El enamoramiento «es un tiempo «perfecto y armónico» que toda pareja anhela, pero que necesariamente cae para que aparezca una versión del amor», precisó a Télam la psicoanalista Cristina Castillo, docente y supervisora de Pareja y Familia del Centro Dos.
«Los festejos y aniversarios, por ejemplo el de San Valentín, conllevan la ilusión de poder restituir algo de ese tiempo mágico, y tal vez por esta razón tenga tanta presencia un festejo relativamente nuevo en nuestra cultura», indicó.
En este sentido, la psicóloga especialista en neurolinguística, Nora Londeix, señaló que «la fiesta de Hallowen como la de San Valentín no son de acá, fueron traídas de afuera como parte de la globalización en las últimas décadas y después se instalaron y pasaron a ser importantes».
También caracterizó la fiesta de San Valentín como «el `como sí` del amor», y añadió que «lo llamamos el día de los enamorados pero tendría que ser el de los enamoramientos, porque hay una diferencia entre enamoramiento y estar enamorado».
Londeix coincidió con Castillo al señalar que la fecha «tiene que ver más con la etapa de enamoramiento, en que todo es color de rosa y uno idealiza al otro, que es una etapa necesaria en todo proceso de pareja, tenga o no futuro».
La experta caracterizó a esta etapa como «la más pobre del `yo` en términos psicológicos, porque uno ve del otro lo más lindo que le muestra y revela de sí lo mejor, lo demás no se ve».
«Es parte de la misma naturaleza, es un momento necesario y superficial, por eso San Valentín en realidad está más ligado a esta etapa de enamoramiento», dijo tras señalar que «los más jóvenes lo festejan más».
Esta fase del enamoramiento «está aprovechada por el mercado que se apoya en esta cosa idílica y romántica» y logra instalar la necesidad de realizar un regalo o un obsequio como demostración de amor.
Aunque marcó el día de San Valentín como una fecha más vinculada con el enamoramiento, Londeix señaló que en el amor adulto también cabe que «alguien pueda llevar una flor o bombones a su pareja en este día».
Dentro del proceso que arranca en términos generales con el romanticismo del enamoramiento, la psicóloga añadió que «eso luego se transforma necesariamente en otra cosa donde aparece la sombra, el lado oscuro de cada uno, y se da el estar enamorado, que significa estar enamorado de la luz y la oscuridad del otro, de lo bueno y de lo malo».
Para Londeix, cuando se profundiza la relación «se empieza a conocer al otro desde otro lugar, aparece la persona en su totalidad».
Aspectos como la posibilidad de un rescate o resignificación del amor en San Valentín o la aparición de algún valor sentimental no contaminado con el mercado, los resultados de esa rara mixtura de consumo, cultura y rito de esta celebración o el rechazo a este festejo se entrecruzan con historias individuales de la gente y tradiciones culturales nacionales y extranjeras.
En este marco, para Castillo «no hay nada de malo en profesarse el amor en un San Valentín , pero debemos advertir que hombres y mujeres viven de maneras distintas las celebraciones».
«Una mujer -continuó- suele estar muy pendiente de que el varón se acuerde «por sí solo» del amor idílico y la sorprenda con algún pequeño recordatorio, pero no todos los varones recuerdan esta fecha y muchos le restan importancia, esto no es ni malo ni bueno, sino que nos habla de posicionamientos distintos».
De ahí que la psicoanalista señalara, como aspecto paradójico de esta fecha, que «la espera de una y el olvido del otro, en San Valentín, muchas veces provoca más desencuentros que encuentros románticos».
