La historia de los clubes recuperados “por los pibes y pibas del barrio” se repite en el club San Martín, al norte de la ciudad, más precisamente en Valentín Gómez 3765. No son los primeros ni serán los últimos pero, como cada una de las experiencias similares que se dan en Rosario, su actividad tiene características y objetivos particulares dignos de ser contados y conocidos.
El Centro Cultural San Martín nació de la mano de los jóvenes del barrio, en el patio del club que lleva su nombre, y con la única finalidad de abrir las puertas de un espacio que debería ser de y para todos. En ese marco, esta tarde estarán pintando un mural e invitan a toda la comunidad a acercarse y conocer de qué se trata esta experiencia hecha “a pulmón”.
“No nos queda otra que hacerlo, porque es lo que queremos hacer”, sentenciaron Fausto, Esteban, Lisandro, Facundo y Santiago, algunos de los jóvenes a cargo de la recuperación del club. Los chicos contaron su historia sentados alrededor de lo que fue un fogón; algunos troncos en el suelo oficiaron de banquitos, mientras daba vuelta a la ronda un mate, saborizado con yuyos parecidos al cedrón que esperan que pronto crezca en el club.
Todo, en un rincón del patio del club, un espacio enorme donde conviven un escenario, una canchita de fútbol, un quincho que ellos mismos construyeron y una futura huerta, fruto del taller de Autogestión.
Como suele suceder en la mayoría de estas historias, antes de que ellos llegaran, el club estaba “bastante abandonado”: los que estaban en la institución sólo se encargaban del buffet y la cancha de bochas. Ahora, cualquiera que llegue ahí por primera vez piensa que algo está pasando. Los escombros, la tierra removida, las herramientas y la fogata son buenos indicios de eso.
“Yo creo que esto es inevitable. Ahora están pasando cosas nuevas, a nivel social y económico; se construye sobre otra óptica. Se habla de autogestión, participación y apertura social y en gran parte por eso tomamos la iniciativa: estamos inmersos en eso”, explicó Esteban. Y completó: “Nuestra propuesta es que, después de muchos años sin movimiento, el club vuelva a llenarse de gente”.
Por eso mismo, la mayoría de los sábados son días de encuentro: música, comidas, práctica de skate y lo que cada quien quiera llevar, mostrar o enseñar. El resto de los días, los chicos están y el club tiene las puertas abiertas para que se acerquen, a construir o –simplemente– usar el espacio.
En ese marco, cabe destacar que hoy será un sábado especial, porque fueron convocados artistas, graffiteros y un grupo que pinta murales para decorar una de las paredes del club. “Vamos construyendo y haciendo más agradable todo a la par”, señaló Facundo.
Estas actividades, dijeron los chicos, “sirven para que se vaya conociendo lo que hacemos en el barrio. Y sobre todo para la gente de la zona, porque son los que van a venir”. Ese no es un dato menor: ante todo, el trabajo está focalizado para ese lugar, el barrio que ellos conocen. Todos son nacidos y criados en la zona norte, y por eso mismo consideran que el suyo será un trabajo mucho más “sincero”.
“Vimos que los clubes de barrio son lugares bastante dejados de lado, son un espacios que están buenos y, en este caso, nosotros conocemos este lugar. Me parece que para hacer un trabajo concreto y directo está bueno que sea donde uno vive. El club tiene que ser un espacio para manifestaciones artísticas, deportivas, pero también de charla, para generar cierta identidad en y para el barrio”, señaló Santiago.
Así, la recuperación de club se basó más que nada en su aspecto social, ya que antes sólo funcionaba el buffet y la cancha de bochas. De a poco, a la par de difundir lo que estaban haciendo con folletos y charlando en la calle y con las instituciones vecinas, los más chicos se fueron metiendo y participando. A veces, dicen, a la gente “grande” les choca ver todos esos cambios, pero para ellos “todo va bien”.
“Nadie nos puede decir que estamos fuera de lugar. Se están desarrollando muchas cosas y construyendo muchas otras. Sería poner freno a una iniciativa a pulmón”, coincidieron.