“Llegamos en el auto con mi marido y mi hija de 16 meses. Vimos que la puerta del garaje estaba rota y entreabierta. Mientras comentábamos lo que había pasado y revisábamos las hojas del portón, algunas personas que habían escuchado nuestra conversación salieron a la vereda. Hacía media hora que habían llamado al 911 porque una vecina vio cuando los ladrones llegaron en un 307 y se pusieron a forzar la puerta. Quiero decir lo que me pasó. Así hacen algo de una vez por todas”, dijo Agustina, inquilina de la casa de pasaje Bogotá al 1100 (Génova al 900), adonde anteanoche llegaron tres desconocidos y tras revolver todos los ambientes se llevaron alhajas de oro, una CPU y una cámara digital junto con 45 mil pesos y 800 dólares destinados a la escrituración de una vivienda.
“Eran las 23.15. El auto quedó en la entrada del garaje cuando mi marido me dijo: «Agustina dejaste la puerta abierta», porque se veía que estaba un poco separada del marco. Cuando me acerqué pude ver que estaba forzada por las astillas de madera”, agregó la muchacha, quien relató en diálogo con El Ciudadano cómo de a poco los vecinos de pasaje Bogotá salieron de sus viviendas para advertirles que no entraran a su casa, porque los ladrones podrían estar adentro.
“Estaba cerca de la entrada cuando se me acercó una mujer y me contó que hacía media hora que llamaba al 911 porque pudo ver cuando un Peugeot 307 negro con vidrios polarizados estacionó cerca del garaje de mi casa y se bajaron dos. Uno se puso a forzar la puerta y el otro tocó timbre en la vivienda de al lado para comprobar que no hubiera nadie, mientras el 307 daba vueltas por la cuadra. Pasaron casi 40 minutos desde ese momento hasta que llegamos y vinieron los móviles. La vecina me dijo que se cansó de llamar al 911 y no vino nadie. Otra mujer también se quiso comunicar con la comisaría 9ª y como no atendieron les avisó a los del 911. Imaginate la impotencia de ver cómo entran a la casa de tu vecino y no poder hacer nada”, se quejó Agustina, en referencia a la situación que pasó la testigo del escruche. “Si la Policía hubiese llegado a tiempo no se llevaban la plata” destinada al pago de una escritura, dijo la mujer.
“Eran 45 mil pesos y 800 dólares. No la tenía ahorrada porque me sobre de mi trabajo. Soy peluquera, mi marido es empleado de un comercio, igual que mi cuñado, y mi hermana está desempleada. Esa suma era compartida y la teníamos porque hace poco falleció mi mamá. Había que escriturar la casa donde vivía. Hicimos los trámites y estaba por salir en estas semanas. Me parece que los ladrones no se imaginaban que había esa suma. Vinieron a robar y se encontraron con eso”, relató resignada la muchacha, quien ayer estaba en compañía de su hermana.
Las jóvenes coincidieron en que estos casos tienen que ser denunciados para que las autoridades sepan por la situación que atraviesan los vecinos en cada uno de los barrios.
“Dicen (por los uniformados que acudieron anteanoche al llamado del 911) que no dan abasto. Con los vecinos en la vereda llamé y a los tres minutos llegaron dos móviles del Comando y uno de la comisaría 9ª, que queda acá a seis cuadras. Entré con los Policías y me encontré con todo revuelto. Se llevaron una cámara digital, una computadora, anillos y cadenitas de oro. La plata fue lo más importante. Tienen que hacer algo porque soy una víctima y la verdad es que no tendría que importar si al momento de robarme había otros 20 asaltos. Si hubieran venido antes no habrían podido llevarse la plata. Ya la damos por perdida y no sabemos cómo vamos a hacer para juntarla, porque fue un regalo de una amiga de mi mamá. La provincia no se va a hacer cargo de pagarme por la demora, que según dice la Policía fue porque no tienen móviles”, se quejó la dueña de casa.
“Uno de los investigadores me dijo anoche (por anteanoche) que puede ser que aprovechen los días de partido (en la cancha de Central) para marcar las viviendas. ¡Es una locura! Hace un mes una chica que vive en la cuadra se despertó con los ladrones adentro de su casa. Los padres salieron, pero ella se quedó, y los tipos se pensaron que no había nadie. Si saben: ¿Por qué no hacen algo?”, se preguntaron las muchachas mientras agregaban que cada vez que hay partido, los vecinos del pasaje ubicado a menos de 150 metros del estadio de Rosario Central tienen que estar encerrados porque las veredas se llenan de gente y se producen peleas y enfrentamientos.
Por su parte, una fuente policial relacionada al caso reconoció que una vecina había sido testigo del escruche, pero aclaró que, según le había informado el personal de la seccional 9ª, de Joaquín V. González 950, no habían recibido ninguna llamada que alerte sobre el escruche de pasaje Bogotá.
El caso es investigado por el Juzgado de instrucción en turno junto con la colaboración del personal de la comisaría 9ª, por razones de jurisdicción.