El presidente francés, François Hollande, pidió a sus compatriotas un «esfuerzo justo» para recuperar el lugar de su país en el mundo ante el reto de la crisis económica e hizo un llamamiento a recuperar la competitividad perdida.
En una entrevista concedida después de presidir su primer desfile militar del 14 de julio, Fiesta Nacional gala, Hollande se explicó ante sus conciudadanos por primera vez en televisión desde que llegó al cargo hace dos meses.
Y lo hizo con una insistencia especial en que la lucha contra el desempleo será prioritaria durante sus cinco años de mandato, pero agregó que Francia tiene que aplicarse al mismo tiempo en recuperar la competitividad de su economía.
«Hay que hacer un esfuerzo y tiene que ser justo», explicó Hollande, quien destacó que el déficit comercial de Francia alcanza los 70.000 millones de euros, por lo que instó a recuperar la capacidad del país para competir con otros.
El presidente aludió a la herencia recibida del anterior gobierno conservador bajo la presidencia de Nicolas Sarkozy y destacó que la deuda de Francia alcanza al 90 % de su riqueza, un nivel inaceptable y que obligará a recortes de gastos, aunque evitó pronunciar la palabra «rigor» o referirse a una política de austeridad.
«No excluyo ningún recurso de ingresos», dijo el presidente, quien trazó las líneas rojas que deberán respetarse a la hora de recortar gastos y que protegerán los que están destinados a financiar las políticas educativas, la justicia y la seguridad.
«Se trata de restablecer la cuentas públicas», explicó el presidente, quien recordó que será necesario encontrar la manera de recortar 33.000 millones de euros en las cuentas de 2013, pero aseguró: «Lo vamos a hacer».
Reiteró que no serán las clases medias las que soportarán únicamente el «esfuerzo justo» que pidió a los franceses, y recordó sus compromisos de la campaña presidencial de hacer que paguen más los que más tienen.
En este sentido apeló al «deber de solidaridad» que supone el impuesto sobre las fortunas, un recurso que calificó de «deber de patriotismo», que vinculó al nuevo impuesto del 75 % destinado a gravar las rentas superiores al millón de euros anuales.
En una semana en la que los franceses descubrieron el lado oscuro de la crisis económica, traducido en los 8.000 despidos anunciados por el fabricante de automóviles PSA Peugeot Citroën, el presidente no dudó en rechazar el plan presentado por la empresa.
«Este plan era ya un rumor», empezó a decir Hollande, quien aseguró que, tal como está presentado, el plan del fabricante es «inaceptable».
Incluso apuntó a que la dirección del grupo automovilístico había negado que tuviera intención de aplicar semejantes recortes de plantilla y vinculó el anuncio ahora, después de las elecciones, con una opción de no perjudicar los intereses electorales del presidente saliente.
«Creo que ha habido una mentira», zanjó Hollande, quien dijo que se renegociará el plan y que se evitarán los despidos, aunque no precisó detalles.
En materia europea, y preguntado por su relación con la canciller federal alemana, Angela Merkel, rehusó la creación de expresiones como «Merkhollande», para tratar de definir la existencia de un tándem director de la política de la Unión Europea.
Y confirmó que ambos tienen ideas diferentes, aunque defendió que fue por su intervención personal en el Consejo Europeo celebrado en Bruselas que la UE se dotó de un plan de estímulo del crecimiento que completa las medidas de rigor impulsadas desde Berlín.