Gente o militancia. Acto cívico o político. El debate que se produjo en los últimos años sobre el perfil que debe tener la celebración del 20 de Junio en Rosario se reprodujo ayer, aunque a escala menor. La ausencia de la presidenta Cristina Fernández –de viaje fuera del país– y la consiguiente merma de militantes oficialistas le bajaron un poco el tono a la discusión, que de todos modos no fue ajena al acto que evoca a la figura de Manuel Belgrano. Algunos silbidos a la figura del vicepresidente Amado Boudou y gritos de “bajen las banderas”, de parte de “la gente”, le pusieron ayer condimento al eterno intríngulis.
El ministro de Seguridad provincial, Raúl Lamberto, sostuvo tras la celebración que “en estos actos siempre hay manifestaciones políticas”, pero consideró que “no tendrían que existir”.
En esa misma línea, el senador provincial Miguel Lifschitz planteó reformular el perfil del acto con el fin de “quitarle la connotación política partidaria con que se han teñido los festejos en los últimos años”.
En la vereda opuesta a esas argumentaciones, el presidente del bloque de diputados nacionales oficialista, Agustín Rossi, consideró que en los actos del 20 de Junio “no debe haber exclusiones” y que “la política siempre está presente”.
El de ayer no fue, al menos en relación a los anteriores más inmediatos, un “acto politizado”. La ausencia de la presidenta contribuyó a bajarle ese perfil, la militancia se expresó con menos fuerzas que en otras ocasiones.
Es cierto que hubo silbidos cuando habló el vicepresidente Boudou, aderezados un poco más tarde con la proclama “bajen las banderas”. No, no se trataba de la enseña patria, sino de las banderas que hacían flamear en la base del Monumento los jóvenes de La Cámpora Rosario, a quienes se sumaron los militantes de Kolina, el espacio político que orienta la ministra de Desarrollo Social y cuñada de la presidenta, Alicia Kirchner.
Lo que sí se notó, y tal vez haya habilitado propuestas como las de Lifschitz de reformatear el acto y quitarle densidad política, fue la presencia de menos rosarinos que en otras ocasiones, a pesar de que el tiempo fue uno de los más benévolos de los últimos años.
Lo cierto es que la discusión pos acto se repitió. Lifschitz dijo que “hay que repensar el formato del acto por el Día de la Bandera, que debe tener un contenido más popular y menos protocolar donde los ciudadanos y los vecinos de Rosario puedan disfrutarlo en familia, convocarse de manera masiva y quitarle la connotación política partidaria con que se han teñido los festejos en los últimos años”.
También consideró que la política aleja. “Este formato desalienta la participación del ciudadano común, la familia y el vecino”, opinó, y afirmó que “Rosario merece otro tipo de fiesta, con más sentimiento y más presencia de los rosarinos y donde la protagonista central sea la bandera”.
Lamberto abundó esa línea argumental. “Rosario es una ciudad democrática y plural” dijo, y agregó que “en estos los actos siempre hay manifestaciones políticas, aunque no tendrían que existir”. “Mientras (las manifestaciones) sean pacificas no molestan. Hay que ser tolerantes. Rosario siempre les brindó a los presidentes el cariño institucional que se merecen. Por eso creo que entre todos tenemos que colaborar para que el ciudadano común pueda asistir a los festejos y que no se encuentre con un acto político”, concluyó el ministro.
Por su parte, el diputado Rossi dijo que “la política siempre está presente” en conmemoraciones de esa naturaleza. Y pasó facturas, aunque sin nombres propios: “Algunos venimos con bandera y damos la cara, hay otros que se esconden”.
También dijo que “hay que hacer el Día de la Bandera sin exclusiones, el que quiera venir con su mujer, con sus hijos, puede venir, y los militantes políticos que quieren venir debajo de una bandera lo pueden hacer, el acto del Día de la Bandera es de todos”.