Por Miguel Passarini
Lo diferente, la musicalidad que atraviesa sin prejuicios géneros y etapas y se bifurca, el juego dialéctico que se desata entre un pasado y un presente en permanente convivencia, lo propio y lo ajeno, los recuerdos que conviven anárquicos como viejas fotos en blanco y negro que se revuelven en un baúl hallado de casualidad. Bi, el nuevo disco de Kevin Johansen, es ambiguo, personal, arriesgado desde lo formal y nutrido de iguales dosis de talento, coherencia y vértigo, con un modo de componer que escapa a la media y que lo acerca más al perfil de un artista conceptual que al de un cantautor tradicional.
“Estamos todos muy contentos con el disco y con las primeras reacciones e impresiones, parece que arrancó con el pie derecho. Con el paso de los días, uno se va dando cuenta, por la cercanía con la familia y con los amigos, con esas pequeñas encuestas cotidianas que uno hace en estos casos, que hay canciones que tienen chances de perdurar, que además es para lo que uno hace todo esto”, sostuvo Johansen acerca del material que incluye 29 temas, y que junto a su banda The Nada viene a presentar a la ciudad en dos shows en el Fundación Astengo (Mitre 754), esta noche a las 21.30 y el lunes 13, a las 21, al tiempo que mañana será el turno de la presentación del disco en la ciudad de Santa Fe.
—¿De dónde parte el concepto de “Bi”, una idea que tiene su correlato desde el arte de tapa hasta el perfil de cada uno de los CDs que, musicalmente, son distintos y al mismo tiempo complementarios?
—Ya barajando el título, porque yo soy muy titulero, me gustaba lo que provocaba “Bi” para un álbum doble; primero por el lado del humor, y ya en profundidad, pensar en la gente que quizás entra como un caballo y piensa en lo “bisexual”; al mismo tiempo, mi hermana encontró dos retratos de nuestros padres y me pareció genial para la tapa de un disco doble, porque además el “de la madre”, “Jogo (Subtropicalia)”, tiene justamente tintes folclóricos desde lo argentino, con una miradita hacia el Uruguay y Brasil, y el otro, “el del padre”, “Fogo (Pop Heart)”, es más anglosajón, es más rockero, con muchos de los temas en inglés. Detrás de todo esto, uno tiene sus propias teorías, y en mi caso, más allá de tener tres hijos, y de ser heterosexual, creo que hay tantas sexualidades como personas en el planeta; la sexualidad y la forma de manifestarla siempre es algo muy personal, del mismo modo que las sensibilidades musicales.
—¿A qué te referís exactamente con “sensibilidades musicales”?
—Es algo que menciono en cada presentación de Bi; digo: quién no tiene un mejor amigo que escucha algo que no nos interesa, o ese mismo amigo que te dice “cómo podés escuchar eso”, y entonces uno se copa con Montaner y el otro con Los Beatles. De esas sensibilidades estoy hablando.
—Esa apertura a diferentes sonoridades que transitan tus seis discos editados ¿parte de la idea del no prejuicio para con la música?
—Sí, pero uno siempre intenta luchar y tiene que lidiar con sus propios prejuicios, y a pesar de todo eso yo también estoy lleno de prejuicios del mismo modo que de tendencias estéticas; pasa mucho que a veces algo no te gusta porque las músicas son, también, víctimas de modas: hay épocas de arreglos de teclados feos, y otras de saxofones melosos, y lo curioso es que las buenas canciones sobreviven a esas ejecuciones que a veces sufren algunas canciones. Siempre aparece ese sonido que hasta determinado momento te parecía feo pero que, de repente, se vuelve ideal para una canción.
—¿Cómo se hace para juntar en un mismo disco a semejante lista de invitados como Lila Downs, Rubén Rada, Daniela Mercury, Natalia Lafourcade, Paulinho Moska, Lisandro Aristimuño, Fernando Cabrera o la Orquesta El Arranque?
—Pasa que yo tengo una limitación vocal, porque tengo una voz muy grave; y sin bien puedo cantar en falsete, muchas veces escucho voces más agudas que me interesan, tanto masculinas como femeninas. Y en estos últimos años me pasó de cruzarme con artistas como los que mencionaste, del mismo modo que Ernesto Jodos o Santiago Vázquez (La Bomba de Tiempo), que también participaron del disco. Con todos tenía buenos encuentros, buen “rapport”, afinidad estética. Me acuerdo, por ejemplo, de Daniela Mercury, que vino a Buenos Aires a cantar hace unos años y me contó que usó para casarse mi canción “Anoche soñé contigo”; fue una enorme alegría para mí, porque es de esos regalos increíbles que te da la música; o que Lila Downs, el arreglador de la banda y los músicos fueran fans de Sur o no sur. Todo eso habilita para después pedirles que canten en una canción, y darles algunas y que elijan, algo que también hice con los demás invitados. Pero por otro lado, para mí, recién empieza esto de las colaboraciones y uno fantasea concretamente con que esa voz que escuchó es la ideal para determinado tema. Y después hay rarezas como “Waiting for the sun to shine” (de Jogo), de la que también participa Paulinho Moska, y que salió en versión trilingüe.
—Esto que contás revela que sí sos un artista de culto y no un “artista oculto” como decías en tus primeras notas….
—Yo decía eso de mí en los 90, cuando estuve en Nueva York y era feliz tocando en un antro del punk rock, y era un artista oculto. Pero ahora, en el segundo disco, grabé canciones de aquellas épocas, algunas tienen más de veinte años y nunca vieron la luz porque, precisamente, pertenecen a aquella etapa donde estaba más escondido. Me da un placer enorme ver cómo cobran vida canciones que estaban guardadas, y sentir que les llegó su gran momento.
—Siendo un artista de perfil bajo, ¿cómo te llevás con el éxito?
—Siempre digo que tuve la suerte de que me empezara a ir bien después de los 35 años. Ese reconocimiento un poco tardío me ayudó a aprender a reírme de mi mismo; entonces, no me creo nada, siento que me salvé de ser un Pomelo, como el personaje de Capusotto, y de hacerme el rebelde sin causa. En un punto, hoy agradezco que me haya costado llegar con la música, porque de la forma que lo logré fue algo muy mágico.
Diferentes
Bi es el nuevo álbum doble de Kevin Johansen + The Nada y fue grabado en dos partes. La primera, “Jogo (Subtropicalia)”, fue realizada en los Estudios Del Arco con la coproducción de Javier Tenenbaum y Osqui Amante, y de algún modo refleja el legado de su madre argentina, al tiempo que la segunda, “Fogo (Pop Heart)”, fue realizada en los Estudios El Pie con la coproducción de Tweety González, y es más cercana a su padre norteamericano.
“Todos somos «bi» porque estamos hechos de un padre y una madre”, sostiene Johansen, quien adelantó que el show “comprenderá la mayor parte de lo nuevo, del mismo modo que lo de ayer, hoy y siempre”.
El músico también contó de la participación del artista plástico Liniers, “que si bien no estará en vivo se ocupó de la parte estética del show. Siempre digo que Liniers es como un monstruo que hemos creado y que ya forma parte de The Nada, porque no quiere bajarse de las tablas (risas)”.
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