, que se extendió por más de una hora con una Presidente locuaz, simpática -según los testigos- y dicharachera, significó un gesto único en la era Kirchner: llamar al despacho presidencial a políticos de la oposición y darles la mayoría en una comisión de la importancia de la que sesionará durante un año en el cuarto piso del Palacio de Tribunales, es decir en la sede de la Corte Suprema.
La reunión buscó extenderse para que se alcanzase un equilibrio de cordialidad entre personajes que han dedicado años a castigarse en el lomo por sus posiciones políticas. El brindis por Pinedo fue el símbolo del gesto oficial: «Quiero además que sea un político como Pinedo, que no es penalista, para que haya consensos».
El diputado macrista atajó los elogios con frases de ocasión: «Siempre he buscado la unidad, no las diferencias». Pinedo es considerado por el oficialismo como uno de los opositores razonables; pertenece a la formación más antikirchnerista, pero ha sido conciliador en la discusión de proyectos como el de represión del lavado de dinero que el Gobierno le rogó al Congreso que aprobase. El mes que viene Pinedo se subirá junto a la Presidente al avión que trasladará a la delegación argentina que reclamará en la Comisión de Descolonización de la ONU por los derechos soberanos de la Argentina en Malvinas.
Al dato de la cordialidad y del llamado insólito a la oposición hay que sumar otra constancia, clave para el avance del proyecto. Cristina de Kirchner pidió expresamente que el proyecto no incluya una reforma a las penas por el aborto. «Por favor, que eso quede afuera del debate y que sea en todo caso tema de una ley especial». Los presentes en esa mesa -Julio Alak, Julián Álvarez (secretario de Justicia), Carlos Zannini, León Carlos Arslanian, Raúl Zaffaroni, Ricardo Gil Lavedra, María Elena Barbagelata- admitieron la conveniencia de no entrar en ese asunto. La Presidente se ha declarado siempre antiabortista, pero ceder en ese punto no les parece una cortesía; todos los proyectos de reforma han fracasado por las inquinas contrarias sobre el aborto.
La charla avanzó en un progresivo descongelamiento de la relación, en principio tensa. El precalentamiento se había hecho en las oficinas de Alak en la calle Lavalle, adonde el ministro les adelantó que el proyecto oficial de reforma de 2006 puede ser una base de trabajo pero que no es la referencia única del Gobierno. La primera mitad de la charla fue un cruce de comentarios sobre casos penales en el cual cada uno trató de exhibir su solvencia en materia penal. Se habló de casos resonantes que habían fracasado por la falta de un código renovado. Se citaron desde el caso AMIA y el nombre del excomisario Juan José Ribelli hasta el asesinato del jugador de Banfield Lautaro Bugatto.
En la segunda mitad, la charla ganó en afabilidad y se preguntaron al salir los participantes si la comisión necesitaba en realidad un vigilante antigarantista como Pinedo si del lado oficialista hubo expresiones más bien críticas a esa doctrina. A la propia Presidente se le escuchó decir: «Habrá que dar garantías a los delincuentes pero más importante es proteger a la gente». Tomó por esa línea Zaffaroni, quien dijo: «En la reforma hay que asegurar que estén guardados los proclives a delinquir». «Los peligrosos», pudieron retrucarle. Se encresparon todos, «entre penalistas nunca se habla de peligrosos», admitió toda la mesa.
Cristina de Kirchner dedicó largos párrafos al hallazgo político de esta comisión que es la mayoría opositora. Recordó las lecciones que ha contado Zaffaroni en sus libros de cómo el diputado conservador Rodolfo Moreno había sido el responsable, bajo el Gobierno radical de Hipólito Yrigoyen, de que en 1921 el país hubiera tenido la principal reforma del código en su historia. Ahí retomó Pinedo la palabra para referirse como un Moreno Siglo XXI pero, repitió, «para moderar a todos estos garantistas».
Sobre el final, donde era todo risas y sombrerazos, con cruce de galanterías entre Cristina y Pinedo, quien -admitieron todos- fue quien le puso más humor al encuentro. Hasta llegaron a las referencias personales, con el aporte de Zaffaroni y su brazo en cabestrillo por una fractura que tuvo en Tucumán y la socialista Barbagelata con un yeso en una pierna también fracturada en acción política. Quedaron todos en verse el lunes en las oficinas que la Corte les habilitó. Repartió Zannini copias del decreto que publicará hoy el Boletín Oficial con la integración de la comisión -de la que quedaron afuera, pese a las presiones que hicieron, juristas del peronismo opositor y del partido de Elisa Carrió.- Ya con esto hemos avanzado bastante, dijeron prudentes los firmantes de ese decreto.