De las firmas con las que Cristina de Kirchner entronizó anteayer a Martín Sabbatella al frente de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca), una en particular tiene valor simbólico: el decreto que clausura en el organismo el doble comando que, administrado por La Cámpora, reguló su funcionamiento en los últimos meses.
Es, a priori, la primera victoria del diputado de Morón: aun kirchnerizado y protagonista del combo ultra-K Unidos y Organizados, de su cohabitación en el planeta Cristina aprendió los riesgos de las terminales dobles y de los mandatos tercerizados.
Sabbatella exploró el zigzagueo de Santiago Aragón, su antecesor, y en las dos charlas que mantuvo con la presidenta antes del anuncio de su nombre, sólo planteó un prerrequisito: no tener que compartir el manejo y la administración de la Afsca.
En la ristra de decretos presidenciales, donde figura su designación, aparecen otros movimientos indicativos: Cristina de Kirchner instaura la firma única como regla de funcionamiento e introduce, a pedido de Sabbatella, una serie de cambios en el organigrama.
Hay que traducir las resoluciones y su esencia. Por un lado, el retoque operativo anticipa movimientos en el staff de la oficina encargada de radarizar el sistema de radios y TV. Tal vez no ingrese un malón sabbatellista, pero es inevitable que se muden neocamporistas.
Por el otro, que una medida interna de la Afsca, como era la doble firma, sea fusilada por un decreto presidencial traduce que Sabbatella llega con una sola terminal, Cristina.
En el lenguaje del cristinismo, es un mensaje transparente: La Cámpora, siempre inquieta y expansiva, deberá comportarse con el diputado de Nuevo Encuentro de distinta manera que como lo hizo con Aragón. Así y todo, lo que es un gesto saludable para Sabbatella blanquea un vicio sistemático del gobierno.
Miss Mundo
La puesta en escena del nombramiento del legislador, en Casa Rosada, con una parrafada exclusiva de la presidenta, y un aparte pos acto en el despacho de la jefa del Estado, completó el proceso. En esa charla, Sabbatella escuchó el pedido oficial de avanzar genéricamente con la ley de medios.
Antes, en público, cierta complicidad. “Faltó que te declararan Miss Mundo, ahora vas a ser feo, sucio y malo”, dijo la presidenta y recordó, con ironía, que recibió los premios Konex y Clarín y fue elogiado por The Wall Street Journal.
Otros tiempos
El entonces intendente de Morón prefería la cercanía con el colectivo progre que integraban Aníbal Ibarra, Hermes Binner y Luis Juez antes que la de los Kirchner, a los que les imputaba una brumosa convivencia con la jerarquía del PJ del conurbano.
Anteayer, sin embargo, la presidenta “exageró” al decir que no se puede “tildar de pro oficialista” al designado porque en 2009 compitió en una boleta contra Néstor Kirchner. Tachó el resto de la historia: en 2011 Sabbatella fue candidato a gobernador bonaerense por Nuevo Encuentro pegado a la boleta presidencial del FpV.
“Te vas a enfrentar –le avisó al funcionario– a una dura y noble tarea: terminar y profundizar la labor de la ley de medios que el 10 de octubre va a cumplir tres años. Es una ley modelo”.
Sabbatella, según contó a sus colaboradores, tendrá margen para avanzar con la aplicación de la ley, como parte de la cruzada kirchnerista del 7-D, a todos los grupos de medios que están fuera de los parámetros en cuanto a cantidad de licencias que explotan.
Eso, al menos, avisa, aunque la mirada del gobierno está enfocada en los movimientos del Grupo Clarín respecto de la desinversión que establece el artículo 161, la espada que promete usar Sabbatella para desguazar el holding Noble-Magnetto si para diciembre no se “encuadra”.