Miles de fieles partieron en la calurosa y húmeda tarde de ayer desde la esquina de Arijón y Ayacucho hacia la ciudad de San Nicolás, en el marco de la 19ª peregrinación a la Virgen. Agradecer, pedir por trabajo o salud, ir en busca de respuestas o simplemente realizar una muestra de fe. Múltiples son los factores que movilizan año a año a los miles de fieles que participan de la masiva peregrinación arquidiocesana a pie Rosario-San Nicolás. Algunos de ellos dialogaron con El Ciudadano y contaron sus experiencias personales.
Bajo el lema “María, peregrina de la fe, guía nuestras vidas hacia Jesús”, una multitud de devotos se concentró en la zona sur para unificar sus oraciones por la dignificación, unión y fortaleza de sus familiares y amigos. Desde allí iniciaron el largo aunque gratificante trecho en acompañamiento de la carroza de la Virgen hacia la localidad bonaerense para presenciar la misa central, a cargo del arzobispo de Rosario, José Luis Mollaghan.
La convocatoria tuvo impacto en personas de todas las edades, quienes pidieron en forma especial por los derechos del niño por nacer y por el aumento, perseverancia y santificación de las vocaciones sacerdotales y religiosas. “Yo me acerqué porque le tengo mucha fe a esta Virgen. Hace unos años tuve un problemita y le pedí por la salud de mi hijo y ahora vengo en forma de agradecimiento hacia ella. En mi caso, lo que me moviliza es la fe”, destacó Marta, de 50 años.
Sin embargo, también están aquellos fieles que no llegaron por algo puntual: “No pido nada en especial, sino que lo hago por fe. Nunca me había animado y qué mejor que hacerlo con gente que quiero”, contó Ana de 55 años, quien acompañada de su familia se preparaba para movilizarse tras la carroza.
Entre los fieles, también se contaban los que año tras año encuentran en esta tradicional peregrinación una particular forma de expresar su espiritualidad. “Esta es mi novena vez. En aquel tiempo hice una promesa y acá estoy, cumpliéndola. Es un largo camino, pero tampoco es tanto. Uno ve personas en muletas y silla de ruedas y se termina entusiasmando. Si uno se propone una meta en la vida, después, concretarla, es una cuestión de fe”, opinó Javier de 43 años.
El camino es largo, agotador y no todos serán capaces de completar el recorrido hasta la ciudad bonaerense. Sin embargo, estos no parecen ser motivos suficientes para los miles de feligreses que se apoyan en la religión para encontrar respuestas que le den significado a situaciones de sus vidas. Es sólo una cuestión de fe.
Comentarios