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Un testimonio para los jóvenes

Por Paulo Menotti. El sindicalista Victorio Paulón narra en su libro “Una larga huelga” su experiencia de lucha obrera en la UOM sección Villa Constitución frente a los crímenes de la Triple A y de la dictadura.


A partir de mediados del siglo XX, Villa Constitución se convirtió en el polo metalúrgico del nombrado “cordón industrial”. En 1966, la dictadura de Juan Carlos Onganía manipuló a la estructura de la Confederación General de los Trabajadores (CGT), liderada por Augusto Vandor. Sin embargo, surgieron experiencias refractarias a ese tipo de sindicalismo, como la sección de la Unión Obrera  Metalúrgica (UOM) de Villa Constitución, desde donde se luchó por la democracia sindical.

El dirigente gremial Victorio Paulón participó de la experiencia y reunió sus memorias en el libro Una larga huelga. Como protagonista principal, recuerda y reflexiona sobre el “Villazo”, los crímenes dela Triple Ay de la dictadura militar en la sureña comunidad santafesina, así como la recuperación del sindicato en la democracia y las luchas contra la reconversión durante los años 90. En una entrevista con El Ciudadano, el actual dirigente dela Centralde Trabajadores Argentinos (CTA) da su impresión sobre aquellos tiempos y el presente del sindicalismo.

—¿Qué lo llevó a escribir este libro?

—La necesidad de dejar mi testimonio se agudizó cuando participé como testigo en la causa Díaz Bessone por la desaparición de mi hermano en julio de1976. Apesar de que estaba preso en el Chaco cuando lo mataron,la Justiciaconsideró que era válido mi testimonio para dar a conocer la “pata civil”, la responsabilidad empresaria, en la represión de la dictadura.

Lo que constatamos es que Acindar fue el epicentro de aquel armado patronal que se había propuesto exterminar a la vanguardia sindical juvenil que había sido protagonista de la resistencia de la dictadura de Onganía a Lanusse. La prueba más contundente es que José Alfredo Martínez de Hoz dejó la presidencia del directorio de Acindar para asumir como ministro de Economía de la dictadura y sacó un préstamo de 600 millones de dólares.

Cuando Domingo Cavallo fue presidente del Banco Central, se estatizó esa deuda y la terminamos pagando todos los argentinos. Ahí cierra ese círculo. El “modus operandi” que se verifica ahí es una de las cuestiones que yo vengo a denunciar en esa causa. Sentí la necesidad de dejar ese testimonio por escrito y rescatar la memoria de muchos compañeros con los que yo me crucé en la vida, con los que milité, que hoy están olvidados, porque son un número entre los 30 mil desaparecidos pero a la vez son valiosas historias de vida. Ellos son los jóvenes que la pelearon y que posibilitaron que enla Argentinahoy estemos discutiendo estas cosas enla Justicia.

—¿Frente a qué reaccionó ese poder?

—Frente a una vanguardia juvenil, obrera, nacional y popular que no soportaba ese estado de cosas. Nosotros nos criamos bajo dictaduras militares y con un proceso de concentración económica brutal. Frente a ese estado de cosas y frente a una dictadura que amenazaba con quedarse más de 40 años, que tenía como única respuesta a cualquier reclamo la represión, se genera esta rebelión y se pone en cuestión al poder dominante enla Argentina.

Después de 35 años, nos encontramos nuevamente con una generación de jóvenes que irrumpe en la política a partir de los juicios a los represores, la recuperación dela Justicia, de los nietos apropiados. Además, vemos muchas de las cosas que yo señalo en el libro sobre la crisis del modelo sindical, porque Villa Constitución fue una rebelión contra la burocracia sindical para poder votar y elegir a los representantes. Hoy sigue la crisis sindical porque no se han superado viejas prácticas, porque el modelo sindical, a mi entender, está desfasado en el tiempo, por lo que con este texto se debate la historia y el presente. Yo sentí que era importante compartir mi vivencia frente a esta realidad.

—¿Cómo continúa la burocracia sindical en la actualidad? ¿Qué pensás del caso de Mariano Ferreyra?

—Yo fui convocado como testigo en el caso de Mariano Ferreyra. El fenómeno de las tercerizaciones está íntimamente ligado al sindicalismo empresario. Todos sabemos que donde hubo empresas estatales que se privatizaron el primer impacto brutal que hubo fue el despido masivo de miles de trabajadores, y la tercerización de muchas actividades que antes hacían esas mismas empresas. Cuando se privatizó el ferrocarril se bajó de 110 mil a 10 empleados. Quienes hacían mantenimiento de vías, que se tercerizaron, negocio mediante,  eran dela Unión Ferroviaria.Ahí está metida la pata sindical y esto fue lo que provocó que cuando se dieron las condiciones de que los tercerizados del Roca pasaran al convenio dela Unión Ferroviaria–que les significaba triplicar el sueldo y bajar la carga horaria en un 25 por ciento–, por el simple trámite de tener el convenio que les correspondía, el sindicato reaccionó como reaccionó. A mí me parece extraordinario que por primera vez se sienten en el banquillo de los acusados a los dirigentes sindicales corruptos y a los asesinos de los trabajadores.

—¿Qué quedó de la experiencia dela UOM VillaConstitución, del Villazo?

—Dejaron una marca indeleble. Primero, el enemigo se encargó muy bien de demonizar a los trabajadores, porque ser trabajador y de Villa Constitución era cuestión de sospecha, no sólo en la dictadura sino también posteriormente. Desde el punto de vista positivo, en cambio, quedó el orgullo de pertenecer a un sindicato al que se lo respeta, que es muy sentido por el conjunto de los trabajadores. Desde el sector empresario también se lo respeta. Porque Villa demostró que cuando el abuso y el maltrato es muy grande, la rebelión de los trabajadores se hace efectiva en los grandes episodios de lucha obrera.

Hoy pareciera que se están intentando algunas maniobras y ya hay estado de alerta en Acindar. Esas reacciones tienen que ver con que la gente se apropió del sindicato, porque en la conciencia colectiva está la organización sindical como herramienta de defensa. Aún teniendo en cuenta que desde el 2003 hasta esta parte la renovación generacional es importante. Muchos tienen menos de 30 años y la mayoría con su primer empleo, y por lo tanto están generando conciencia con su propio paradigma. Esos jóvenes no saben quién era Lorenzo Miguel o Vandor. Están construyendo su propia historia. Entonces, esta iniciativa es un aporte a ellos.

Recrea una vieja tradición de militancia obrera

El ostracismo de los libros que narran la historia de los trabajadores puede ser dejado, por fin, de lado con el trabajo de Victorio Paulón. Este texto recupera la vieja tradición iniciada por los propios obreros que desde fines del siglo XIX se volvieron historiadores de su pasado. En ella se inscriben Diego Abad de Santillán (anarquista), Sebastián Marotta (sindicalista revolucionario), Jacinto Oddone (socialista), José Peter (comunista) y Alberto Belloni (peronista), entre muchos otros. Esa corriente historiográfica pareció cerrarse hace 20 años cuando se proclamó el “fin del trabajo” y el “fin de las ideologías”, mientras Paulón peleaba junto a sus compañeros por mantener las fuentes de trabajo.

Hoy, en pleno siglo XXI, este libro recobra también la mirada que hizo Rodolfo Walsh sobre lo que debería ser el sindicalismo, opuesto a la burocracia, esto es a los dirigentes interesados en su estabilidad económica, en los arreglos con la patronal y en la retroalimentación de su poder en la institución sindical. Ya no en la trama narrativa del policial o del non-fiction, Paulón narra una larga historia de lucha obrera enla UOMsección Villa Constitución, un grupo humano que practicó la autonomía sindical y planeó también un cambio profundo parala Argentina. Dejandode lado el tono épico, moralista o dogmático que supieron tener algunas páginas proletarias, Victorio cuenta su historia y a modo reflexivo, incluso, analiza la recomposición del capitalismo en dos momentos claves que fueron trágicos para el conjunto de los trabajadores argentinos. La dictadura militar (con un previa persecución dela Triple A) y el menemismo, que combatieron a los trabajadores disfrazados de lucha a la insurgencia uno, y de salvataje económico; diezmaron a los dirigentes obreros de vanguardia y, luego, al conjunto de los trabajadores.

Este libro, que está muy bien escrito, tiene otra intención además. Está dedicado a las víctimas de la represión militar y empresaria, los trabajadores; también a los dirigentes vivos o muertos que atravesaron ese momento, pero además a los jóvenes trabajadores que se incorporaron a los centros de producción. A ellos no van doctrinas, sino consejos y experiencias de una larga lucha en el sur santafesino.

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