Cerca de 150 policías que desempeñan funciones en el Comando Radioeléctrico de Rosario se manifestaron ayer a partir de las 13 en las puertas de la sede local de Gobernación, de Santa Fe al 1900, para protestar por cambios en la modalidad de su trabajo. El jefe de la Unidad Regional II pidió a los uniformados discutir los temas en el edificio de la Jefatura, en Ovidio Lagos al 5200, quienes acataron el pedido luego de demorar una hora y media para hacer oír sus reclamos. Pero si alguna de las partes pensó que mudar la protesta a la zona sudoeste iba a calmar los ánimos se equivocó. Es que el turno que debía tomar servicio a las 14 se plegó a la medida y lo propio hicieron quienes llegaron para trabajar a las 22. De esta manera, más de 450 uniformados se autoacuartelaron, dejando a la ciudad sin respuesta a las denuncias al sistema 911. Durante la tarde, Walter Miranda, jefe de la UR II, dijo que la medida de cambiar los horarios era en beneficio de los uniformados y la ciudad y que se iba a evaluar si la forma en que se manifestaron los policías ameritaría sanciones.
“Jefe, nosotros nunca dijimos nada pero cuando hablamos anoche (el miércoles) por los cambios de horarios –los nuevos turnos serán de 8 horas de trabajo por 24 de descanso en lugar de 9 por 31 horas– y planteamos que eran imposibles porque no podemos hacer adicionales, que son los que nos permiten cobrar un sueldo digno, la respuesta fue que al que no le gustase se busque el pase. Queremos trabajar pero no en estas condiciones. Venimos acá porque se nos dijo que la orden la tomaron desde el gobierno”, fueron parte de los planteos esgrimidos pasado el mediodía de ayer por uniformados del Comando Radioeléctrico cuando el jefe de la Policía rosarina, Walter Miranda, intentaba que desistieran de la concentración que estaba llevando a cabo un tercio de los 475 policías que trabajan en dicha fuerza.
“No es la forma de protestar por los cambios de horario. Nos están cuestionando desde todos los sectores de la sociedad. Para todos somos basura y eso ustedes lo saben porque ven cómo los tratan en la calle todos los días. Si tienen inquietudes vamos a charlarlas en Jefatura”, contestó Miranda, mientras algunos de los efectivos trataban de expresar sus inquietudes y otros señalaban que el tema del cambio de horario no iba a tener trato dentro de las paredes de la Jefatura y que la protesta debía seguir en la calle.
“Ya lo hablamos anoche y la respuesta fue que si no nos gustaba que vayamos a buscarnos el pase. A nosotros no gusta nuestro trabajo y no nos queremos ir”, replicaban algunas voces de los manifestantes.
Pero Miranda dio la orden de desalojar el frente de Gobernación cerca de las 13.25 y salió del círculo de policías que lo rodeaba para declarar a los medios que era “una manifestación como cualquier otra” y que en breve las patrullas en la calle llegarían a 60 móviles (actualmente circulan poco más de la mitad). Además, dejó trascender que se iba a evaluar eventuales sanciones ante la sorpresiva protesta.
El pedido u orden de Miranda se hizo efectivo cerca de las 16, cuando en fila, los patrulleros partieron hacia Jefatura.
De a uno fueron entrando y estacionando los móviles dentro del predio de Ovidio Lagos al 5200 y se encerraron a dialogar los agentes del turno sublevado junto a quienes fueron a tomar servicio (que se plegaron a la medida) con las autoridades de la Unidad Regional II. Las horas fueron pasando y la respuesta no llegaba.
Así llegó la noche y la solución no asomó. Minutos antes de las 22, el tercer tercio llegó a Jefatura y se plegó a la medida, que al cierre de esta edición seguía firme y con dos versiones muy fuertes: la primera, que además de retrotraer los horarios, no se sancione a los uniformados que encabezaron la protesta y que haya un urgente aumento de sueldos; y la segunda que los horarios volverían al esquema anterior, pero que se iba a abrir sumarios al personal que participó del autoacuartelamiento.