Provocativos e insinuantes; músicos independientes provenientes de un amplio arco conceptual, pero atravesados por una búsqueda similar, se darán cita esta noche en la primera edición local de los Conciertos para Puertos, Salones y Desiertos. El Festival, que en Buenos Aires se realiza desde hace un año, concretará desde las 21, en Bon Scott (Riccheri 131), su desembarco local con la participación de los músicos Pablo Krantz, Sonia Kovalivker, Mariano Matulich y la banda rosarina Navío Noche.
El menú ofrecerá una completa carta de platos integrada por cuatro propuestas “endiabladas” que entretejerán “canciones arrabaleras, atmósferas de cabaret, rock de los tugurios y sonoridades de puertos fantasmas”, según adelantan sus organizadores.
Nacido de la influencia que provocóla Pequeña OrquestaReincidentes en Matulich, para el músico la química del festival transita senderos parejos que llevan a que, en muchos casos, los participantes de los Conciertos para Puertos, Salones y Desiertos sigan expandiendo las marcas que sembró la mítica banda de atmósferas melancólicas, potentes y frenéticas.
Consultado por las motivaciones de presentarse en una ciudad puerto, Matulich comentó: “Tenemos una carga de furia importante para llegar a Rosario. Entiendo que el puerto simboliza una cuestión de recepción y emisión; de mucho intercambio cultural; esa situación conceptual de flujo cultural nos sigue alimentando”.
Con sonoridades y estética étnicas y de inmigrantes, para el músico, “los artistas se fueron plegando y nos dimos cuenta que había una búsqueda similar”. No obstante, destacó: “Cada uno de nosotros aborda el arte desde una cuestión personal. El producto queda homologado cuando lo presentamos juntos”.
El festival nació el año pasado casi espontáneamente y, de a poco, fue creciendo con la idea de hacer un encuentro que le permita a su creador y a mucha otra gente, “explorar una estética diferente”, describió Matulich, para quien esta decisión lo lleva a involucrarse, sin condicionamientos, con el arte. “Todo eso es parte de mí y son todos módulos de la misma pieza. Creo que somos personas que, para realizarnos, necesitamos hacer más, más allá de la música”.
Entre sentido y significado, el festival se propone romper preconceptos instalados en la sociedad sobre lo que significaría ver (y vivir) el arte. Para eso, genera propuestas sostenidas sobre dos principios rectores: eclecticismo y diversidad. “Somos gente muy abierta, mucho más allá de las concepciones básicas sobre lo que significa esa palabra”, analizó el músico quien además es artista plástico y escritor de cuentos, entre otras profesiones. Sobre los tiempos que precedieron al festival, el músico dijo: “Estaba aburrido de ir a tocar y que se acabara todo. Queríamos crear una escena que no existía y que se basara en preceptos de total libertad”.
Es así como lo que en un primer momento se alzaba como algo local se fue extendiendo por el país con nuevos matices y búsquedas. “La movilización de personas de las más diversas edades y gustos llegó a nuestros encuentros por algo que tenía más que ver con sus deseos individuales que por lo que se espera de una motivación colectiva”, repasó el músico, para quien el proyecto es el resultado de “haber pescado los deseos ocultos de nuestros seguidores”.
Un navío rosarino
Formada en 2010 por ex integrantes de Vera Baxter, la banda Navío Noche está integrada por Gustavo Galuppo (bajo y voz), Gabriel Cejas (acordeón, teclados y coros) y Pablo Scotti (batería y coros). El grupo, que se autodefine en su blog como “una banda sonora desprolija y decadente para un cabaret de mala muerte”, también asume un repertorio compuesto por “valses oscuros, tarantelas deformes, atmósferas y desprolijidad punk”. “Cuando empezamos a tocar, quedamos bastante anclados en los sonidos de los grupos de cabaret”, dijo Galuppo a este medio.