La compañía canadiense Cirque du Soleil debutó el viernes con su espectáculo Varekai, y demostró ante el público porteño que por encima del boato, la espectacularidad innegable y la magia, las fallas humanas existen. El resultado es que la prueba se repite, no más de una vez, y sale perfecta: es la ley del circo, y además confirma que esos seres condenados a la perfección, que se juegan noche a noche en la pista, son personas que acusan nervios e imperfecciones.
De todos modos, el circo itinerante más importante del mundo, que llega por cuarta vez a la Argentina, no deja de provocar admiración, adrenalina, adhesión a los ejecutantes, simpatía y goce por tanta magnificencia fríamente calculada.
Con menos integrantes que en otras oportunidades (aunque igualmente el elenco es muy numeroso), Varekai, palabra del idioma de los gitanos que significa “en cualquier lugar”, aporta su legión de seres mitológicos, animales de toda especie, gnomos, individuos muy buenos y otros malísimos.
La línea narrativa es mínima y podría ser cualquier otra, pero aquí lo que hay es un fauno –jugado por un clown veterano y muy cómico– empeñado en favorecer los amores entre una especie de ángel de largas alas que llega del cielo (¿Ícaro?) y una ninfa que emerge de las profundidades.
Contrariamente a otros espectáculos del Cirque du Soleil, Varekai apunta mucho al humor y menos a la melancolía, como sucedía en Saltimbanco, su primera incursión rioplatense.
La función comienza con un dúo de animadores que luego se transforma en un mago y su ayudante, que mezclan ilusionismo con franca hilaridad y luego él es un “crooner” que canta una canción de Edith Piaf mientras corre tras los seguidores de luz que le son esquivos.
Hay también un dúo masculino que realiza unos bellísimos y arriesgados vuelos bajo la gran cúpula, chicas capaces de cualquier pirueta sobre varillas clavadas en el suelo, muy buenas voces, trampas que se abren en el piso y lanzan humo y mecanismos para que el espectador no logre discernir cómo aparecen y desaparecen objetos de utilería entre un cuadro y otro.
Varekai se ofrece en una carpa con 2.500 localidades erigida en el Complejo al Río, ubicado en Bartolomé Cruz y Laprida, en la localidad de Vicente López, hasta el domingo 21 de octubre, ya que por entradas agotadas, agregaron otras semanas de funciones en Buenos Aires, con valores que oscilan entre 240 y 1140 pesos.
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