El gobierno santafesino recibió más de 200 animales exóticos y silvestres en el último año proveniente de las calles, rutas y casas de la provincia. En mayoría aves, tortugas de tierra y de agua y serpientes, están alojados en la estación ecológica La Esmeralda de la capital santafesina, donde esperan ser liberadas en su hábitat en los casos en que sea posible. La mayor parte de las pretendidas mascotas ingresaron a manos de sus dueños o por hallazgos de particulares. El resto fueron capturados por guardafaunas honorarios y distintas fuerzas de seguridad. Las estadísticas señalan que respecto a los años anteriores hubo un descenso en los ingresos aunque ello no significa necesariamente una baja en la actividad ilegal de tráfico de fauna.
Desde la Municipalidad de Rosario, en tanto, admitieron que si bien ya no existen tantos pet shops que comercialicen estos animales, todavía resisten, aunque no a la vista, tolderías cuyo principal producto son las aves exóticas.
De septiembre del año pasado al mismo mes de 2012 ingresaron 214 animales exóticos y silvestres a la Estación Zoológica Experimental (EZE) granja La Esmeralda, dependiente de la provincia. Provenientes del cautiverio doméstico, zoológicos privados o simplemente perdidos en las urbes santafesinas, los animales son en mayoría aves, tortugas de tierra y de agua y serpientes. Desde la repartición destacaron que estos datos no representan la totalidad de las actividades de control y fiscalización de fauna ni de los centros de rescate que funcionan en Santa Fe, uno en Rosario y otro en la capital.
Siempre según datos de la EZE, el ranking de las especies salvajes más recepcionadas lo lideran, como marca la tendencia de años previos, las aves (40 por ciento del total), luego las tortugas de tierra –una de las especies en peligro de extinción–, de agua y pintada (12 por ciento) y reptiles –yararás, culebras, lagartos y yacarés– con un 8 por ciento. Esto implica, aunque sólo en términos estadísticos, un descenso significativo en el tráfico intervenido respecto a períodos anteriores. Y es que entre 2009 y 2010 la provincia rescató cerca de 400 animales. De acuerdo al informe, los animales permanecen de forma temporal en la Granja La Esmeralda hasta su liberación, siempre y cuando sea posible hacerlo sin riesgo para el animal.
La mayor parte de los ingresos responden a hallazgos de particulares. Suman 65 con un total de 68 animales ingresados, entre los que se destacan halcones colorados, tortugas de tierra, un lobito de río y varios lechuzones orejudos, entre otras especies.
Respecto a los animales no mascotizados, en el mismo período y provenientes de tenencia particular hubo 45 ingresos, con 54 especímenes cuyo ranking lideran las tortugas de tierra, agua y pintadas, los coipos –pariente de la nutria–, y en menor medida loros. Despuntan por lo raro, un zorrino, un pato doméstico Pekín y un tucán grande.
En el mismo período, la Policía, entre rescates y decomisos, llevó a cabo ocho operativos con un resultado de 30 animales, en su mayoría culebras verdes. Completan la nómina una yarará, dos pumas, un zorro pampa, una boa vizcachera y un mono carayá. Otras 14 intervenciones a cargo de Guardia Fauna Honorarios resultaron en el traslado de 40 animales, en su mayoría pájaros y algunos extraños como un aguara guazú y un coatí. La Secretaría de Medio Ambiente de la provincia contribuyó a la lista con tres monos carayá provenientes de Córdoba.
En los ingresos derivados por el centro de rescate de Rosario se destacan siete operativos con ocho animales (dos tortugas de tierra, un mono carayá, un yacaré overo, una pitón albina birmana, un peludo, un aguará guazú y un lechuzón orejudo). Del que funciona en Santa Fe fueron indexados a la granja una comadreja overa, un chajá y un aguará guazú.
Desde 2010, la tarea de rescate y fiscalización de animales silvestres y exóticos pasó de la Secretaría de Medio Ambiente a la Dirección General de Ecología y Protección de Fauna, del Ministerio de la Producción. El área es asistida por personal del Colegio de Veterinarios y del Imusa de Rosario, además de ONGs que luchan contra el tráfico de animales.
Perjuicios para todos
Además de la desnaturalización que conlleva para el animal, la tenencia tiene un potencial efecto nocivo en la salud del humano. En especial, las conocidas como zoonosis, esto es, toda enfermedad –viral, bacteriana, parasitaria, entre otras– que se transmite entre especies animales y también afecta al hombre. Una de las bacterias habituales que se trasmiten por tenencia de tortugas u otros reptiles, como los lagartos overos, es la salmonela. De acuerdo al último boletín integrado de vigilancia –del Ministerio de Salud de la Nación–, entre 2010 y lo que va de 2012 se registraron 274 casos de enfermedades zoonóticas en Santa Fe. Si bien muchas están ligadas con la vida de campo y sectores relegados de la atención estatal, hubo cinco casos de hidatidosis, 258 de leptospirosis (19 sospechosos, uno probable, 17 comprobados y 29 descartados), y 11 casos de psitacosis (7 sospechosos) con la particularidad de que ninguno se registró en 2011.
Sobre el impacto a la especie, cuyo mayor daño puede ser el diezmarla hasta la extinción, la titular del Imusa, Diana Bonifacio, explicó: “Un animal que es sacado de su hábitat no puede reinsertarse. Si uno explica que es posible reinsertarlo está motivando que las personas piensen en que pueden deshacerse del bicho cuando se cansen de él”. Tal como explicara la funcionaria municipal, la reinserción del animal no es posible dado que vuelve al hábitat despojado de instintos agresivos como cazar y defensivos como huir ante un peligro.
Usos y costumbres
La práctica de comprar y tener este tipo de animales no puede separarse de un componente cultural. Por ello, Bonifacio sostuvo que es importante recalcar que cualquier animal que no es un perro o un gato, no es una mascota. “La gente cree que lo tiene (al animal) como un trofeo, pero es una responsabilidad. Tenemos que entender que esta moda o esnobismo lleva a la gente a creer que puede tener un puma en su casa”, opinó la funcionaria. Otras anécdotas sobre esta práctica refieren a alterar la naturaleza de los animales para obtener mayor distinción o hacerlos inofensivos, como las historias de pumas al que limaron los dientes y garras.
Además de los operativos de control, los especialistas consultados refirieron a la importancia de implementar políticas educativas puntales para desalentar la compra y tenencia de animales exóticos y silvestres. Según los entrevistados, todo trabajo basado en campañas de difusión pública y concientización en las escuelas primarias será bienvenido. Sin embargo, Bonifacio apuntó: “Ha cambiado la mentalidad. Hace diez años había muchos comercios que vendían iguanas. Lamentablemente no fue por educación sino por darse la cabeza contra la pared. Los chicos sufrían mucho cuando morían. También tenemos mucho más que antes programas televisivos que desalientan esto”.
Tal como señalara el veterinario y especialista en zoonosis Alejandro Tracchia, esta tenencia es denominada pseudomascotismo, ya que son animales silvestres y no mascotas. “Mascotas viene de domesticación, que es un proceso que lleva miles y miles de años, como los perros y gatos”. De origen francés, la expresión mascota refiere a amuleto. La interpretación del especialista es que desde el comienzo el hombre necesitó una compañía que lo proteja. Empero, la domesticación, proceso que culminó para que el antiguo lobo sea el actual y amigable perro, lleva cientos de años.