La vitamina D es sintetizada ante la exposición a los rayos solares o se recibe a través de fuentes alimentarias y los expertos la consideran de vital importancia para la fortaleza de los huesos, para mantener y desarrollar la masa muscular, favorecer la respuesta inmune a ciertas infecciones y reducir el desarrollo de ciertas enfermedades.
La endocrinóloga Claudia Firpo, miembro de la Sociedad Argentina de Endocrinología Ginecológica y Reproductiva (Saegre) destacó que “la vitamina D es multifacética”, ya que “no solamente interviene en la salud ósea sino que también tiene acciones sobre la secreción de hormonas, el sistema inmune, la fuerza muscular, la prevención de algunos cánceres y la sensación de bienestar general”.
En ese sentido, Firpo dijo que por su importancia, “está siendo estudiada nuevamente y redescubierta en ciertas facetas desde hace aproximadamente una década”.
“Los rayos ultravioletas provenientes del sol constituyen la principal fuente de vitamina D. Las características de dichos rayos dependen de la latitud y de la altitud”, señaló.
Firpo explicó que “al ser Argentina un país muy extenso, contamos con distintas latitudes que van desde 24 grados en Jujuy hasta 64 en la Base Marambio (Antártida); en Buenos Aires la latitud es 34”.
“Las zonas con latitudes superiores a 40 o 50 grados tienen rayos ultravioletas (UV) solamente durante 5 o 6 meses por año o menos aún lo que impacta en las posibilidades de formación de la vitamina D por parte de las personas que viven allí. Otros factores también influyen negativamente en la síntesis de vitamina D ante la exposición solar: el avance de la edad, la pigmentación oscura de la piel, el uso de pantallas solares, la polución atmosférica, la nubosidad y la vestimenta”, comentó.
La endocrinóloga indicó que la vitamina D “es adquirida en un 90 por ciento por los rayos UV y el otro 10 por ciento por fuentes dietarias entre las que se encuentran el aceite de hígado de Bacalao, pescados como el salmón, arenque, atún, trucha, lenguado y sardinas, también las ostras, la yema de huevo, cereales y lácteos enriquecidos”.
Añadió que la insuficiencia de vitamina D “está muy extendida” y “obedece a diversos factores que incluyen temas alimentarios como el menor consumo de leche fortificada, el bajo consumo de pescado en Argentina, la prevalencia de sobrepeso y obesidad (la vitamina D queda depositada en el tejido graso) como así variables vinculadas al estilo de vida moderno con una vida con más sedentaria y en lugares cerrados, el uso de pantallas solares, la disminución en la práctica de actividades recreativas o deportes al aire libre y el incremento de la expectativa de vida, entre otros”.
“Incluso, en 2006 se publicó un reporte sobre un resurgimiento del raquitismo y de la osteomalacia en países de Europa y Norteamérica, principalmente asociado a la falta de exposición solar por factores culturales, sociales o religiosos”, señaló.
La especialista advirtió que “su déficit se asocia a hipertensión arterial, aterosclerosis y a un mayor riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares. Existen trabajos que refieren una mayor incidencia de cáncer (colon, próstata y mama principalmente) y de diabetes en pacientes con bajas concentraciones de vitamina D”.
“Esta súper vitamina interviene en la salud ósea, mejorando la absorción intestinal de calcio, los niveles de calcio en sangre y la fortaleza de los huesos. Pero también tiene otros efectos “no clásicos” como mantener la masa muscular, mejorar la sensación de bienestar, favorecer la respuesta inmune a ciertas infecciones y reducir el desarrollo de enfermedades autoinmunes”, puntualizó Firpo.
La especialista afirmó que “no existe un patrón clínico característico” que advierta sobre el déficit de esta vitamina, aunque el paciente puede “presentar cansancio por debilidad muscular, mayor tendencia a las caídas, dolor lumbar ante una compresión vertebral, pérdida de altura o fractura ante un mínimo golpe (cuando ya existe osteopenia u osteoporosis)”.
Por tal motivo, recomendó ante la presencia de estos síntomas o ante escaso aporte dietario o exposición solar, “consultar con al médico clínico, ginecólogo o endocrinólogo acerca de la salud ósea”.
“Se realiza un análisis de laboratorio para medir los niveles de vitamina D. El marcador 25 OH vitamina D es el mejor indicador de suficiencia. Un estudio reciente mostró que la mejor masa ósea se logra con niveles de 30 ng/ml o mayores. Si existe riesgo de osteoporosis, el profesional puede ampliar el estudio con una densitometría ósea”, dijo.
En caso de que se confirme el déficit de vitamina D, “se debe realizar un tratamiento. Dependiendo del grado de deficiencia puede ser sólo con ajustes en la dieta y mayor exposición solar o bien agregando además suplementos nutricionales, los cuales que son bien tolerados y tienen diferentes presentaciones como ampollas bebibles, gotas, comprimidos o caramelos masticables”.
“Es importante tener presente que las personas fóbicas al sol, los que tienen algún trastorno en la absorción de los alimentos, los bebés alimentados exclusivamente con leche materna, las embarazadas y los ancianos (especialmente los internados o alojados en instituciones), tienen un alto riesgo de déficit de vitamina D por lo que deben ser evaluados de manera periódica y tratados de ser necesario”, finalizó Firpo.