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Sencillamente: “Te espero bebé”

Por Paola Cándido. Tacos altos, minifalda, rubia natural. Así es Trinidad Parodi de Turcutto, a quien muchos conocen como Teté y más todavía con la frase que la hizo famosa. De entrecasa, cuenta a El Ciudadano cómo es la vida –y el sacrificio– detrás de la cumbia.

Tacos altos, minifalda, cabello rubio, vestimenta atrevida y propulsora de la música tropical, son las características con la que se distingue a Teresa Trinidad Parodi de Turcutto, inmensamente más conocida como Teté, quien asegura que para llegar a ser quien es sacrificó muchas cosas. La titular de la popular frase: “Te espero bebé”, contó a El Ciudadano cómo se inició al ritmo de la cumbia, y algunos gajes del oficio.

—¿Por qué le dicen Teté?

—Nací en San Lorenzo y el médico que atendió a mi mamá era un amigo de la familia, y le preguntó qué nombre me iban a poner. Mi mamá le contestó Teresa Trinidad y él le responde que me tenía que llamar Teté, porque mis dos nombres empiezan con la letra t y así fue, pero no es un nombre artístico.

—¿De chica le gustaban los tacos?

—Siempre fui la más atrevida de la familia, cuando era chica me cortaba las polleras y me ponía tacos. Conocí a mi marido Roberto, que era músico en ese momento, en un baile del club Villa Casini, en Capitán Bermúdez. Los sábados iban alrededor de cuatro mil personas, iba con mi mamá, como se acostumbraba antes y se dio que teníamos familiares en común en General Lagos. Mi abuela averiguó que era una buena familia y así empezamos, en ese momento tenía 15 años y él 17, eran otros tiempos, nos casamos y tuvimos un hijo, Cristian.

—¿Cuánto hace que está en la movida tropical?

—Hace más de 30 años. Después de que me casé, mi marido seguía con la música porque había confiterías que trabajaban de lunes a lunes, como por ejemplo, La Pantera Rosa, Yezabel, 2001, todas estaban por la zona céntrica. Un día, un amigo nos preguntó por qué no nos dedicábamos a hacer bailes. Y nos propusieron que vayamos a Villa Gobernador Gálvez a pedir el club. En ese momento teníamos un taxi con un empleado que lo manejaba y cuando fuimos a pedirlo, adelante nuestro estaba Salvador Gamarotta, que también lo quería. Yo casi había perdido las esperanzas. En la comisión, estaba el chico que manejaba nuestro taxi y nos dijo que no nos hagamos problemas, que el club era para nosotros porque le habíamos dado una gran mano y él no se lo podía olvidar.

—¿Cómo fueron los comienzos en el club de Villa Gobernador Gálvez?

—En esa época no se acostumbraba a tener freezer, ni heladeras, había piletones y con mi marido íbamos los viernes, limpiábamos el club para el otro día. Estábamos en familia, mi tío en el parrillero asando los chorizos, mi papá en la puerta. La gente me quería por como era, podía juntar botellas y subir al escenario, y si tenía que sacar a alguien porque se portaba mal, lo hacía. Y en invierno, como no había calefacción, poníamos tachos de carbón con leña para que la gente no tenga frío. Mi hijo era chico y dormía entre los cajones.

—¿Hubo discriminación?

—Cuando teníamos el boliche Década, que ahora es El Palacio, me decían: «Tu gente para allá y la mía para acá», que no se mezclen. La música tropical es una más, cuando uno va a una fiesta, a un casamiento, por ejemplo, se escucha cumbia para que la gente se divierta.

—¿Qué anécdotas recuerda?

—Cuando Daniel Agostini comenzó como solista, hablamos con el representante y nos confirmó que venía a tocar en la Rural. Ese día alquilamos un camión con una pala mecánica, lo metimos y lo bajaron arriba del escenario y el público le abolló el camión. Hasta el día de hoy el hombre que lo manejaba se acuerda.

—¿Hizo sacrificios para llegar hasta acá?

—Tuvimos dos accidentes muy grandes, uno en 1995. Yo manejaba el auto y tuvo destrucción total. Y el otro en 1999, en ese accidente me faltaron tres milímetros para que me perfore la yugular. Estuvimos mi marido y yo, postrados en la cama, y nos venía a ayudar la gente que iba a los bailes y dos se habían alojado en mi casa. Mi hijo, que en ese momento tenía 18 años, dejó su carrera de farmacéutico y se hizo cargo de todo.

—¿Tuvo reconocimientos?

—En Villa Gobernador Gálvez, el ex intendente Murabito nos dio una distinción: “Eventos populares”, y el otro fue con el ex intendente Miguel Lifschitz. En el Bicentenario se armó un escenario tropical y fue el que más éxito tuvo, y en un momento, estaba por presentar una banda y me dicen que iban a presentar al intendente y allí se dieron cuenta que la música no era de negros, era de todos, una más, música popular, alegre y de gran convocatoria.

—“Te espero bebé”… ¿quién lo inventó?

—Mi marido. Me dijo que tenía que empezar con publicidad en la televisión y en el final tenía que terminar con el eslogan: “Te espero bebé!”. Y quedó así, tenía que tener una frase para que me conozcan.

—¿Qué significa la cumbia para usted?

—Alegría, ritmo, convocatoria, diversión, onda positiva, es todo.

—¿Qué le queda pendiente por hacer?

—La mayoría de mis sueños se cumplieron, me faltaría una charla, de mujer a mujer, con la intendenta Fein. Simplemente quiero hacer divertir a la gente, somos todos iguales, todos nos vamos al mismo lugar. Seguiré hasta que Dios me dé vida y fuerza, lo llevo en la sangre.

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