La película argentina «El último Elvis», opera prima de Armando Bo (nieto), coronó con su premio a mejor filme en la sección Horizontes Latinos la muy buena recepción que había tenido en el 60mo. Festival de Cine de San Sebastián.
El filme, un drama personal y familiar de un doble del célebre cantante estadounidense Elvis Presley, protagonizado por John McInerny y Griselda Siciliani, superó en ese apartado a varios filmes entre los que contaban otros dos títulos argentinos: «Infancia clandestina», de Benjamín Avila, y «Salsipuedes», de Mariano Luque.
El viernes, «El último Elvis» perdió por un voto de los miembros de la Academia del Cine de la Argentina, la posibilidad de representar al cine local en los premios Oscar, lugar que quedó para «Infancia clandestina».
«La idea de la película era seguir las vivencias de este hombre, uno de los mejores imitadores de Elvis del país y de América Latina, y mostrarlo en sus debilidades humanas, en su drama familiar y en su pasión por el cantante estadounidense», declaró el cineasta.
«Fue un hallazgo creativo para la película, porque descubrimos a un tipo que tiene un gran talento y al que además la cámara lo ama», destacó el cineasta y nieto del director que popularizó la figura de Isabel Sarli en la pantalla grande.
«Lo interesante de John es que no está haciendo de él mismo en la película, sino que actúa un personaje y distintos estados de ánimo, lo cual es muy intenso para un hombre que no es actor ni estudió actuación. Lo único que tiene en común con el personaje que interpreta es que ambos aman a Elvis por igual», agregó quien actualmente -al igual que ya lo había hecho para «Beatiful»- está colaborando en el guión de la próxima película del mexicano Alejandro González Iñárritu.
Según Bo, su película «habla sobre el fanatismo y la fama a cualquier costo, el tema de pretender ser algo o alguien que uno no es. Pero -indicó- también está el tema de la conexión íntima con su hija, su reencuentro y su aceptación mutua tal como son. Sin embargo, él sabe que nunca podría ser un buen padre y por eso toma una decisión inesperada al final».
Pese a ser parte de una familia de larga tradición artística, el cineasta confió que «la presión más grande que tuve fue la mía propia, porque quería hacer algo relevante, una película diferente que me representara y gustara a la gente». «Con mucho orgullo pertenezco a esa familia y con mucho orgullo puedo decir que mi película es original y diferente a lo que ellos me enseñaron», redondeó.