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De heladero de día pasó a transformista de noche

Por Laura Hintze. Hace ocho años que Jorge García construye al caer la tarde su personaje: La García. Antes, trabajó en Yomo y Cumbre Nevada. Ganó un concurso en un boliche y desde entonces, recalca, es más feliz.

 

De heladero a transformista. Jorge García es uno de los personajes de la noche rosarina que más renombre ha ganado. Dejó su oficio de años –el de servir helados– para disfrazarse de mujer y cumplir su única meta: hacer reír. Los que más conocen del tema dicen que La García –su personaje– es novedosa, bizarra, graciosa, improvisada, y que por eso “pegó”. Lo cierto es que, sea por las razones que fuera, Jorge García vive del transformismo y admite que, desde que se pone la peluca, está más feliz.

Conocer a La García obliga a pensar en la cantidad de historias emergentes en la ciudad. Es que Jorge García no sólo aparenta ser “común” por su nombre, sino que no tiene ninguna característica a partir de la cual pueda leerse que es transformista. Canoso, ojos claros, ropa deportiva, barba de unos días, y como si eso no bastara, ni siquiera se delata al hablar. Sin embargo, de miércoles a domingo él se disfraza de mujer y se transforma en un “boom” de la ciudad, no sólo de la noche LGBT sino de la hétero también.

Jorge García fue heladero desde los 18 hasta el año pasado, cuando su show empezó a rendirle los ingresos suficientes como para vivir de eso. Durante muchos años trabajó en la empresa Yomo y luego en Cumbre Nevada, aunque nunca le gustó del todo estar ahí, ya que siempre lo consideró un laburo “para subsistir”. Entre eso, Jorge iba a ver shows de transformistas, de los que partía con las ganas de saber qué se sentía protagonizarlos. Fue por ese impulso que arrancó. “Mi lanzamiento fue hace 8 años, después de un concurso que se hizo en el boliche El Refugio. Había un jurado importante, era serio, y yo salí primero entre 16 participantes. Gané un mes de actuación en el boliche y mil pesos”, contó Jorge.

“Después empecé como todos los transformistas, haciendo playback y todo eso. Pero así no me sentía cómodo y entonces empecé a salirme del esquema y ser yo. Yo soy Jorge García, no soy muy original, le mandé La García”. Siempre blanqueó todo, sin vergüenza ni sentirse discriminado. Durante su trabajo como heladero, los patrones y compañeros sabían que por las noches –como si fuera un chiste– él realmente se disfrazaba de mujer, y el personaje hasta llegó a escaparse por la voz de Jorge y divertir a todos un rato: “Una forma de hacer más ameno el trabajo”, justifica.

“Yo soy otra persona: te ponés la peluca y cambiás totalmente”. Jorge habla de La García como si fuera una amiga con la que va a todos lados. Se transforma en dos personas en un solo cuerpo, y habla de ella con cariño y complicidad. Según explicó, la esencia del transformismo es lograr que él se asemeje a una mujer, tanto en la actuación como estéticamente. Por eso, es tan importante aprender técnicas de maquillaje o a disfrazarse, como conocer a la mujer en todos sus aspectos. Él, dice, trata de hacer un licuado de diferentes mujeres, las que van de la histeria y los gritos al llanto deprimente: “La García es muy cambiante. Es grandota, es un caballo. Aunque sus personajes cambian estéticamente, la esencia es siempre la misma. Para mí ella es muy buena persona: es por demás el cariño de la gente. Me adoran. La adoran”.

El público que más sigue a La García es el femenino. Tal vez, especula el actor, porque logra ridiculizar sin ofender. Cuando Jorge habla de las mujeres parece que puede analizarlas, que las ha estudiado. “Yo siempre digo: «bendigo la hora en que me dicen gay porque los tipos no sirven para nada»”, resume, y muy bien, no sólo porque es gay sino porque en ese “análisis” que hace ha aprendido a defender al género femenino, se ha vuelto una suerte de “feminista”. “Yo respeto mucho a la mujer. Lo que más me llama la atención de ellas es su lucha, por eso trato de dar un poco de esperanza. De afuera veo mucho machismo, y entonces me he vuelto un defensor de la mujer”, dice.

Probablemente, es esa una de las razones por las que las mujeres se vuelven cómplices en cada uno de sus shows, mientras son los varones los que “arrugan”. “Siempre dejo en ridículo a los varones. Y cuando se zarpan, les recuerdo que yo tengo peluca pero también soy hombre. Ahí se quedan en el molde”, añade. Jorge trabaja de miércoles a domingo, a veces dando tres shows por noche. A cada recital concurren más de cien personas. En todos los boliches, bares o fiestas privadas llega “como hombre” y “como hombre” se va. De esa manera, diferencia muy bien quién es quién en su propio trabajo: “Este es un laburo. Y a veces me cansa maquillarme, cambiarme. En una noche hacés tres o cuatro personajes. Ahí entiendo a las mujeres. Usar medias, zapatos, eso es todo un logro. Yo hago todo esto solo. Mi show es cómico, me siento cómodo por ese lado. Hay diferentes ramas de transformismo: algunos se hacen el bonito, y quieren ser lo más parecido a una mujer, yo prefiero ser más bizarro. No me gusta encasillarme. Te puedo hacer de bonita, ponerme un vestido, pero mi esencia es salir de eso. Si me tengo que sacar la peluca, me la saco. Quiero que la gente note que soy un tipo porque mi trabajo es imitar a la mujer. Ahora está muy mezclado el transformismo con el travestismo. Muchos chicos empezaron siendo transformistas y ahora son travestis. A mí nunca se me cruzó por la cabeza, ni se me va a cruzar. Yo estoy conforme con lo que soy”.

A pesar de que el público y los espacios donde se llevan adelante este tipo de shows sean de lo más diversos, históricamente el transformismo se ha relacionado a la Comunidad LGBT. “Porque somos como sus voceros”, reflexionó García (Jorge y ella también). Y en ese punto, su trabajo se transforma en un oficio con una responsabilidad: la de informar a través del humor, aprovechando que el público está compuesto por una amplia gama de personalidades e ideas. Jorge contó que, aunque generalmente improvisan, con sus compañeros de escenario suele ponerse de acuerdo para hablar de su lucha, para dejar en evidencia lo que está pasando en la realidad, tanto lo malo como lo bueno: matrimonio igualitario, prostitución y ley de Identidad de Género han sido parte de su repertorio.

“Jugamos pero también informamos, las cosas llegan a la gente a través del humor y ante todo mi meta es hacer reír. Me conformo con eso porque en la calle hay mucha tristeza. El que hace humor en la casa es totalmente feliz. Desde que me dedico a esto estoy más contento”, finalizó.

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