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Preso que estudia no reincide

Entre 2002 y 2010 la matrícula de alumnos carcelarios creció un 250 por ciento: en la actualidad hay 40 mil en todos los niveles, distribuidos en las 180 unidades penitenciarias del país. El secundario es el nivel donde más creció la cantidad: 557 por ciento.


“Las personas que estudian en contextos de encierro «no reinciden» en el delito”, concluyó el viceministro de educación de la Nación, Jaime Perczyk, tras revelar que el ámbito donde más creció la matrícula estudiantil en la última década en todo el país es en las cárceles. “Por eso, la decisión es que haya más educación allí adentro. Hay un pedido muy fuerte del Ministerio de Justicia y del Servicio Penitenciario de abrir la oferta educativa en las cárceles”, aseguró el funcionario a la agencia Télam. El crecimiento se dió en todos los niveles, pero en el secundario fue más: de 2002 a 2010, el aumento de la matrícula fue de 557 por ciento; y, del total de la población carcelaria, un 25 por ciento tiene primaria incompleta; un 38,9 primaria completa; un 17 secundaria incompleta; un 6 secundaria completa; un 6,9 ningún estudio, un 1,2 tiene estudios superiores incompletos y un 0,8 superior completo.  El total de estudiantes dentro de las cárceles, tomando todos los niveles y haciendo una síntesis, asciende a 40.000 en 2010, dejando atrás la cifra de 2002 de 11.500, que significa en general un 250 por ciento de aumento, y se distribuyen en 180 unidades penitenciarias en todo el país, de las cuales 33 pertenecen al Servicio Penitenciario Federal (SPF) y el resto son provinciales.

Si bien el crecimiento de la matrícula se dio en todos los niveles, fue en el secundario donde más creció la cantidad de alumnos en contextos de encierro. Tal como informó el viceministro Perczyk, en 2002 había 2.500 estudiantes en ese nivel y en 2010 son 16.000, lo que significa un 557 por ciento de aumento. Con eso, el funcionario señaló que en el nivel primario pasó de 6.500 en 2002 a 15.500 en 2010, lo que significa un 137 por ciento y enfatizó: “Hay primaria en todos los servicios penitenciarios y en casi todos hay secundario”. La formación profesional es otro nivel que creció significativamente, pasando de 2.480 alumnos en 2002 a 8.100 en 2010, representando un 226 por ciento de incremento.

“La formación profesional en las cárceles te obliga a tener la primaria completa, es la formación para ejercer un oficio, un elemento de reinserción social. Se estudia para estar matriculado como gasista, electricista o tornero, y cuando salís tenés un oficio. Eso creció muchísimo”, enfatizó Perczyk. Y agregó: “El estudio, y sobre todo de la secundaria o profesional, habla de una proyección hacia afuera, de una esperanza, de buscar una segunda oportunidad después de pagar la deuda con la sociedad”. En este sentido, aseguró que la educación en las cárceles es una demanda que se debe satisfacer: “La educación es parte de los trabajos de reinserción social y de mejora del desarrollo social de la Argentina”. Ante los obstáculos que se presentan para dar una continuidad al estudio, como los traslados de unidad penitenciaria o situaciones internas particulares, el viceministro precisó que se está trabajando para que la persona que se va a otro penal pueda llevarse sus datos educativos. “Buscamos que la escuela sea un derecho; hay una instrucción en el Ministerio de Justicia que establece que la educación no es un privilegio que te pueden sacar”.

La apertura de servicios educativos se dio en casi todas las unidades carcelarias del país en la última década, pero fundamentalmente a partir de 2006 con la ley de Educación.

Los datos sobre el elevado crecimiento de presos que estudian contrastan fuertemente con los de crecimiento de población carcelaria, de un 28 por ciento en el período estudiado, y con los de crecimiento de la población total del país, de un 10 por ciento en la última década, según el último censo nacional.  Todas estas cifras se desprenden del informe que presentó el miércoles pasado el Ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, sobre acceso y egreso en el sistema educativo público y privado entre el 2001 y 2010. Los datos abarcan desde 2002, según las cifras del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena (Sneep), y los del Relevamiento Anual del Ministerio de Educación de 2010.

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