La comunidad católica de Rosario venera una gota de sangre que perteneció al fallecido papa Juan Pablo II, que se exhibe en un relicario desde hace una semana en la Iglesia Natividad del Señor, a cargo del conocido sacerdote Ignacio Peries.
La gota de sangre del beato Juan Pablo II, extraída de su cuerpo días antes de su muerte, ocurrida el 2 de abril de 2005, es una de las pocas reliquias distribuidas por el mundo del denominado “Papa viajero” y futuro Santo.
La reliquia, tras ser venerada por la comunidad católica en Rosario, será instalada en forma definitiva en un santuario que se construye en la Iglesia Madre de Misericordia de la localidad bonaerense de Avellaneda.
“Por ahora, la gota de sangre de Juan Pablo II se encuentra en Rosario en la Iglesia de mi amigo el padre Ignacio, pero luego recorrerá otras iglesias y parroquias de la ciudad para que la gente pueda venerarla”, contó el sacerdote Dante Agüero, que pertenece a la congregación Padres Marianos en la Inmaculada Concepción.
El sacerdote sostuvo que la reliquia se denomina de “primer grado” porque pertenece al cuerpo del futuro Santo, y llega a la Argentina “por una idea que tuvo el Superior Provincial, la autoridad interna de la Congregación, que es crear un lugar de culto y veneración a la memoria de Juan Pablo II, en la parroquia Madre de Misericordia, en Avellaneda”.
El cura dijo que cuando Juan Pablo II se enfermó, en los últimos días de su vida se le extrajo sangre para muestras y análisis, y al fallecer, las gotas se reservaron en tubos de vidrio.
La reliquia «es una gotita de sangre, similar a un pequeño pastillero, la cual tiene un vidrio adelante, cubierto por un pequeño trozo de tela con una inscripción en latín que reza que ahí está la gota de sangre de Juan Pablo II”, agregó.
Si bien el sacerdote aclaró que la gota de sangre “no se ve porque está debajo de la tela”, consideró que venerarla es poseer algo que establece un vínculo humano con alguien tan significativo, en este caso, quien además de haber sido Papa, es un beato, a quien se puede invocar su intercesión y por eso los milagros”.
“Contar con una gotita de sangre de Juan Pablo II es muy simbólico y está asociado a la Eucaristía, al martirio, a la pasión, y a la vida», añadió.
“La iglesia siempre ha venerado, pero con mucho cariño sagrado desde la fe. Estar cerca de algo que perteneció a un futuro Santo, de una parte de su cuerpo nos remite a una presencia física material de alguien que vivió en una amistad muy grande con Dios”, concluyó el sacerdote.