El escritor jujeño Héctor Tizón, que falleció hoy a los 82 años, deja como legado literario una veintena de novelas y más de cincuenta cuentos atravesados por cuestiones recurrentes como el dolor del exilio, la melancolía del inmigrante y la búsqueda de un destino mejor.
Héctor Tizón fue uno de los oradores principales del III Congreso de la Lengua Española que se desarrollo en 2004 en nuestra ciudad, donde se encargó del discurso de inauguración en el Teatro El Círculo (discurso completo en este enlace).
«Aquí la tierra es dura y estéril; el cielo está más cerca que en ninguna otra parte y es azul y vacío. No llueve, pero cuando el cielo ruge su voz es aterradora, implacable, colérica. Sobre esta tierra, en donde es penoso respirar, la gente depende de muchos dioses», describió alguna vez Tizón al pequeño pueblo jujeño de Yala, donde nació el 21 de octubre de 1929 y donde vivió sus días finales.
Autor de obras como «Fuego en Casabindo», «La casa y el viento», «Luz de las crueles provincias» y «Extraño y pálido fulgor», el escritor se desempeñó paralelamente como abogado, periodista y diplomático, distintas labores que no opacaron su voracidad literaria.
Tizón publicó sus primeros cuentos en el periódico El Intransigente y llegó a dirigir el diario Proclama antes de emprender su exilio a España durante la última dictadura militar iniciada en 1976.
«El exilio fue absolutamente insoportable para mí, de las tristezas más intensas que sufrí en mi vida. Cuando uno se queda sin país y sin la promesa de una tierra prometida se siente a la intemperie. La literatura, en ese sentido, me otorgó un equivalente del país que por momentos creí perder», señaló el escritor alguna vez.
Su primer libro, «A un costado de los rieles», fue publicado en México en 1960. Desde entonces se convirtió en referente de una tradición latinoamericana cuyo punto de partida acaso sea la novela «Pedro Páramo», del mexicano Juan Rulfo, aunque su obra también está inspirada en gran parte por la tradición oral del pueblo que lo vio nacer.
Entre sus obras más emblemáticas se cuentan «La casa y el viento» -concluido en España en 1982 y publicado en Argentina en 1984)-, «El hombre que llegó a un pueblo» (1988), «La mujer de Strasser (1997), «La belleza del mundo» (2004) y el libro de memorias «El resplandor de la hoguera», editado en 2008.
A mediados de la década de 1990 la legislatura jujeña lo designó Juez de Superior Tribunal de Justicia y en 1994 representó como convencional a su provincia en la Convención Nacional que, convocada en Santa Fe, sancionó la reforma constitucional de 1994.
Tizón viajó largamente por el mundo: como diplomático de 1958 a 1962 y como exiliado de 1976 a 1982, aunque «su lugar en el mundo», al que volvía una y otra vez, es Yala.
Casado con la filóloga Flora Guzmán, recibió numerosos galardones, entre ellos varios premios Konex y la distinción de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia
La narrativa de Tizón está atravesada en sus diversos registros por el tema del exilio y aborda tanto el desgarramiento por la partida del país como el desarraigo de los inmigrantes, temáticas de corte realista que eclipsan su empeño en relativizar
el status de lo real.
«En ningún campo de la vida existe la verdad, sólo puntos de vista. ¿Cuál es la verdad del amor, la verdad del odio? En todo caso se trata de una verdad muy subjetiva. No se puede ser fiel a la realidad: uno tiene que ser lejanamente infiel… Como en las parejas, cuando uno es más lejanamente infiel, más perdura el vínculo», aseguró alguna vez Tizón en entrevista con Télam.
Un puñado de historias que tiene al desierto del norte como protagonista compone su último libro publicado, «Memorial de la puna», integrado por un prólogo, seis historias y un epílogo en la que una vez más el escritor describe la geografía que lo acompañó
hasta su muerte: «La Puna no es sólo un desierto lunar cálido y frío, es una experiencia», describe en esa suerte de testamento literario.
Los restos mortales de Tizón comenzarán a ser velados en las primeras horas de la tarde en la Legislatura provincial y serán inhumados mañana en el cementerio de la localidad de Yala, a 14 kilómetros al norte de San Salvador de Jujuy, camino a la Quebrada de Humahuaca.