Fernando Aguirre, profesor de Economía Política de la Universidad Nacional de Rosario, analizó la trama económica del país en un contexto de crisis mundial. En una entrevista con El Ciudadano, el integrante de Carta Abierta Rosario dijo que si bien el PBI registra tasas de crecimiento inferiores a las experimentadas desde 2003, “no hay recesión” de la actividad. Se refirió a las razones de la desaceleración económica y a las medidas oficiales para mitigar los efectos de la debacle internacional. Y justificó la política de sustitución de importaciones y los controles cambiarios.
—La economía nacional muestra signos de enfriamiento después de crecer a un promedio anual del 9 por ciento. ¿Se puede hablar de recesión como postulan algunos analistas?
—Está generalizado el criterio de considerar que un país se encuentra en recesión cuando se registran dos períodos trimestrales seguidos con descenso del PBI, y eso no ha ocurrido en Argentina. Es verdad que se registran tasas de crecimiento del PBI inferiores a las que veníamos teniendo desde 2003, con algún altibajo como el del 2009. En 2010 y 2011 tuvimos el 9,2 y el 8,9 por ciento respectivamente, y en el primer trimestre de 2012, última cifra publicada, el 5,2 por ciento. Es decir: menor incremento sí, recesión no.
—¿Cuáles son las razones que generan un amesetamiento de la economía y cómo califica la reacción del gobierno, que estima una recuperación para la segunda mitad del año?
—Las razones del amesetamiento hay que encontrarlas en una crisis mundial que ya lleva varios años y que se originó en el sector financiero. Desde 2011 se ha agudizado y extendido con efectos dramáticos a la economía real en algunos países como Grecia, España, Portugal, Italia, y la lista sigue. En el caso argentino, al estar fuera de esos circuitos financieros, no nos afectó en esa magnitud, pero si pensamos que el mundo está interconectado la baja generalizada de la demanda alcanza a todos los países. En tal sentido la respuesta del gobierno no sólo ha sido rápida, sino permanente. Y son habituales los contactos con autoridades de países que son nuestros socios comerciales para solucionar los problemas día a día.
—¿Cómo considera las medidas proteccionistas en torno de las importaciones y el mercado cambiario en un contexto de turbulencia internacional?
—Argentina no emite dólares ni es la principal potencia económica mundial. Estados Unidos sí emite dólares y es la primera potencia mundial, todavía. Esto le permite endeudarse a cifras astronómicas sin que se altere sustancialmente su poderío, por ahora. Para Argentina, que no tiene ese privilegio, la disponibilidad de dólares es una de las cuestiones principales para sostener el modelo sin alterar sus objetivos de mantener los niveles de empleo, pagar la deuda externa renegociada y sustentar la independencia política y económica. Es por eso que resulta impensable no intervenir para regular el tráfico de divisas y resulta un poco gracioso que un conjunto de medios de comunicación hegemónicos haya variado entre criticar la fuga de divisas por la falta de acción del gobierno al respecto y luego critique la intervención porque “no son buenas señales para el mercado”. En el tema comercial hay una serie de medidas que apuntan al mismo objetivo: no complicar la situación en divisas. Hay medidas antipáticas y otras no tanto.
—En este mismo sentido el gobierno tomó una serie de medidas destinadas, según el Ejecutivo, a sostener niveles de consumo que motorizan el mercado interno. ¿Son pertinentes? ¿Alcanzan?
—Algunas leyes y reformas reglamentarias aprobadas hace algunos años, afortunadamente, permiten hoy implementar medidas concretas muy útiles para sostener el mercado interno y el empleo. No se termina de apreciar la importancia de la modificación del sistema previsional con la estatización de las AFJP y la conformación del Fondo de Garantía de Sustentabilidad con todas las posibilidades que genera. Mencionemos algunos casos: a partir de ese fondo se han otorgado créditos como el realizado en plena crisis del 2009 a General Motors por 259 millones de pesos, que fue devuelto en un año y medio, mucho antes del vencimiento. El lanzamiento de Procrear, que prevé el otorgamiento de cien mil créditos, no para la compra sino para la construcción de vivienda propia, generando una solución habitacional para alrededor de 400 mil personas y lo que no es menos importante, generando un incremento de la actividad productiva en un sector tan multiplicador del producto como la construcción, con la consiguiente creación de empleo, lo que a su vez retroalimenta el sistema de ingresos de Ansés vía las contribuciones pertinentes. La asignación universal por hijo que tiene múltiples efectos de beneficio social, pero que si lo analizamos sólo desde el punto de vista económico genera un impacto importante a través del incremento del consumo de los sectores populares en la demanda agregada. Por otra parte, la resolución del Banco Central disponiendo que el 5 por ciento de los depósitos bancarios se deba destinar a préstamos para la producción apunta en el mismo sentido. También en este caso surgen críticas a la alteración de la libertad económica en perjuicio de “los mercados”.