“Mi autoridad emana de vosotros, y ella cesa ante vuestra presencia soberana. Vosotros estáis en el pleno goce de vuestros derechos: ved ahí el fruto de mis ansias y desvelos y ved ahí también todo el premio de mi afán. Ahora en vosotros está el conservarlo”. Así se expresó José Gervasio de Artigas en 1813 ante el pueblo uruguayo y, comparado con los de su época, su discurso es revolucionariamente democrático. Además de eso, Artigas llevó a cabo una reforma agraria entre la gente de la campaña de la Banda Oriental. Esas características ya delinean la magna figura del jefe uruguayo, mientras Pacho O’Donnell elige también subrayar su elección por el federalismo y su pelea con Buenos Aires para designarlo como el primer caudillo. En su libro Artigas. La versión popular de la Revolución de Mayo, O’Donnell reitera la trama de la historia revisionista que desde los años 30 intenta rescatar a los líderes del interior, federales y populares, a manera de oposición de la “historia oficial” que, según su óptica, conformó un relato del pasado argentino teniendo su sede en el centralismo porteño y en el liberalismo. En una entrevista con El Ciudadano, el historiador respondió acerca de su elección para rescatar y tomar como propio, a un prócer de la Banda Oriental, un hombre que de “bandido social”, pasó a ser funcionario de la corona española para más tarde transformarse en el líder oriental de la Revolución de Mayo, con un sueño de libertad que no pudo concretar y traicionado terminó su vida exiliado en Paraguay.
—¿Por qué hacer la historia de Artigas, un uruguayo?
—Artigas es una gran figura que siempre nos lo han mostrado como un prócer uruguayo, que luchó por la independencia del Uruguay. Lo cual, aunque resulte antipático, podemos discutir si fue culpa de él que hayamos perdido la provincia de la Banda Oriental. En realidad Artigas es un prócer rioplatense, americano, y él nunca quiso separar a la Banda Oriental de las Provincias Unidas. Por el contrario, en dos oportunidades Alvear y Álvarez Thomas, dos directores supremos de Buenos Aires, le ofrecieron negociar para que él no tuviera injerencia en los asuntos de la política de Buenos Aires. Sin embargo, Artigas no lo aceptó porque él quería incorporar a la Banda Oriental a las Provincias Unidas. Él tenía un proyecto que chocaba con el de los porteños; él quería un país organizado federalmente, donde las provincias tuvieran los mismos derechos y que no hubiera ninguna que se impusiera sobre las demás. Él quería un país donde los ingresos de la aduana, que eran los únicos significativos, se repartieran equitativamente, y no como sucedía entonces, que se los quedaba Buenos Aires. Él lo proponía en 1813, porque estas fueron las instrucciones que llevaron sus delegados a la Asamblea del Año XIII, junto al pensamiento y la libertad religiosa, que nunca se hicieron realidad. Ya en esa época, y hay que destacar lo adelantado de su ideología, también quería que las provincias tuvieran el derecho de designar sus propias autoridades, y no como entonces que a las autoridades las enviaba Buenos Aires. Para el disgusto de los doctores unitarios, él sostenía que la Capital no debía estar en Buenos Aires sino en otro lugar. Artigas fue el pionero y jefe del federalismo, de hecho hubo varias provincias que estuvieron bajo su influencia. Se llamaron “Los Pueblos Libres”, que acudieron a él como jefe, como líder, y lo llamaron “el protector”. Hay que notar la importancia de los pueblos que lo siguieron, como La Banda Oriental, Misiones, Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos y parte de Córdoba. Es remarcable la importancia que tuvo Artigas para la historia argentina.
—Usted dice que fue un “bandido social”, también se le dice caudillo, ¿se le podrá decir guerrillero?
—Él enfrentó al sistema social desde la delincuencia y eso le sirvió para tener una gran relación con los indios, con los charrúas que fueron una parte importante de su fuerza, así como con los gauchos, con quienes también compartió ese tiempo. Después él se incorpora a la lucha independentista. Hay que tener cuidado con las palabras porque la guerra también se libra en las palabras, es decir, cuál es el significado que se le da a la palabra y cuál es el efecto que provoca. La palabra “caudillo” para mí tiene un significado porque denomina al jefe que surge de la gente. No es un jefe elegido desde arriba sino que la gente confía en él y piensa que va a ser un vigoroso defensor de sus intereses. La historia oligárquica ha logrado lastimar la palabra caudillo, y ahora se usa, por ejemplo, para intentar castigar al presidente Hugo Chávez. La palabra guerrillero también tiene connotaciones emocionales de alto nivel porque a algunas personas les gusta y para otra gente está cargada de significaciones negativas. Yo diría que sí que fue un hombre que practicó la guerra de recursos, que fue una forma de combatir por la fuerza para suplir una gran desventaja armamentista de organización frente a los ejércitos regulares. Esta forma de guerra la practicó Artigas, pero también Martín Miguel de Güemes y Estanislao López. Practicaban una guerra de guerrillas, o guerra de recursos.
—¿Qué es más importante, su aspecto federal o social?, porque Artigas propuso la reforma agraria y tenía prácticas democráticas.
—Artigas tiene varios niveles de importancia, y si bien es un hombre que viene de una familia de alta alcurnia, de buena posición económica, se compromete con la causa de los humildes. Es un hombre con un profundo sentido social respecto a la reforma agraria y el voto popular, junto a su extraordinaria coherencia doctrinaria e ideológica. También está el hecho, tan poco explicado, de cuáles fueron las razones por las que nunca quiso regresar a Uruguay. Él muere en 1850 y Uruguay ya está independizado. Es un lugar donde le esperan honores y él nunca quiso irse a vivir a Uruguay. Algunos dicen que él nunca aceptó la separación de las Provincias Unidas, que nunca reconoció la independencia de Uruguay. En ese país, cuando se habla de Artigas, con mucha honestidad ellos no dicen el “libertador de Uruguay”, sino que dicen “Aquél que sentó la identidad de Uruguay”. No le adjudican la libertad sino haber defendido la identidad de país.