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Carmina Burana, una gran arquitectura sonora

A dos décadas de su anterior muestra integral, doscientos músicos bajo la batuta de Fernando Ciraolo, volverán a dar vida a la cantata profana  de Carl Orff, este jueves a las 21, en el Teatro El Círculo.

Veinte años pasaron de la última vez que la famosa cantata Carmina Burana de Carl Orff se realizó de forma integral en Rosario; no obstante, esta noche, más de doscientos músicos liderados por el maestro Fernando Ciraolo volverán a dar vida a una de las obras cumbre y más fascinantes del siglo XX cuando, desde las 21, suban al escenario del teatro El Círculo (Laprida y Mendoza).
De la magnánima velada participarán el Coro Jockey Club de Rosario, el Polifónico de la UNR, el Coro de niños de la Escuela Provincial de Música, y el Coro Femenino Voces en Alto; además de la Orquesta Sinfónica del Centenario. Pero la lista no acaba allí porque también serán de la partida las sofisticadas voces de la soprano Jaquelina Livieri, el contratenor Damián Ramírez, y el barítono Ismael Barrile, quienes buscarán brindar una experiencia cultural múltiple “plena de emoción, maestría y creación”.
En diálogo con El Ciudadano, Ciraolo se refirió a esta obra que tan singular vínculo tiene con su carrera de más de tres décadas como director de orquesta.
—En lo personal ¿qué significado tiene esta obra?
—Haciendo historia la obra la empecé a trabajar cuando comencé como asistente de la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario hace más de treinta años y arrancaba mi carrera de director. Desde ese momento sentí que en algún momento iba a poder ofrecerla a la ciudad; era una utopía, hoy se me da la oportunidad.
Carl Orff salta a la fama por “Carmina Burana”, pero además crea un innovador método de estudio musical…
—Carl Orff fue uno de los innovadores y creadores de la nueva pedagogía musical del siglo XX; es importante tenerlo en cuenta para entender el significado de esta obra en cuanto a sus melodías simples y casi ingenuas. Con un lenguaje claro y simétrico en cuanto a lo formal; diáfana y con sutiles melodías casi ingenuas, crea una obra que apasiona al oyente. Y la música acá no es solamente un placer auditivo, es mucho más. El artista cuando crea –yo entiendo que ése fue el pensamiento de Orff– le está hablando a todos desde un lenguaje simple y desde una gran arquitectura sonora.
—Por su frondoso empleo percutivo se constituye como una obra colorida y de fácil escucha, incluso para quienes no tienen el oído acostumbrado a la música clásica.
—Hay sensaciones vibratorias nuevas que tienen que ver con la complejidad y con abarcar y explotar todas las posibilidades tímbricas de la familia de la percusión.
—¿Cómo es la composición de la Orquesta?
—Desde el punto de vista de la amplitud es una orquesta del período romántico avanzado, con instrumentos clásicos y de los que no siempre son frecuentes como la tuba, el contrafagot, el corno inglés, el requinto, etc.
—“Carmina Burana” está considerada una obra cumbre del siglo XX. ¿Está de acuerdo?
—En lo que apasiona a la gente y a la trascendencia que le da pienso que sí, pero tiene que ver con una conjunción de cosas: el compositor emplea las notas y las combinaciones sonoras o las relaciones de las mismas pero todas estas notas y combinaciones tienen siempre –o están llenas– de significados. El tema está en la genialidad del compositor para saber cuáles notas son las que potencian el mensaje y te confrontan con algo testimonial o ético. Ahí tiene mucho que ver la inclusión del texto. El texto más las cualidades musicales innovadoras son los ingredientes que han convertido (a esta obra) en un verdadero suceso musical que mantiene al oyente expectante, interesado y motivado hasta el gran final. Un gran final con el que es imposible no conmoverse.
—La cantata está compuesta por 25 poemas que van atravesando un desarrollo argumental, una tensión dramática. ¿Qué narrativa propone?
—La narrativa pasa por tres grandes momentos: La fortuna –la suerte en la vida–; el goce por la naturaleza, por vivir –poniendo de relieve todo lo que tiene relación con la vida cotidiana en la Edad Media–; y el amor como naturaleza humana, como deseo de felicidad y unión; el amor como motor de la humanidad.
—¿Cómo avanzan esas unidades para relacionarse sin perder el ritmo de la obra?
—En la partitura son 25 números que prácticamente tienen un orden de continuidad. Es realmente complejo pasar de un número a otro en una tonalidad que va a cambiar porque cambian todas las estructuras auditivas en lo que a memoria se refiere y hay que enfocar la nueva armonía, el nuevo ritmo. Esa es una de las cosas que más nos costó para unir a toda la masa coral.
—¿De cuántas personas se compone esa masa coral y orquestal?
—De alrededor de 200 personas. Es un mundo sonoro; se siente una plenitud impresionante. El despliegue y la suma de todos es majestuoso y se siente una vibración que hace que te conmuevas, que vibre tu ser interior, que se te ponga la piel de gallina.

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