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Re-reelección presidencial: la estrategia y la quimera

El kirchnerismo dio un primer paso de andinista para escalar hacia la re-reelección de la presidenta.


El kirchnerismo dio un primer paso de andinista para escalar hacia la re-reelección de la presidenta, aunque por ahora, y a 39 meses del fin del mandato actual, la movida obedece más a una estrategia aplicada a la vigencia inmediata de su líder que a un intento real por hacer cumbre en la montaña.

Todos los actores de la política entienden ese juego pero la pulseada ya está en marcha y a la oposición también le sirve porque encontró un eje para bajar un mensaje unificado, luego de haber naufragado repetidas veces en el intento de instalar agenda política propia.

Para el antikirchnerismo el desafío es que la quimera de la re-reelección siga siendo quimérica y hasta se abrió una pulseada por quién lidera esa ofensiva contra la reforma constitucional.

La UCR salió orgánicamente a rechazar otra reforma y envió una carta a todas las otras fuerzas para oponerse de manera conjunta.

Como era de esperar los pronunciamientos fueron favorables y Mauricio Macri –en plena pulseada por el posicionamiento opositor– dijo que iba a ser el líder de esa cruzada.

Por lo pronto, la presidenta habilitó un operativo para que intendentes, gobernadores, dirigentes y hasta intelectuales se vayan pronunciando a favor de la re-reelección. Otros, los menos, hablan en contra y funcionan como contrapesos para la discusión.

Ya hay distintas variantes del debate que impulsa el kirchnerismo. Algunas son directas: dicen que el liderazgo actual no tiene reemplazo y necesita continuar. Otras indirectas: la Constitución de 1994 es de corte neoliberal y merece ser revisada y juzgada.

En algunos discursos Cristina Kirchner habló de la necesidad de “pasar la posta” a los jóvenes. Pareció una referencia a su deseo de concluir su tarea en 2015, pero lo cierto es que cuando un cronista del programa CQC le pudo preguntar hace unos días sobre el tema se dio vuelta sin contestar y se fue.

La jugada de habilitar la discusión por una “re-re” es prácticamente de manual para evitar el “síndrome del pato rengo” por el cual un dirigente ve licuado su poder ante la imposibilidad de ser reelecto y abre prematuramente el juego para la sucesión. Por algo, el operativo se agilizó después de que Daniel Scioli blanqueara sus aspiraciones presidenciales.

Números

Pero si Cristina Kirchner definitivamente quiere obtener un nuevo mandato en 2015 tendrá que recorrer los siguientes pasos:

-Conseguir que sus candidatos obtengan un 40/42 por ciento de los votos a nivel nacional en las elecciones legislativas del año próximo. Ese es el cálculo que hacen los propios kirchneristas para poder impulsar el proceso.

El oficialismo obtuvo 33 por ciento en las legislativas de 2009 y 54 por ciento en las presidenciales de 2011. Fueron elecciones y climas políticos distintos. Ahora nuevamente se les abre un desafío en los principales distritos del país para 2013.

En Mendoza competirá Julio Cobos por la UCR, en Santa Fe lo hará Hermes Binner por el gobernante Frente Progresista y Miguel del Sel por el PRO; y en territorio porteño el macrismo conserva su liderazgo.

Entonces, Buenos Aires volverá a ser su bastión: Alicia Kirchner seguramente será candidata, pero es difícil que sea suficiente. ¿Arreglarán con Daniel Scioli? ¿Impulsarán a Sergio Massa?

-En caso de alcanzar el 40 por ciento igualmente tendrá que trabajar para llegar a los dos tercios de las voluntades de la Cámara de Diputados y el Senado, para aprobar un proyecto que declare la necesidad de una Reforma Constitucional.

-Acto seguido se deberá convocar a elecciones para convencionales constituyentes, ganarlas, y constituir la Convención que modifique la Carta Magna e incluya entre el nuevo articulado la posibilidad de una reelección indefinida o el mecanismo que se elija para la continuidad de Cristina Kirchner.

-Finalmente tendrá que presentarse como candidata y volver a ganar.

Experiencias

En la región la experiencia de los últimos años fue disímil. Ricardo Lagos y Michelle Bachelet en Chile y Tabaré Vázquez en Uruguay rechazaron la posibilidad de ir por una reelección, ya que en sus países está prohibida; Lula da Silva también desistió de un intento de reforma para extender su estadía en el poder brasileño a un tercer mandato. En todos los casos sus niveles de popularidad le hubieran permitido hacerlo.

En cambio, el colombiano Álvaro Uribe buscó –a través de terceros como ocurre en estos casos– obtener un tercer período de gobierno pero chocó contra la Justicia de su país, mientras que Hugo Chávez, que está en el poder desde 1999, va por su cuarto mandato en Venezuela, donde rige la reelección indefinida.

En la Argentina, el 10 de marzo de 1999 la Cámara de Diputados, a expensas de un proyecto de Graciela Fernández Meijide, derribó definitivamente el intento re-reeleccionista de Carlos Menem que había surfeado desde 1996 y pese a que un año antes en julio de 1998 el propio presidente había desistido públicamente de volver a reformar la Constitución.

En aquella oportunidad, un séquito de “ultramenemistas” fue el encargado de promover la discusión y luego algunas acciones directas como presentaciones en la Justicia para forzar la interpretación de la letra de la Carta Magna o declarar inconstitucional la cláusula que impide la re-reelección. También se habló de convocar a una consulta popular vinculante.

Menem ya había perdido las elecciones de 1997 y su estrella política se apagaba. Habrá que ver qué ocurre el año próximo para saber si Cristina Kirchner estará en condiciones de practicar andinismo político o deberá resignarse a promover un sucesor.

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