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Un libro sirve para debatir sobre bullying en los colegios

Por Agustín Aranda.- El maltrato reiterado de alumnos hacia alguno de sus pares está expuesto en “El hombre de los pies murciélago”.

A una semana de los violentos hechos que protagonizaran alumnos de dos escuelas técnicas de la ciudad, la problemática de los abusos en las instituciones durante la adolescencia cobra más notoriedad. El Ciudadano dialogó con Sandra Siemens, autora del libro de ficción “El hombre de los pies murciélagos”, en el que se retratan situaciones de lo que internacionalmente se denomina “bullying” (maltrato físico, verbal o psicológico reiterado). Es un flagelo tan cotidiano como antiguo, que desde mediados de la década pasada está siendo investigado por pedagogos y psicólogos en todo el mundo. Victimario, víctima y testigo son roles dinámicos de los abusos en las escuelas, donde –según la autora– se repiten el silencio y la falta de atención de la institución y los padres. El libro de Siemens, editado por Grupo Editoral Norma en 2009, cuenta con dos protagonistas adolescentes, Esper y Dolo, quienes sufren la exclusión y hostigamiento de una barrita de pibes en una localidad santafesina. Con la exposición de una forma de segregación y formación de grupos en la infancia y adolescencia, la obra cobró notoriedad y Siemens fue invitada en distintos colegios para abordar la problemática con los alumnos.

—¿A partir de qué motivación empezó a escribir el libro?

—La idea surgió de una noticia periodística hace algunos años. No recuerdo cuál fue, pero por primera vez escuché el término bullying. Me puse a investigar por internet. Encontré una problemática muy compleja con casos internacionales y locales escandalosos. El primer caso testigo fue en 2004 en el País Vasco, donde un chico de 14 años se suicidó tirándose de las murallas de la ciudad debido a la persecución, amenazas y castigos a los que sus compañeros de escuela lo sometían. Todo porque se había descompuesto de la panza y no había llegado al baño. También volví a leer “El marica”, de Abelardo Castillo (publicado en 1959 y que versa sobre la masculinidad adolescente a través del debut sexual).

—¿Existe relación entre la figura misteriosa del hombre de los pies murciélago, que acompaña a uno de los protagonistas y sirve como confidente con el caso de Carmen de Patagones y el adolescente Junior, al que le decían el “Dark”?

—Es una asociación involuntaria. Pensé en una figura oscura y enigmática pero no remite a ese caso. Eso digo en las charlas cuando los chicos me preguntan “¿Quién es?”. Eso lo completa el lector, que puede decidir unirlo con la historia del padre. La figura me sirvió para poder volcar toda la parte más dura de Esper. La más dolorosa.

—¿Fue difícil recuperar la psicología adolescente/preadolescente que tan bien esta retratada, sobre todo en los tramos de focalización interna de Dolo?

—Tengo hijos adolescentes y supongo que entrenado el oído, por lo que no me resultó difícil. Sobre la psicología de Dolo es el esquema que se repite en el bullyng. Una víctima, un victimario y un testigo que son mudos. A partir de estos elementos tiene dinámica el abuso. Ella me sirvió como bisagra ya pasaba de ser víctima, victimaria hasta testigo.

—¿Cómo es la respuesta de los chicos en las escuelas cuando la invitan a compartir su libro?

—Son muy enriquecedoras. A veces hacen relaciones que se me escapan, una lectura mucho más cercana. Es positivo que los docentes y directivos se hagan carne de la problemática porque muchas veces no se sabe bien cómo encararla en el aula, es escurridiza.

—Así lo ilustra en el libro, donde la presencia de la institución educativa es mínima…

—Pero no es sólo la escuela, sino la mirada de los adultos la que falla. No está atenta.

—Con el libro retrata procesos de exclusión comunes a la mayor parte de las personas en la juventud, ¿cómo se pueden construir grupos sin incurrir en este tipo de segregación?

—No tengo las herramientas para proponer soluciones. Todos lo hemos vivido. La crueldad de los chicos para con sus pares es algo común a nuestras experiencias de jóvenes. Considero que la mirada del adulto debe estar más atenta a estos abusos. Me quedo con la posibilidad de que el texto ponga sobre la mesa el tema en las escuelas. Sobre todo porque su dinámica los hace invisibles en muchos casos.

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