El 21 de septiembre de 1973 se fundó el club de fútbol Ateneo Infantiles Rosarinos, en Colombia esquina Ituzaingó, en barrio Urquiza. Tras idas y vueltas –orden de desalojo de por medio– a mitad de 2008 se firmó un acuerdo con la Municipalidad y la Secretaría de Deportes para, finalmente, instalarse en Rouillón y Riobamba, en la zona del Parque Oeste. En 2007 llegó al mando de la institución Mariel Arauz, una mujer que se cargó 90 pibes al hombro para sacar adelante el lugar y, principalmente, para que no estuvieran en la calle. Desde entonces, la lucha fue mucha…
“Cuando entramos a la comisión directiva asumimos las deudas, hicimos la personería jurídica y cuando nos llegó el desalojo era un club con papeles. Cuando nos reunimos con el director de Deportes de ese momento nos pidió tener todo al día, algo que nos costó mucho, y nos dijo que teníamos más papeles que Central. Nos empezaron a ayudar, a guiarnos y conseguimos compartir un espacio con el club Juan Pablo II, donde estuvimos durante 2007 y parte de 2008. Seguimos con reuniones, intervino la directora de turno, los coordinadores y consiguieron el espacio de Rouillón y Riobamba”, repasa Arauz.
—¿Y en 2008 se mudaron?
—Sí, se firmó un comodato con la Municipalidad y la Secretaría de Deportes para poder instalarnos allí. Y una vez que nos instalamos, nos acomodamos y empezamos a darnos cuenta de que ese era nuestro espacio, que la gente supiera que estaba Infantiles Rosarinos y no otro club. Se trabajó con las escuelas, los centros de salud. Todo fue cuestión de tiempo.
—¿Qué proyectos tienen?
—Queremos seguir creciendo y tener más actividades. La idea es volver a incorporar a las nenas y agregar otros deportes. Por ejemplo, hacer un playón para jugar al básquet, al handbol, al vóley, al hockey, practicar judo y bailes árabe y salsa…
—Cuando llega al club todos los días ¿qué piensa?
—Que vale la pena, que todo pasa por algo. Los chicos te dan fuerza; si perdimos algo, adelante hay algo mejor. Aprendí a pensar así. Me cargué en una mochila 90 pibes y a nosotros no nos conocía nadie. Éramos un club en regla, nada más. Yo llegué a todos lados, empezamos a golpear puertas y se empezaron a abrir. Nadie sabía qué era Infantiles Rosarinos.
—¿Cuántos chicos juegan?
—Tenemos desde la categoría 1999 hasta la 2006. Las categorías 2007 y 2008 practican pero no compiten, son 100 chicos en total.
—¿Qué jugadores reconocidos salieron de Infantiles Rosarinos?
—Cristian Ansaldi, que comenzó su carrera en Newell’s y actualmente está jugando en Rusia; Fabián Basualdo, que debutó en primera en Newell’s; y Oscar Román Acosta, que jugó en Ferro, en Vélez y en River.
—¿Quiénes la acompañan hoy?
—Hay gente joven con muchas pilas. El cuerpo de la comisión directiva, que son 12 en total, y Daniel Scabuzzo, que hace casi 30 años que está y es el vicepresidente. Formó a más de 14 categorías, es coordinador deportivo, tiene a cargo todas las categorías de fútbol y empezó trayendo a jugar a su hijo, que es categoría 1984. Nos complementamos, todos trabajamos. Nadie es más que nadie. Es una familia. Compartimos muchas cosas. Lo disfrutamos, nadie hace nada por presión.
—¿Reciben ayuda?
—Hubo una posibilidad de recibir un subsidio de la provincia y pedían ciertos requisitos. En Rosario hay 360 clubes, de los cuales llegaron con los requisitos 14; y entre ellos está Infantiles Rosarinos. Es el único club de barrio que cumplió con lo pedido. Eso te hace sentir súper orgullosa porque hay gente en esta institución que sabe hacer las cosas bien.
—¿Qué les brindaron?
—El subsidio era para que accediéramos a implementos deportivos, o una ayuda edilicia, para que tuvieran el espacio físico propio. Pero nosotros pedimos las camisetas de los chicos y los equipos deportivos porque no los podemos comprar. Y los vamos a tener. Eso se lo debemos a la gente que nos acompañó y nos acompaña durante todos estos años. El club siempre quiso que los chicos tengan los mismos colores de camisetas, color naranja. Que cada categoría entre con el mismo modelo, que cuando vayan a jugar los reconozcan.