Los vecinos del barrio San Francisco Solano decidieron sacar del olvido la historia del militante César Tabares, asesinado durante la última dictadura. Y es por eso que en el marco del Presupuesto Participativo 2010 decidieron homenajear a Tabares, construyendo una plaza en calle Cazadores, entre cortada Doctor Tabares y Callao, que llevará el nombre del militante y de esa manera dejarán la huella de una historia que de otra manera caería en el olvido.
César Tabares nació en Rosario el 25 de julio de 1943. Desde la escuela secundaria comenzó a trabajar en la Juventud Peronista, fue militante en la facultad, en los bares y en la calle. Creía en la justicia social, la independencia económica y la soberanía política. Formó parte del Movimiento Revolucionario Peronista, estudió abogacía y se dedicó al derecho laboral con una reconocida trayectoria en el foro rosarino. En 1973 fue convocado como asesor del Ministerio de Gobierno; y luego fue designado director general de Institutos Penales de la provincia de Santa Fe.
La noche del 5 de enero de 1977, Tabares se encontró con su socio, el doctor Oscar Di María, y estuvieron tomando un café en el bar del hotel Majestic. Según contó después su socio, cuando se separaron, Tabares fue hacia su auto. Estaba vestido con pantalón jean color tiza y una camisa rayada en colores claros. Desapareció, como lo hicieron otros 30 mil, y no volvieron a saber de él.
De avanzada
Los proyectos de Tabares para las cárceles santafesinas fueron de avanzada: la visita íntima, la producción y venta de productos, las salidas por estudio y trabajo para presos de buena conducta y la puesta en marcha de la escuela secundaria en la cárcel de Coronda. Logros perdidos durante la dictadura.
En 1969, entre la marcha del silencio y el Rosariazo, César se casó con Alicia Ferrero y de ese matrimonio nacieron sus tres hijos: Federico (quien vive en el exterior), Leandro y Julieta.
Su viuda recuerda hoy parte de la historia que terminó con la vida de su marido. En 1975, se produjo la represión en Villa Constitución, el “Villazo”. Desde las plantas industriales metalúrgicas de Acindar, Marathon, y Metcon, los trabajadores llevaron adelante una lucha con la que –en unidad con otros obreros y apoyados por campesinos y comerciantes– lograron el objetivo de elegir y poder ser elegidos libremente para la conducción de la seccional de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y el cuerpo de delegados. Tabares se encontraba siendo director general de cárceles donde comenzaron a alojar a presos políticos detenidos por la represión.
“César se sintió del otro lado de la reja. Se negó a someter a estos compañeros a regímenes especiales como le había solicitado el Servicio de Inteligencia. Se rehusó a entregar las listas de visitas que recibían estos presos”, recuerda Ferrero. Y agrega que por esa actitud fue amenazado por Alianza Anticomunista Argentina, AAA, y la casa en la que vivía con su mujer y sus tres pequeños hijos, en Rueda y bulevar Oroño, fue tiroteada por “desconocidos”.
Otro dato que aporta la viuda de Tabares es que ante la negativa del ministro de Gobierno de entonces de apoyar sus decisiones, su marido presentó la renuncia y volvió a la actividad como abogado y a la militancia. Y durante ese período nunca dejó de ser profesor en la Universidad Nacional de Rosario.
El 24 de marzo de 1976, los dictadores tomaron el mando del país y César fue cesanteado de su cargo de profesor.
La noche del 5 de enero de 1977, decidido a comenzar sus vacaciones, César desapareció. A los pocos días, buscando información por la zona con los vecinos, la familia encontró el auto bien estacionado, en San Lorenzo, entre Maipú y Laprida. Dentro del coche estaba su carterita marrón con los documentos y algo de dinero. El vehículo estaba sin llave. Nadie pudo dar información. Su secuestro fue aproximadamente a la una de la mañana del 6 de enero, y los hijos de César recibieron en el día de reyes el peor de los regalos: se quedaron sin su padre.
Según cuenta su mujer, las primeras versiones extraoficiales que se tuvieron fue que estaba en el Servicio de Informaciones de la Jefatura de Policía, El Pozo, y siempre desde lo extraoficial se dijo que allí permaneció hasta febrero de 1977, cuando lo habrían ejecutado.
Alicia sostiene que a César se lo llevaron por diferentes motivos. “Fue un militante que siempre la peleó, no desde el lado de los grupos armados, no estábamos en Montoneros ni en el Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP, no era el momento para la lucha armada. César siguió militando, sabíamos que tal vez se venía un golpe de Estado y el 6 de enero de 1977 se lo llevan de la calle. Me llamó mi suegro para decirme que estaba supuestamente detenido en El Pozo y nunca más supimos nada de él”, sentenció.
“Las noticias que nos llegaban eran extraoficiales, nadie lo vio en el Servicio de Informaciones, por eso dudamos. Hasta que después de un año contó que un tío de un juez que trabajó con César, que era militar, dijo que no lo busque más”, asegura Ferrero.
Alicia cuenta que la casa que compartió con César era un lugar de encuentro, de amigos. “Cuando cobramos la indemnización, nos hicieron firmar que había que parar con todo tipo de investigación, después se iniciaron los juicios por la verdad histórica. Cuando desapareció el padre de mis hijos, Federico tenía 6 años; Leandro 3 y Julieta un año”.
César Tabares tenía 33 años al momento de su desaparición. En su memoria la cárcel de Coronda lleva su nombre.
Vecinos comprometidos con la historia
En el marco del desarrollo del Presupuesto Participativo 2010, surgió la necesidad de rescatar la memoria colectiva de los barrios, en función de los proyectos que se están desarrollando en el distrito Sudoeste de Identidad Memoria y Perspectiva de los barrios. En ese sentido, los vecinos del barrio San Francisco Solano lograron incorporar al proyecto original una modificatoria al diseño, partiendo de la base de rescatar el trabajo del doctor César Tabares como emergente de la lucha de los derechos de los trabajadores en la etapa más oscura que vivió el país.